El salón de los TESMAN. Las cortinas de la antesala están corridas. Igual las de la cristalera. La lámpara, con pantalla, arde rebajada sobre la mesa. En la estufa, cuya puerta está abierta, ha habido fuego, ahora casi apagado.
La SEÑORA ELVSTED, envuelta en un gran chal y con los pies sobre un escabel, está sentada junto a la estufa, recostada en un sillón. HEDDA duerme sobre el sofá tapada con una manta.
SEÑORA ELVSTED (Tras una pausa, se incorpora rápidamente y escucha con impaciencia. Después vuelve a hundirse en el sillón y suspira.)
¡Aún no!… Dios mío, Dios mío… ¡Aún no!
(BERTA entra cautelosamente del vestíbulo. Lleva una carta en la mano.)
SEÑORA ELVSTED (Se vuelve y susurra ansiosamente.)
¿Qué?… ¿Ha venido alguien?
BERTA (En voz baja.)
Sí, acaba de llegar una muchacha con esta carta.
SEÑORA ELVSTED (Rápida, alargando la mano.)
¡Una carta! ¡Démela!
BERTA
No, es para el doctor, señora.
SEÑORA ELVSTED
Ah, ya.
BERTA
La trajo la muchacha de la señorita Tesman. La pondré en la mesa.
SEÑORA ELVSTED
Sí, hágalo.
BERTA (Colocando la carta.)
Mejor sería que apagase la lámpara. Empieza a humear.
SEÑORA ELVSTED
Sí, apáguela. Pronto será de día.
BERTA (Apagando.)
Es de día ya, señora.
SEÑORA ELVSTED
¡Ah, ya es de día! ¡Y aún no ha vuelto!…
BERTA
Dios mío… ya me imaginaba que ocurriría algo así.
SEÑORA ELVSTED
¿De verdad?
BERTA
Sí, cuando vi que cierta persona había vuelto a la ciudad… Y salía con ellos. Porque ese señor dio mucho que hablar en tiempos.
SEÑORA ELVSTED
No hable tan alto. Va a despertar a la señora.
BERTA (Mirando al sofá, suspira.)
No, Dios mío… que duerma la pobre… ¿Echo más leña a la estufa?
SEÑORA ELVSTED
Gracias, por mí no se moleste.
BERTA
Bien, entonces. (Sale silenciosamente por el vestíbulo.)
HEDDA (Despertándose al cerrarse la puerta y mirando.)
¿Qué pasa?
SEÑORA ELVSTED
Era sólo la doncella.
HEDDA (Mirando en torno.)
¡Ah, aquí!… Sí, ahora recuerdo… (Se incorpora, sentándose en el sofá, se despereza y se frota los ojos.) ¿Qué hora es, Thea?
SEÑORA ELVSTED (Mirando su reloj.)
Las siete pasadas.
HEDDA
¿A qué hora vino Tesman?
SEÑORA ELVSTED
No ha venido aún.
HEDDA
¿Todavía no ha vuelto?
SEÑORA ELVSTED (Levantándose.)
No ha venido nadie.
HEDDA
Y nosotras sentadas aquí en vela, esperando hasta las cuatro…
SEÑORA ELVSTED (Retorciéndose las manos.)
¡Y con la impaciencia con que le he estado esperando!
HEDDA (Bosteza, tapándose la boca.)
Sí… nos lo podríamos haber ahorrado.
SEÑORA ELVSTED
¿Has dormido algo?
HEDDA
Oh, sí. He dormido perfectamente. ¿Y tú?
SEÑORA ELVSTED
No he pegado un ojo. ¡No he podido, Hedda! Me ha sido completamente imposible.
HEDDA (Se levanta y se acerca a ella.)
¡Bueno, bueno! No hay por qué tomarlo por la tremenda. Me imagino lo que ha ocurrido.
SEÑORA ELVSTED
¿Sí? ¿Qué crees?
HEDDA
Pues que la reunión en casa del juez ha durado hasta las tantas…
SEÑORA ELVSTED
Dios mío, claro… así habrá sido. Pero de todas formas…
HEDDA
Y entonces, comprendes, Tesman no ha querido volver y hacer ruido tocando el timbre de madrugada. (Ríe.) Quizá haya preferido no mostrarse… después de semejante orgía.
SEÑORA ELVSTED
Pero, querida, ¿dónde puede estar?
HEDDA
Sin duda habrá ido a dormir a casa de sus tías. Hasta conservan su antiguo cuarto.
SEÑORA ELVSTED
No, no puede haber ido a su casa. Porque justo acaba de llegar una carta de la señorita Tesman para él. Ahí está.
HEDDA (Mira el sobre.)
Sí, es la letra de tía Juli. Entonces sigue en casa del juez. Y Eilert Lovborg estará allí… coronado de pámpanos, leyendo en voz alta.
SEÑORA ELVSTED
Hedda, estás diciendo cosas que no crees.
HEDDA
La verdad es que eres un poco tonta, Thea.
SEÑORA ELVSTED
Quizá lo sea, por desgracia.
HEDDA
Y qué cansada pareces.
SEÑORA ELVSTED
Sí, lo estoy. Terriblemente.
HEDDA
Bueno, vas a hacer lo que yo te diga. Ve a mi cuarto y acuéstate un rato.
SEÑORA ELVSTED
Oh, no, no… no tengo pizca de sueño.
HEDDA
Sí, hazlo.
SEÑORA ELVSTED
Pero tu marido llegará enseguida. Y entonces sabré…
HEDDA
Te avisaré cuando venga.
SEÑORA ELVSTED
¿Me lo prometes, Hedda?
HEDDA
Pierde cuidado.
SEÑORA ELVSTED
Gracias. Intentaré dormir algo. (Sale por la antesala.)
(HEDDA se acerca a la cristalera y descorre las cortinas. La luz del día inunda la sala. Después toma del escritorio un pequeño espejo de mano, se mira y se arregla el pelo. Se dirige a la puerta del vestíbulo y toca la campanilla.)
(BERTA asoma un poco después en la puerta.)
BERTA
¿Desea algo la señora?
HEDDA
Sí. Ponga más leña en la estufa. Me estoy quedando helada.
BERTA
Seguro… en nada se pondrá esto caliente. (Remueve las brasas y añade un leño.)
BERTA (Se detiene, escuchando.)
Suena el timbre de la calle, señora.
HEDDA
Vaya a abrir. Yo me encargaré de la estufa.
BERTA
Enseguida prenderá. (Marcha por la puerta del vestíbulo.)
(HEDDA se arrodilla en el escabel y coloca más leños en la estufa.)
(Después de una pausa entra JORGE TESMAN por el vestíbulo. Parece cansado y preocupado. Se desliza de puntillas hacia la antesala, con la intención de escurrirse entre las cortinas.)
HEDDA (Junto a la estufa, sin mirar.)
Buenos días.
TESMAN (Volviéndose.)
¡Hedda! (Se aproxima.) ¿Pero cómo estás levantada tan pronto? ¿Eh?
HEDDA
Sí, hoy me he levantado tempranísimo.
TESMAN
¡Y yo que creía que estarías todavía durmiendo! ¡Figúrate, Hedda!
HEDDA
No hables tan alto. La señora Elvsted está acostada en mi cuarto.
TESMAN
¿Es que ha pasado la noche aquí?
HEDDA
Sí, no ha venido nadie para acompañarla a casa.
TESMAN
No, ya supongo.
HEDDA (Cierra la puerta de la estufa y se incorpora.)
Bueno, ¿os habéis divertido en casa del juez?
TESMAN
¿Has estado preocupada por mí? ¿Eh?
HEDDA
No, nada de eso. Lo que he preguntado es si te divertiste.
TESMAN
Pues sí, bastante. Por una vez… Sobre todo al principio, diría yo, cuando Eilert me leyó su trabajo. Llegamos más de una hora antes… ¡Figúrate! Y Brack tenía que ocuparse de muchas cosas. Y mientras tanto, Eilert aprovechó para leerme.
HEDDA (Sentándose a la derecha de la mesa.)
¡Bueno, cuéntame!
TESMAN (Sentándose en un taburete junto a la estufa.)
¡No, Hedda, no puedes darte idea de cómo es la obra! Diría que es lo más extraordinario que se haya escrito nunca. ¡Figúrate!
HEDDA
Sí, sí, no es asunto que me interese mucho…
TESMAN
He de confesarte una cosa, Hedda. Después que hubo leído… me pasó algo terrible.
HEDDA
¿Algo terrible?
TESMAN
Sentí envidia de que Eilert fuera capaz de escribir algo así. ¡Figúrate, Hedda!
HEDDA
¡Sí, sí, me lo figuro!
TESMAN
Y pensar… que con todo su talento… es por desgracia incorregible.
HEDDA
¿Quieres decir que vive con mayor intensidad que los demás?
TESMAN
No, Dios mío… que no sabe dominarse en el placer, ¿sabes?
HEDDA
¿Y qué pasó después?
TESMAN
Yo diría que sería más propio llamarlo una bacanal.
HEDDA
¿Iba coronado de pámpanos?
TESMAN
¿De pámpanos? No, no le vi ninguno. Pero nos dio un largo y desordenado discurso acerca de la mujer que le ha inspirado el libro. Sí, así es como dijo.
HEDDA
¿Citó su nombre?
TESMAN
No, no la nombró. Pero tengo la sospecha de que no podía ser otra que la señora Elvsted. ¿Qué te parece?
HEDDA
Ya… ¿cuándo te separaste de él?
TESMAN
Al volver. Salimos… los que quedábamos… al mismo tiempo. Y Brack nos acompañó para tomar un poco de aire fresco. Y entonces, sabes, decidimos acompañar a Eilert a casa… ¡Estaba tan bebido!
HEDDA
No digas.
TESMAN
¡Pero ahora viene lo asombroso, Hedda! O lo lamentable, diría mejor. Oh…, casi me avergüenzo… a causa de Eilert… de contarlo…
HEDDA
¿Qué fue?
TESMAN
Pues verás, en el camino de vuelta me retrasé un poco. Sólo unos pocos minutos… ¡Figúrate!
HEDDA
Sí, por favor, ¿y qué?
TESMAN
Pues que cuando me apresuré a reunirme con los otros… ¿a qué no sabes lo que encontré en la acera? ¿Eh?
HEDDA
No, ¿cómo lo voy a saber?
TESMAN
No se lo digas a nadie, Hedda. ¿Me oyes? Prométemelo por Eilert. (Saca un paquete envuelto en papel del bolsillo del abrigo.) Figúrate… encontré esto.
HEDDA
¿No es el paquete que trajo ayer?
TESMAN
¡Naturalmente, su precioso, insustituible manuscrito! Y lo había perdido… sin darse cuenta. ¡Figúrate, Hedda! ¿No es lamentable…?
HEDDA
¿Pero por qué no se lo devolviste entonces?
TESMAN
No, no me atreví… en el estado en que se encontraba…
HEDDA
¿Le contaste a alguno de los otros que lo habías encontrado?
TESMAN
Oh, nada de eso. No lo hice por el bien de Eilert, ¿entiendes?
HEDDA
¿Luego nadie sabe que tienes el manuscrito?
TESMAN
No. Y nadie debe saberlo.
HEDDA
¿Y qué le dijiste después?
TESMAN
No tuve ocasión de hablar con él. Porque cuando llegábamos a la ciudad les perdimos, a él y a dos o tres más. ¡Figúrate!
HEDDA
Seguro que le acompañaron a casa.
TESMAN
Sí, sí, probablemente. Y Brack se marchó por su lado.
HEDDA
¿Y en qué te entretuviste después?
TESMAN
Bueno, yo y algunos de los otros nos fuimos a casa de uno de los invitados, a tomar el primer café del día. O el último de la noche, sería mejor llamar. ¿Eh? Pero en cuanto haya descansado un poco… y Eilert la haya dormido, el pobre, iré a devolverle el paquete.
HEDDA (Extiende la mano hacia el paquete.)
¡No…, no se lo devuelvas! Aún no, quiero decir. Déjame que lo lea.
TESMAN
No, querida, no me atrevo a hacer eso.
HEDDA
¿No te atreves?
TESMAN
No… imagínate su desesperación cuando se despierte y eche de menos el manuscrito. Porque no tiene ninguna copia, ¿sabes? Lo dijo él mismo.
HEDDA (Mirándole inquisitivamente.)
¿Y no puede volver a escribirse? Repetirse …
TESMAN
No, no lo creo posible. Porque la inspiración… ¿comprendes?
HEDDA
Sí, sí, ya veo… (Incidentalmente.) Ah, por cierto… hay una carta para ti.
TESMAN
¡Sí, figúrate!
HEDDA (Entregándosela.)
Llegó a primera hora esta mañana.
TESMAN
¡De tía Juli, sabes! ¿Qué puede ser? (Deposita el manuscrito en el otro taburete, abre la carta, la lee rápidamente y se levanta de un salto.) ¡Oh, Hedda… dice que la pobre tía Rina está en las últimas!
HEDDA
Era de esperar.
TESMAN
Y que si quiero verla por última vez, debo darme prisa. Me voy corriendo.
HEDDA (Reprimiendo una sonrisa.)
¿Te vas corriendo?
TESMAN
¡Queridísima Hedda… si te decidieras a acompañarme! Piénsalo.
HEDDA (Se levanta y dice con cansancio y repugnancia.)
No, no, no me pidas semejante cosa. No quiero saber nada de enfermedades ni de muertes. Déjame fuera de esos horrores.
TESMAN
Bueno, entonces… (Se mueve agitadamente.) ¿Y mi sombrero?… ¿Mi abrigo?… Ah, sí, en el vestíbulo… Con tal de que no llegue demasiado tarde, Hedda. ¿Eh?
HEDDA
Como vas a ir corriendo…
(BERTA entra por la puerta del vestíbulo.)
BERTA
El juez Brack se encuentra fuera y desea saludarles.
TESMAN
¡Justo ahora! No, no puedo recibirle.
HEDDA
Pero yo sí puedo. (A BERTA.) Que pase el señor juez.
(Sale BERTA.)
HEDDA (Rápidamente, en susurro.)
¡El paquete, Tesman! (Lo toma del taburete.)
TESMAN
¡Sí, dámelo!
HEDDA
No, no, lo guardaré hasta que vuelvas.
(Se dirige al escritorio y lo coloca en la estantería. TESMAN, en su aturdimiento, no acierta a ponerse los guantes.)
(El JUEZ BRACK entra del vestíbulo.)
HEDDA (Saludándole con un gesto.)
Es usted todo un madrugador.
BRACK
Sí, ¿no es cierto? (A TESMAN.) ¿Va usted a salir?
TESMAN
Sí, tengo precisión de ir a casa de las tías. ¿Sabe?… la enferma está en las últimas, la pobre.
BRACK
Oh, Dios mío, ¿de verdad? Pero no se entretenga por mí. En momentos así…
TESMAN
Sí, de veras tengo que salir corriendo… ¡Adiós! ¡Adiós!
(Sale precipitadamente por la puerta del vestíbulo.)
HEDDA (Aproximándosele.)
Parece que su reunión de anoche resultó algo más que animada, señor juez.
BRACK
Ni me he podido cambiar de ropa, señora Tesman.
HEDDA
¿Usted tampoco?
BRACK
No, ya lo ve. ¿Pero qué le ha contado Tesman de las experiencias de la noche?
HEDDA
Bah, cosas bastante aburridas. Sólo que fue a tomar café a casa de alguien.
BRACK
De la invitación a café ya estoy informado. ¿Eilert Lovborg no fue con ellos, según creo?
HEDDA
No, le acompañaron a casa antes.
BRACK
¿Y fue Tesman?
HEDDA
No; fueron otros, según dijo.
BRACK (Sonríe.)
Jorge Tesman es en verdad un alma crédula, señora.
HEDDA
Sí, por supuesto. ¿Es que hay algo más?
BRACK
Sí, más bien.
HEDDA
Ah, entonces vamos a sentarnos, querido juez. Así me lo contará mejor. (Se sienta a la izquierda de la mesa. BRACK lo hace a su lado, en la parte alargada de ésta.)
HEDDA
Bueno, ¿entonces?
BRACK
Tenía particulares motivos para seguir la pista de mis invitados de anoche… o, mejor dicho, de algunos de ellos.
HEDDA
¿Entre los que estaba quizá Eilert Lovborg?
BRACK
Debo confesarlo… sí.
HEDDA
Empieza usted a intrigarme…
BRACK
¿Sabe usted dónde pasaron el resto de la noche, él y algunos otros más, señora Tesman?
HEDDA
Dígamelo, si es que puede decirse.
BRACK
Claro que se puede. Acudieron a una velada sumamente interesante.
HEDDA
¿De las animadas?
BRACK
De las más animadas.
HEDDA
Diga algo más, señor juez…
BRACK
Lovborg había recibido una invitación de antemano, como los otros. Me he informado perfectamente de ello. Pero se había negado a asistir. Porque ahora pasa por ser un hombre regenerado, como usted sabe.
HEDDA
En casa del magistrado Elvsted, sí. ¿Pero así y todo fue?
BRACK
Sí, verá, señora… por desgracia le vino la inspiración en casa anoche…
HEDDA
Sí, ya he oído que estaba inspirado.
BRACK
Inspirado en exceso. El caso es que cambió de idea, supongo. Porque nosotros, los hombres, no mantenemos siempre los principios con la firmeza que debiéramos.
HEDDA
Oh, usted es sin duda una excepción, juez Brack. ¿Y entonces Lovborg…?
BRACK
Bueno, dicho en pocas palabras… al final recaló en los salones de la señorita Diana.
HEDDA
¿La señorita Diana?
BRACK
Era ella la que daba la fiesta. Para un selecto grupo de amigos y admiradores.
HEDDA
¿Se trata de una pelirroja?
BRACK
Justamente.
HEDDA
¿Una especie de cantante?
BRACK
Bueno, sí… entre otras cosas. Y entre nosotros, una peligrosa cazadora… de hombres… señora Tesman. Seguro que ha oído hablar de ella. Eilert Lovborg fue uno de sus más ardientes protectores… en su época de prosperidad.
HEDDA
¿Y cómo acabó el asunto?
BRACK
No muy amistosamente, parece ser. La señorita Diana le recibió de la forma más tierna, pero acabaron llegando a las manos…
HEDDA
¿Con Lovborg?
BRACK
Sí. La acusó, a ella o a sus amigas, de robo. Afirmó que su cartera había desaparecido. Y otros objetos. En pocas palabras, debió de dar un espectáculo lamentable.
HEDDA
¿Y qué sucedió después?
BRACK
Lo que sucedió fue ni más ni menos que una vulgar reyerta entre damas y caballeros. Por suerte al final acudió la policía.
HEDDA
¿Hasta la policía?
BRACK
Sí. Pero la broma le va a resultar cara a Eilert Lovborg, el muy insensato.
HEDDA
¿Por qué?
BRACK
Ofreció una resistencia violenta. Le golpeó en la oreja a uno de los guardias y le rompió el uniforme. Así es que lo llevaron detenido.
HEDDA
¿Quién le ha contado todo esto?
BRACK
La misma policía.
HEDDA (Como para sí.)
Luego eso es lo que ocurrió. Nada de coronas de pámpanos.
BRACK
¿Pámpanos, señora Tesman?
HEDDA (Con voz normal.)
Pero dígame, juez Brack… ¿por qué sigue los pasos y espía a Eilert Lovborg?
BRACK
En primer lugar, no me puede resultar indiferente el que se descubra durante el juicio que había ido directamente de mi casa.
HEDDA
¿Es que va a haber juicio?
BRACK
Por supuesto. Bueno, sea lo que fuere. Pero creo que como amigo de la casa, tengo la obligación de poner al corriente, a usted y a Tesman, de sus andanzas nocturnas.
HEDDA
¿Y por qué motivo, señor juez?
BRACK
Porque tengo la viva sospecha de que intentará utilizarla a usted de pantalla.
HEDDA
¡Cómo se le puede ocurrir semejante cosa!
BRACK
Oh, Dios mío… no estamos ciegos, señora Tesman. ¡Piénselo! Esta señora Elvsted seguro que no vuelve enseguida a su casa.
HEDDA
Bueno, si hubiera algo entre ellos, sin duda hay muchos otros sitios en que puedan encontrarse.
BRACK
En casa de nadie. Desde ahora, ninguna casa decente volverá a abrirse para Eilert Lovborg.
HEDDA
¿Y lo mismo debe ocurrir con la mía, quiere usted decir?
BRACK
Sí. Confieso que me resultaría sumamente penoso si este caballero tuviese libre acceso a esta casa. Si él, un superfluo… y un extraño… se introdujera en…
HEDDA
¿…en el triángulo?
BRACK
Exacto. Para mí sería como quedarme sin hogar.
HEDDA (Mirándole y sonriendo.)
Entonces… el único gallito del lugar… ése es su objetivo.
BRACK (Asintiendo lentamente y bajando la voz.)
Sí, ése es mi objetivo. Y lucharé por él… con todos los medios a mi alcance.
HEDDA (Dejando de sonreír.)
Es usted un hombre peligroso… cuando llega el momento.
BRACK
¿Cree usted?
HEDDA
Sí, comienzo a creerlo. Y me alegro… mientras no tenga usted poder sobre mí.
BRACK (Ríe ambiguamente.)
Sí, sí, señora Tesman… quizá tenga razón. No sé de qué sería capaz, si lo tuviera.
HEDDA
¡Pero escuche, señor juez! Eso suena casi a una amenaza.
BRACK (Levantándose.)
¡Oh, nada de eso! El triángulo, sabe… debe establecerse y mantenerse a voluntad de todas las partes.
HEDDA
Eso es lo que creo.
BRACK
Bueno, ya le he dicho lo que quería. Ahora he de marcharme. ¡Adiós señora Tesman! (Se dirige a la cristalera.)
HEDDA (Se levanta.)
¿Sale por el jardín?
BRACK
Sí, es lo más corto.
HEDDA
Y además es una puerta trasera.
BRACK
Cierto. No tengo nada contra las puertas traseras. En ocasiones pueden ser muy excitantes.
HEDDA
¿Cuando se dispara con bala, quiere usted decir?
BRACK (En la puerta, riendo.)
¡No se dispara contra un gallito doméstico!
HEDDA (Siguiendo con la risa.)
Oh, no, sobre todo cuando sólo se tiene uno…
(Se despiden, riendo, con una inclinación de cabeza. Él sale. Ella cierra la puerta tras él.)
(HEDDA permanece un momento mirando afuera pensativamente. Después se aproxima y mira por las cortinas de la antesala. Se dirige al escritorio, toma el paquete de LOVBORG de la estantería y hojea los papeles. Se oye la voz de BERTA, excitada, en el vestíbulo. HEDDA se vuelve y escucha. Guarda rápidamente el paquete en el cajón y coloca la llave en el escritorio.)
(EILERT LOVBORG, con el abrigo puesto y el sombrero en la mano, abre de golpe la puerta del vestíbulo. Parece algo agitado e irritado.)
LOVBORG (Vuelto hacia el vestíbulo.)
¡Yo le digo que tengo que pasar y pasaré! ¡Déjeme!
(Cierra la puerta, se vuelve, ve a HEDDA, se domina inmediatamente y saluda.)
HEDDA (Junto al escritorio.)
Bueno, señor Lovborg, qué tarde viene usted a buscar a Thea.
LOVBORG
O qué temprano vengo a visitarla a usted. Mil perdones.
HEDDA
¿Cómo sabe usted que ella se encuentra aún aquí?
LOVBORG
Me dijeron en su pensión que no había vuelto en toda la noche.
HEDDA (Yendo a la mesa del salón.)
¿Observó usted algo especial en quienes se lo dijeron?
LOVBORG (Mirándola interrogativamente.)
¿Observar algo?
HEDDA
Quiero decir, ¿si no lo encontraban extraño?
LOVBORG (Comprendiendo súbitamente.)
¡Ah, ya, es verdad! ¡La hundo conmigo! No, no observé nada… ¿No se ha levantado aún Tesman?
HEDDA
No… no creo…
LOVBORG
¿Cuándo volvió?
HEDDA
Tardísimo.
LOVBORG
¿Le ha contado algo?
HEDDA
Sí, ya sé que la velada del juez Brack fue sumamente animada.
LOVBORG
¿Nada más?
HEDDA
No, me parece que no. De todas formas, yo estaba muerta de sueño…
(La SEÑORA ELVSTED entra de la antesala.)
SEÑORA ELVSTED (Dirigiéndose hacia él.)
¡Ah, Lovborg! ¡Por fin!
LOVBORG
Sí, por fin. Demasiado tarde.
SEÑORA ELVSTED (Mirándole angustiada.)
¿Qué es demasiado tarde?
LOVBORG
Todo es demasiado tarde ya. Es el fin para mí.
SEÑORA ELVSTED
¡Oh, no, no… no digas eso!
LOVBORG
Tú misma lo dirás cuando lo oigas…
SEÑORA ELVSTED
¡No quiero oír nada!
HEDDA
¿Quizá prefiera hablar a solas con ella? Me voy.
LOVBORG
No, quédese… Usted también. Se lo ruego.
SEÑORA ELVSTED
¡Es que no quiero oír nada, te digo!
LOVBORG
No es de lo ocurrido anoche de lo que quiero hablar.
SEÑORA ELVSTED
¿Entonces de qué…?
LOVBORG
Es que a partir de ahora debemos seguir distintos caminos.
SEÑORA ELVSTED
¡Distintos caminos!
HEDDA (Involuntariamente.)
¡Lo sabía!
LOVBORG
Ya no te necesito, Thea.
SEÑORA ELVSTED
¿Cómo puedes decir eso? ¡Que no me necesitas! ¿No puedo ayudarte como antes? ¿Es que no continuaremos trabajando juntos?
LOVBORG
No tengo intención de seguir trabajando.
SEÑORA ELVSTED (Con desesperación.)
¿Qué sentido va a tener mi vida entonces?
LOVBORG
Debes tratar de vivir como si nunca me hubieras conocido.
SEÑORA ELVSTED
¡Pero no puedo hacer eso!
LOVBORG
Inténtalo, Thea. Debes volver a casa…
SEÑORA ELVSTED (Exasperada.)
¡Jamás! ¡Estaré donde estés tú! ¡No permitiré que se me aparte de esta forma! ¡Me quedaré aquí! Estaré contigo cuando aparezca el libro.
HEDDA (A media voz, tensa.)
¡El libro… sí!
LOVBORG (Mirándola.)
Mi libro y el de Thea. Porque es de los dos.
SEÑORA ELVSTED
Sí, ése es mi sentimiento. ¡Y por eso tengo derecho a estar contigo cuando se publique! Quiero presenciar cómo te hará recuperar el respeto y la consideración. Y la alegría… la alegría, la quiero compartir contigo.
LOVBORG
Thea… nuestro libro no se publicará nunca.
HEDDA
¡Ah!
SEÑORA ELVSTED
¡No se publicará nunca!
LOVBORG
No puede publicarse.
SEÑORA ELVSTED (Con angustiada sospecha.)
Lovborg… ¿qué has hecho con el manuscrito?
HEDDA (Mirándole con excitación.)
¿Sí, el manuscrito…?
SEÑORA ELVSTED
¿Dónde está?
LOVBORG
Oh, Thea… no me lo preguntes.
SEÑORA ELVSTED
Sí, sí, quiero saberlo. Tengo derecho a saberlo ahora mismo.
LOVBORG
El manuscrito… Bueno… el manuscrito, lo he roto en mil pedazos.
SEÑORA ELVSTED (Gritando.)
¡No, no…!
HEDDA (Impulsivamente.)
¡Pero eso no es…!
LOVBORG (Mirándola.)
¿No es cierto, cree usted?
HEDDA (Calmándose.)
No… claro. Si usted lo dice. Pero resulta tan increíble…
LOVBORG
Pues es verdad a pesar de todo.
SEÑORA ELVSTED (Retorciéndose las manos.)
¡Dios mío, Dios mío… Hedda…, hacer pedazos su propia obra!
LOVBORG
He hecho pedazos mi propia vida. Así es que bien puedo hacer pedazos mi propia obra…
SEÑORA ELVSTED
¡Y lo has hecho esta noche!
LOVBORG
Sí, ya te he dicho. En mil pedazos. Y los he esparcido a lo largo del fiordo. Muy lejos. Después de todo es agua limpia y salada. Que floten sobre ella. Que los lleven la corriente y el viento hasta que acaben por hundirse. Cada vez más y más hondo. Como yo, Thea.
SEÑORA ELVSTED
Sabes, Lovborg, lo que has hecho con el libro… Toda mi vida pensaré que has matado a un niño.
LOVBORG
Tienes razón. Como matar a un niño.
SEÑORA ELVSTED
¡Pero cómo has sido capaz…! El niño era también mío.
HEDDA (Casi sin voz.)
Oh, el niño…
SEÑORA ELVSTED (Suspirando.)
Se acabó. Me voy, Hedda.
HEDDA
¿Pero no te marchas definitivamente de la ciudad?
SEÑORA ELVSTED
Ni yo sé lo que voy a hacer. Todo está oscuro ante mí.
(Sale por la puerta del vestíbulo.)
HEDDA (Tras una corta pausa.)
¿No la acompaña a casa, señor Lovborg?
LOVBORG
¿Yo? ¿Por la calle? ¿Para que la gente nos vea juntos?
HEDDA
No sé qué más ha ocurrido esta noche. ¿Pero es algo tan irreparable?
LOVBORG
No se trata sólo de esta noche. Estoy completamente seguro. Es que no quiero vivir esta clase de vida. No volver a vivirla. Es el ánimo de vivir y de luchar lo que ella ha roto en mí.
HEDDA (Como para sí.)
La muy tontita ha puesto la mano en el destino de un hombre. (Mirándole.) Pero aun así, ¿cómo ha podido usted ser tan cruel con ella?
LOVBORG
¡Oh, no diga que he sido cruel!
HEDDA
Destruir lo que ha mantenido su vida tanto tiempo. ¿No le llama usted a eso crueldad?
LOVBORG
A usted puedo decirle la verdad, Hedda.
HEDDA
¿La verdad?
LOVBORG
Prométame primero… déme su palabra de que lo que ahora le confío no llegará nunca a oídos de Thea.
HEDDA
Le doy mi palabra.
LOVBORG
Bien. Entonces le diré que no era verdad lo que acabo de decir.
HEDDA
¿Sobre el manuscrito?
LOVBORG
Sí. No lo he roto en pedazos. Ni lo he tirado al fiordo.
HEDDA
No… Pero entonces… ¿dónde está?
LOVBORG
Lo he destruido de todas formas. ¡Por completo, Hedda!
HEDDA
No lo entiendo.
LOVBORG
Thea dijo que lo que yo había hecho era para ella como matar a un niño.
HEDDA
Sí…, eso es lo que dijo.
LOVBORG
Pero matar a un hijo… no es lo peor que un padre puede hacer contra él.
HEDDA
¿No es lo peor?
LOVBORG
No. Lo peor es lo que he querido evitar que Thea supiera.
HEDDA
¿Y qué es lo peor?
LOVBORG
Supongo, Hedda, que un hombre… una mañana… después de una noche de delirio y de orgía, regresa a casa de la madre de su hijo y le dice: Oye… he estado en tal y cual sitio. Aquí y allá. Y llevaba conmigo a nuestro hijo. Aquí y allá. He perdido al niño. Así: perdido. Ni idea de dónde ha ido a parar. Ni en manos de quién está.
HEDDA
Pero… al fin y al cabo… era sólo un libro.
LOVBORG
El alma entera de Thea estaba en él.
HEDDA
Sí, lo comprendo.
LOVBORG
Y también comprenderá que no puede haber un futuro común para nosotros dos.
HEDDA
¿Y qué camino va usted a seguir?
LOVBORG
Ninguno. Sólo poner fin a todo. Cuanto antes, mejor.
HEDDA (Acercándose un paso.)
Eilert Lovborg… escuche… ¿no podría hacerlo con… con belleza?
LOVBORG
¿Con belleza? (Sonríe.) Coronado de pámpanos, como usted me veía en tiempos…
HEDDA
Oh, no. Los pámpanos… ya no creo en ellos. Pero con belleza, de todas formas. ¡Por una vez siquiera!… ¡Adiós! Debe marcharse ahora. Y no volver.
LOVBORG
Adiós, señora. Y salude a Jorge Tesman de mi parte.
(Se dispone a marcharse.)
HEDDA
¡No, espere! Debe llevarse un recuerdo mío.
(Se dirige al escritorio y abre el estuche de las pistolas. Vuelve junto a LOVBORG con una de ellas.)
LOVBORG (Mirando a ella.)
¿Esto? ¿Es éste el recuerdo?
HEDDA (Asintiendo lentamente.)
¿No la reconoce? En cierta ocasión fue apuntada contra usted.
LOVBORG
Debió usted haberla usado entonces.
HEDDA
¡Tome! Úsela ahora.
LOVBORG (Guardando la pistola en el bolsillo del pecho.)
¡Gracias!
HEDDA
Y hágalo con belleza, Eilert Lovborg. ¡Prométamelo!
LOVBORG
Adiós, Hedda Gabler.
(Sale por la puerta del vestíbulo.)
(HEDDA escucha un momento junto a la puerta. Después se dirige al escritorio y toma el paquete con el manuscrito, examina un momento la cubierta, saca algunas de las páginas y las mira. Marcha después con el paquete y se sienta en el sillón junto a la estufa, con el paquete en el regazo. Poco después abre la puerta de la estufa y deshace el paquete.)
HEDDA (Arrojando hojas al fuego, dice para sí en un susurro.)
¡Mira cómo quemo a tu niño, Thea!… ¡Thea, con tu pelo ondulado! (Arroja algunas hojas más a la estufa.) Tu niño y de Eilert Lovborg. (Arroja el resto.) ¡Cómo quemo, cómo quemo al niño!