«Cómo mujer, en el tema de las compresas creo que habría que entrar». Son palabras de la consejera de Economía y Hacienda de la junta de Andalucía, Carmen Martínez Aguayo, que se mostró así de explícita ayer en el Parlamento a la hora de señalar la única reserva expresa del Ejecutivo andaluz a la subida de impuestos prevista por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para 2010.
M. Mª Becerro y Carmen Torres (2009) Periodistas
Esta afirmación de la responsable de Economía y Hacienda de la comunidad autónoma andaluza, una de las más amenazadas por la crisis económica en el año 2009, supone un engaño para los andaluces, y un doble engaño para las mujeres andaluzas. En primer lugar como andaluzas, porque si la única reivindicación económica de su comunidad frente al Estado del Estatut catalán es el tema de las compresas, es que no hay ninguna reivindicación. Y, en segundo lugar, como mujeres, por querer transmitirles con un mensaje tan vacío que se ocuparán de ellas, sin hacerlo. Es una frase que apela no a la situación de la mujer y a sus problemas reales como ciudadana, sino al sentimiento irracional de agravio frente al varón. Sentimiento cuya satisfacción le sale gratis a la administración pública. Quizás las mujeres, todas, no sólo sean conscientes de esta manipulación de sus sensibilidades, sino que se indignen por ello. Como andaluzas, como mujeres pero, sobre todo, como ciudadanos, o ciudadanas, da igual. Y quizás este tipo de afirmaciones dejen de salirle gratis a quien las haga, quienquiera que sea.
Porque el motor del feminismo radical es, precisamente, apelar a las emociones irracionales negativas, en este caso a los sentimientos de agravio comparativo, entre mujeres y hombres. Sentimientos que tienen más de destructivos que de constructivos, y que «exigen» elevar el estatus subjetivo de la mujer, en todos los ámbitos, respecto al de los varones. A veces con realidades, y otras veces como mera declaración de intenciones. El «motor» del feminismo radical es el sentimiento de agravio, y si éste no existe, se inventa. He ahí el fraude y la manipulación. Hemos llegado a una situación donde el mensaje que se envía a la mujer es que, si no obtiene una consideración de privilegio sobre el varón, debe sentirse agraviada. Así, alimentando artificialmente el sentimiento de agravio, el feminismo radical trata de imponerse en todos los aspectos donde interactúan mujeres y hombres, es decir, en todos los aspectos de la vida en común.
Pero las contradicciones entre el discurso formal y el fáctico del feminismo evidencian sus verdaderas intenciones. En las actuaciones del feminismo radical vemos, de forma descarnada, a una ideología discriminatoria, y por lo tanto ilegítima en nuestra sociedad. Más allá de la Ley de Violencia de Género. Veamos algunos ejemplos.
PATERNIDAD, MATERNIDAD, SEPARACIONES
Aunque el feminismo radical se queje formalmente de la desvinculación masculina de la vida familiar, su objetivo es conservar el papel sexista de hombres y mujeres. Para el feminismo, la maternidad es innegociable desde la concepción. Como apunta el periodista Manuel Contreras (2004), El debate sobre el aborto se ha centrado en el conflicto de intereses entre el derecho a la vida del nasciturus y los derechos de la madre, pero se olvida la tercera e imprescindible parte del problema: el padre. (…) ¿Qué ocurre si el padre del embrión, tan responsable de su creación como la propia madre, quiere tener el hijo y mantenerlo? No tiene ningún instrumento legal para reclamar su derecho. Se excluye al varón de cualquier derecho, pero se le asignan todas sus obligaciones sexistas del machismo. Solo desde esta perspectiva sexista puede entenderse el rechazo frontal del feminismo radical a la custodia compartida, que supondría la corresponsabilidad familiar y la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres. Pero la realidad es que en el 95% de los casos, por consideraciones sexistas, se otorga la guarda y custodia de los hijos a la mujer. El varón queda relegado al papel de proveedor de recursos, incluso más allá de sus posibilidades, condenándolo a menudo a la indigencia, como veremos. Sin la custodia compartida, el varón sale del domicilio familiar hasta la emancipación de los hijos, quedando a menudo sin recursos para una subsistencia independiente durante años.
Como afirma Pere Ríos (2009-2), la liquidación de los bienes tras el divorcio se aplica en la mayoría de países de nuestro entorno, pero la sentencia al uso que se dicta en España establece casi siempre un pack en la atribución del uso de la vivienda para la mujer, la custodia de los hijos y la pensión alimenticia. Porque no se asume que toda separación es, además de una pérdida emocional, una pérdida económica, y no puede pretenderse que se mantenga el nivel de vida de la vida en común para ninguna de las partes. Y continúa diciendo que él ha de seguir pagando la mitad de la hipoteca de una vivienda que no se sabe cuándo ni cómo recuperará. Hasta hace poco más de un año, además, el hombre no podía desgravar por esa hipoteca y ella sí. Y a la hora de la declaración de la renta Hacienda no permitía aplicar la exención por reinversión si la casa se vendía y él gastaba ese dinero en otra. Por eso los padres separados militan, desde mucho antes de la Ley de Violencia de Género, entre los grandes damnificados del feminismo radical, como demuestra el gran número de asociaciones que existen en España. Y son también los grandes olvidados por «nuestros» poderes públicos, que les exigen un esfuerzo al que el Estado no contribuye en lo más mínimo. En abril de 2009 el grupo inmobiliario Ternum, a través de la iniciativa denominada Separados-SinCasa, ofreció viviendas nuevas con descuentos de casi el 40% y una moratoria de un año del pago de la hipoteca a personas en proceso de separación o divorcio. El presidente de la Asociación de Padres de Familia Separados (AFPS), Juan Luis Rubio, apuntó que este proyecto es un paso importantísimo en la solución del problema de acceso a la vivienda de este colectivo, un colectivo abandonado y sin recursos, y pidió a los poderes públicos que tomen iniciativas de esta naturaleza. A lo largo de estos años hemos estado pidiendo que los padres tengamos una vivienda digna a la que llevar a nuestros hijos. Desde un punto de vista económico, este proyecto nos ofrece gran esperanza, afirmó. (Efe/Madrid, Diario de Sevilla 21/04/2009). Lo que no se entiende es que, dada la situación, no exista una cuota de viviendas de protección oficial para padres y madres que hayan tenido que abandonar el todavía genéricamente denominado «hogar conyugal».
CONCILIACIÓN LABORAL
La llamada Ley de Igualdad Efectiva entre Hombre y Mujer, de marzo de 2007, solicitaba que se ampliara el permiso de paternidad, buscando el reparto «paritario» de las labores familiares, es decir, la «corresponsabilidad entre hombres y mujeres a la hora de criar a los hijos». En mayo de 2009 se anunciaba la ampliación del permiso de paternidad a 28 días, pero solo a partir de enero de 2011. La diputada del PSOE Carmen Montón consideraba que es muy razonable fijar enero de 2011 como fecha para poner en marcha esta medida, porque así dará tiempo a que sea una realidad la recuperación económica (Yanel, Agustín, 28/05/2009). Lo que evidencia, de nuevo, el papel asignado al hombre, porque la verdadera conciliación vendrá, únicamente, cuando los permisos para la atención familiar se igualen, y cuando no se condicionen solo los derechos masculinos derivados de la paternidad a la coyuntura económica. La verdadera igualdad en este aspecto concreto vendría impuesta por nuestra pertenencia a la Unión Europea. La Comisión Europea propuso el 30 de julio de 2009 la ampliación hasta los cuatros meses de los permisos para la conciliación de la vida familiar y profesional de los padres y madres con hijos de hasta 8 años. De ser adoptada por los estados miembros fijaría la duración de los citados permisos en cuatro meses para cada progenitor, algo que ya está contemplado en algunos países comunitarios, pero no es España. (Diario de Cádiz 31/07/09). Un ejemplo evidente de la distancia que separa los objetivos del feminismo radical español y la verdadera defensa de la igualdad. De que «radical» y «avanzado» no solo no son sinónimos, sino opuestos.
SALUD
A pesar de los aplastantes datos estadísticos acerca de la menor esperanza de vida de los varones, también se discrimina «positivamente» por cuestión de sexo en materia de salud. Según el informe de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), uno de cada tres hombres y una de cada cuatro mujeres padecerá un tumor a lo largo de su vida. Según el informe, ese 25-30 por ciento de la población española que enfermará, lo hará por alguno de los cuatro tipos de cáncer que más crecen: el colorectal (con 24 000 nuevos casos), de mama (21 200), pulmón (21 100) y próstata (más de 19 700), que representan más del 80 por ciento de tumores diagnosticados. (…) Aunque la supervivencia ha mejorado globalmente, ser hombre o mujer también influye en la supervivencia. Ellas sobreviven más y enferman menos, hasta un 10 por ciento más en índice de supervivencia. (…) Detrás de estas cifras que favorecen a las mujeres están las campañas de detección precoz del cáncer de mama. (Ramírez de Castro, 2009). El cáncer de colón, el de mayor incidencia, carece de su prueba específica, su «mamografía», al igual que el cáncer de pulmón. España era, en 2009, uno de los pocos países europeos que no tenían un programa preventivo para el cáncer de mayor incidencia en el total de la población, el de colon; solo cuatro comunidades autónomas tenían programas «piloto» de detección precoz, a pesar de que el test de heces salvaría 3600 vidas anuales. O sea, unas 1800 mujeres anuales. (Ramírez de Castro, 2009). Esa es la preocupación real de nuestros poderes públicos por los ciudadanos, y la preocupación real del feminismo por las mujeres, no digamos ya por los varones. Los esfuerzos parecen haberse centrado sólo en el cáncer de mama, tanto en investigación como en las campañas públicas de prevención, porque ahí está el «agravio», en este caso biológico. La Junta de Andalucía envía por correo el recordatorio de su fecha de revisión para el cáncer de mama. Lo cual es imprescindible. En cuanto al de próstata, no ha existido, que sepamos, ninguna campaña para hacer que los varones se realicen la sencilla prueba del PSA para la detección precoz de tumores de próstata, lo que supone, además de una grave deseconomía para el sistema público de salud, una discriminación por razón de sexo.
Como ocurre con la vacuna del virus del papiloma humano, que afecta a ambos sexos y provoca distintos tipos de cáncer. Se estima, por ejemplo, que la incidencia del cáncer de ano en homosexuales provocado por el virus del papiloma es equivalente al índice del cáncer de cervix en mujeres. También puede provocar cáncer de pene o de boca; por eso en Australia se vacuna a los adolescentes de ambos sexos. Según el descubridor de la vacuna, toda la población debería ser vacunada. Pero, sin entrar en el debate acerca de la oportunidad de la vacuna, una vez asumida su eficacia por el sistema público de salud habría que vacunar a todos los adolescentes sin distinción. La campaña de vacunación tiene, de nuevo, un componente de guiño político, de discriminación «positiva», con la segura complacencia de los laboratorios farmacéuticos.
PROSTITUCIÓN
La prostitución es otra vieja cuestión revitalizada desde la perspectiva de «género». Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, afirmaba en septiembre de 2009 respecto a la prostitución que es necesario regular esta actividad en la capital, y tachó de «hipocresía» el hecho de pensar lo contrario. La réplica le vino de la portavoz adjunta del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Ángeles Álvarez, que tachó de «lamentable» que Esperanza Aguirre «defienda una iniciativa que supone la consolidación e institucionalización de la explotación del cuerpo femenino como mercancía», algo especialmente grave «cuando esta postura procede de una mujer». (ABC, 08/09/2009). La contradicción de la postura socialista radica en que no aboga por la prohibición, manteniendo a la prostitución en un vacío legal: ni prohibir ni legalizar. Y en que se olvida de que también existe la prostitución masculina. Pero, ¿cómo no regular esta actividad alegal, ampliamente extendida, en la que a menudo se opera en la precariedad más absoluta, y que puede ser origen de problemas de salud pública, que se atenuarían con una regulación relativa a controles sanitarios? Según Michel Sibidé, director de ONUSIDA, entre 2000 y 2007, la tasa de nuevos casos de sida en Europa se ha duplicado y es una tendencia muy preocupante. (Lantiagua Isabel, 2009). Y afecta a mujeres y a hombres. Pero en la prostitución, la postura progresista choca con el feminismo radical. Más allá de acabar con el tráfico de personas, para el feminismo no puede existir la prostitución libremente elegida y regulada. Esta posición, que debería ser la «conservadora», es la «progresista». En Sevilla capital se multará a los clientes, pero no a las prostitutas, medida en la que parece latir un arcaico intento femenino por el control de la sexualidad masculina, de corte puramente machista. El mensaje: la prostitución también es violencia de género. Pero no se prohíbe; porque aquí el feminismo se encuentra con un dilema irresoluble: para «erradicarla», tendría que penalizar a las «víctimas». Se ha optado por darles una alternativa a algunas de ellas: la regularización preferente de su situación de inmigrantes ilegales. Entre el destierro a los inmigrantes «maltratadores» (a lo que se oponen frontalmente las organizaciones no gubernamentales del colectivo) y la regularización inmediata por «maltrato» o prostitución, la feminización de la inmigración en España, políticamente fidelizada, parece estar garantizada.