HACE muchos años, estando de gira, le mandé a Dave Eggers unas notas de un cuaderno de viaje —de Europa del Este, creo—, para que se divirtiera con su lectura. Es posible que las enviara por fax, así que fue hace mucho tiempo. Dave pensó que arrojaban luz sobre lo que era realmente la vida de un músico de gira, que constituían una mirada a un mundo que para él no había sido revelado. Sus comentarios me resultaron alentadores y apasionantes, pero eso fue antes de la era de los blogs, así que mis cartas permanecieron inéditas, aunque alguna anécdota se coló en mi anterior libro sobre bicicletas y ciudades. El entusiasmo de Dave plantó la semilla para que quizá algún día yo escribiera sobre música. Pero sentía recelo respecto a seguir ese camino —la estantería de «biografía de rockero entrado en años» está abarrotada— y me resistí durante mucho tiempo, pero parece que ha llegado el día. Creo que me convencí de que el mundo de la música es más amplio que el de mi experiencia personal, pero mi experiencia figura aquí también.
Scott Moyers, hoy en Penguin Press, hizo el primer borrador y ayudó a darle estructura a todo esto, que luego pasó al equipo de McSweeney: Ethan Nosowsky ha sido el editor principal. Adam Krefman, Dave Eggers (diseño de la portada), Chelsea Hogue y Walter Green, todos colaboraron en el contenido, el diseño (Walter hizo la mayor parte de la maquetación interior) y la laboriosa contratación de derechos de imágenes. Mi propio despacho, Todomundo, ha dedicado varios años a encarrilar el proyecto: LeeAnn Rossi ha trabajado en la coordinación general y Frank Hendler ha ayudado en la investigación del negocio de la música en el capítulo siete, así como mi manager David Whitehead. Mis representantes comerciales Lia Sweet, Nan Lanigan e Illene Bashinsky fueron también de gran ayuda en nuestro intento de descifrar y presentar las finanzas de los músicos y dar con la máxima claridad una contabilidad transparente de un par de proyectos míos.
Mi agente literario, Andrew Wylie, fue comprensivo cuando le expliqué que este libro no sería una autobiografía ni una serie de artículos con reflexiones, sino un poco de ambas cosas. Ahora que ya está hecho es un poco más fácil de explicar.
Gracias a Sally Singer por insisitir en que le diera un último repaso a la obra. Gracias también a toda la gente que me ha permitido usar sus fotos, citas y diagramas, y a los propietarios de los derechos de los fragmentos de música incluidos en el libro electrónico.