Espacioso salón, agradable y elegantemente amueblado, decorado en tonos oscuros. Al foro hay una amplia apertura con cortinas descorridas. Esta entrada comunica con una habitación menor, decorada en el mismo estilo que el salón. En el lateral derecho de éste, una puerta plegable lleva al vestíbulo. En la pared opuesta, a la izquierda, una puerta de cristales, igualmente con cortinas descorridas. A través de los cristales se ve parte de la inmediata terraza y árboles de colores otoñales. En primer término hay una mesa ovalada cubierta con un tapete y sillas alrededor. Delante, en el lateral derecho, una gran estufa de porcelana, oscura, un sillón de alto respaldo, un escabel con cojín y dos taburetes. En el ángulo derecho, un sofá de rincón y una mesita redonda. En primer término izquierda, algo distante de la pared, un sofá. Más allá de la puerta de cristales, un piano. A ambos lados de la apertura del foro hay repisas con objetos de terracota y porcelana. Ante la pared posterior de la salita se ve un sofá, una mesa y un par de sillas. Sobre el sofá cuelga el retrato de un apuesto anciano con uniforme de general. Sobre la mesa, una lámpara de techo con globo de cristal opalino. Por todo el salón, abundantes ramos de flores colocados en jarrones y vasos. Otros se encuentran en las mesas. Los suelos de ambas habitaciones están cubiertos de gruesas alfombras. Luz de mañana. El sol brilla a través de la cristalera.
La señorita Juliana TESMAN, con sombrero y sombrilla, entra del vestíbulo, seguida de BERTA, que lleva un ramo de flores envuelto en papel. La SEÑORITA TESMAN es una buena señora de apariencia apacible y unos sesenta y cinco años. Pulcra y sencillamente vestida con un traje de calle gris. BERTA es una criada entrada en años, de aspecto simple y algo campesino.
SEÑORITA TESMAN (Se detiene ante la puerta, escucha y dice en voz baja.)
¡Vaya, no creo que se hayan levantado aún!
BERTA (En igual tono.)
Ya lo dije, señorita. Imagínese…, con lo tarde que llegó el barco anoche. ¡Y después! Dios mío… la de cosas que desempaquetó la señora antes de irse a la cama.
SEÑORITA TESMAN
Bueno… dejémosles que descansen. Pero el aire fresco de la mañana les hará bien cuando vengan.
(Se dirige a la puerta de cristales y la abre de par en par.)
BERTA (Junto a la mesa, perpleja, con el ramo en la mano.)
La verdad es que no hay un palmo libre. Voy a ponerlas aquí, señorita. (Coloca el ramo sobre el piano.)
SEÑORITA TESMAN
Así es que ahora tienes nueva señora, querida Berta. Dios sabe lo que he sentido al perderte.
BERTA (Apunto de romper en lágrimas.)
Pues lo que es yo, señorita, ¿qué le voy a decir? Yo, que por tantísimos años he comido el pan de las señoritas.
SEÑORITA TESMAN
Hemos de tomar las cosas como vienen, Berta. No había más remedio. No podías dejar de estar con Jorge, sabes. Te necesita. Tú estás acostumbrada a cuidarle desde que era un chiquillo.
BERTA
Sí, señorita, pero me parte el alma dejar a la señorita Rina. La pobre, que no puede valerse por sí misma. ¡Y, encima, con la nueva muchacha! En la vida aprenderá a cuidar de un enfermo.
SEÑORITA TESMAN
Ya la enseñaré. Y la mayor parte lo haré yo misma, sabes. No debes angustiarte por mi pobre hermana, querida Berta.
BERTA
Sí, pero hay también algo más, señorita. No sé si sabré hacer las cosas a gusto de la señora.
SEÑORITA TESMAN
Sí, bueno…, al principio puede que haya alguna que otra dificultad…
BERTA
Porque seguro que es muy exigente.
SEÑORITA TESMAN
Y que lo digas. ¡La hija del general Gabler! ¡Y a lo que estaba acostumbrada en vida del general! ¿Te acuerdas cuando acompañaba a su padre a caballo? ¿Con el largo traje negro de amazona? ¿Y con plumas en el sombrero?
BERTA
¡Sí, sí… y tanto que me acuerdo! Pero no me hago a la idea de verlos marido y mujer, a ella y al señorito Jorge.
SEÑORITA TESMAN
Ni yo tampoco. Pero así es… y tú, Berta, ahora que me acuerdo: de aquí en adelante no debes decir el señorito Jorge. Debes decir el doctor.
BERTA
Sí, ya me lo dijo la señora… anoche… así que entraron. ¿Es verdad, señorita?
SEÑORITA TESMAN
Así es. Imagínate, Berta… le han hecho doctor en el extranjero. Ahora, durante el viaje, ¿entiendes? Yo no sabía una palabra… hasta que él me lo dijo en el muelle.
BERTA
Sí, es capaz de hacer lo que sea. Tan listo como es. Pero nunca pensé que fuera a curar a la gente.
SEÑORITA TESMAN
No, no es un doctor de ésos… (Con un gesto de inteligencia.) Además, puede que pronto le tengas que llamar algo más importante.
BERTA
Anda, ¿qué? ¿Qué va a ser, señorita?
SEÑORITA TESMAN (Sonriendo.)
Ejem… ¡si supieras!… (Emocionada.) ¡Ay, Señor, si el bendito Joaquín levantara la cabeza y viera a lo que ha llegado su niño! (Mirando alrededor.) Pero oye, Berta, ¿por qué has hecho esto? ¡Quitarles las fundas a todos los muebles!
BERTA
Me lo mandó la señora. Dijo que no le gustaban las fundas en las sillas.
SEÑORITA TESMAN
¿Pensarán usarlo como salón de diario?
BERTA
Sí, parece que sí. Así lo dijo la señora. Porque el… el doctor… no dijo nada.
(JORGE TESMAN entra canturreando por la derecha de la salida interior; lleva una maleta, vacía y abierta. Es un hombre de unos treinta y tres años, de estatura media y aspecto juvenil, algo corpulento, rostro franco, redondo y jovial, pelo y barba rubios. Lleva gafas y un batín cómodo, algo desaliñado.)
SEÑORITA TESMAN
¡Buenos días, buenos días, Jorge!
TESMAN (En la entrada.)
¡Tía Juli! ¡Querida tía! (Va hacia ella y le estrecha la mano.) ¡Te has dado la caminata… tan temprano! ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
Sí, tenía que ver como os habíais instalado.
TESMAN
¡Y sin haber descansado lo suficiente esta noche!
SEÑORITA TESMAN
Oh, igual da.
TESMAN
¿Llegaste bien a casa desde el muelle? ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
Sí, perfectamente, gracias a Dios. El juez tuvo la amabilidad de acompañarme a casa.
TESMAN
Sentimos mucho no poder llevarte en el coche. Pero ya lo viste… Hedda traía tantas maletas que le eran indispensables.
SEÑORITA TESMAN
Sí, era enorme la cantidad de maletas que traía.
BERTA (A TESMAN.)
¿Le pregunto a la señora si puedo ayudarla en algo?
TESMAN
No, gracias, Berta… no hace falta. Dijo que si quiere algo te llamaría.
BERTA (Saliendo por la derecha.)
Ah, bien.
TESMAN
Pero toma… llévate esta maleta.
BERTA (Tomándola.)
La pondré en el ático. (Sale por el vestíbulo.)
TESMAN
Figúrate, tía… toda la maleta estaba abarrotada de papelotes. Es de verdad increíble, ¿sabes?, lo que he podido recoger por los archivos. Viejos datos interesantísimos de los que nadie tiene noticia.
SEÑORITA TESMAN
Sí, sí, no has perdido el tiempo durante el viaje de bodas, querido Jorge.
TESMAN
Eso diría yo. Pero quítate el sombrero, tía. ¡Así! Deja que te deshaga el nudo. ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN (Mientras él lo hace.)
Dios mío… es justo igual que si siguieras viviendo con nosotras.
TESMAN (Dando vueltas al sombrero.)
¡Vaya sombrero bonito y elegante que llevas!
SEÑORITA TESMAN
Lo he comprado por Hedda.
TESMAN
¿Por Hedda?
SEÑORITA TESMAN
Sí, para que Hedda no se avergüence de mí si vamos juntas de paseo.
TESMAN (Golpeándole la mejilla.)
¡Estás en todo, tía Juli! (Deposita el sombrero en una silla junto a la mesa.) Y ahora… ven… nos sentaremos aquí en el sofá, charlando hasta que venga Hedda. (Se sientan. Ella coloca su sombrilla en el sofá de rincón.)
SEÑORITA TESMAN (Cogiéndole las manos y mirándole.)
¡Qué alegría poder volver a verte, Jorge! ¡El niño del pobre Joaquín!
TESMAN
¡Y para mí! ¡Verte de nuevo, tía Juli! Tú que has sido mi madre y mi padre.
SEÑORITA TESMAN
Sí, ya sé que nunca olvidarás a tus viejas tías.
TESMAN
¿Y no ha habido ninguna mejoría de la tía Rina? ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
Oh, no, ¿sabes?… No puede esperarse ninguna mejoría en su caso, la pobre. Allí está, en la cama, como todos estos años. Pero que Dios me permita conservarla aún. Porque si no, no sabría qué hacer en la vida, Jorge. Y más ahora, que ya no tengo que cuidarte.
TESMAN (Golpeándole la espalda.)
¡Vaya, vaya…!
SEÑORITA TESMAN (Cambiando bruscamente.)
¡Y pensar que te has convertido en un hombre casado, Jorge!… ¡Y que te llevaras a Hedda Gabler! ¡La hermosa Hedda Gabler! ¡Figúrate! ¡Ella, con los pretendientes que tenía alrededor!
TESMAN (Tararea y sonríe satisfecho.)
Sí, yo diría que más de uno de los amigos que andan por ahí me envidia. ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
Y después, ¡ese viaje de bodas tan largo! Más de cinco… casi seis meses…
TESMAN
Bueno, para mí ha sido en realidad una especie de viaje de estudios. Con tantísimos archivos que investigar. Y montones de libros que consultar, ¿sabes?
SEÑORITA TESMAN
Sí, por supuesto. (Más confidencialmente, bajando la voz.) Pero escucha, Jorge… ¿no tienes nada… algo más que contarme?
TESMAN
¿Del viaje?
SEÑORITA TESMAN
Sí.
TESMAN
No, te lo he contado todo en las cartas. Que obtuve el doctorado allí… ya te lo conté ayer.
SEÑORITA TESMAN
Ah, sí, sí, claro. Pero quiero decir… ¿si no tienes… algunas… esperanzas…?
TESMAN
¿Esperanzas?
SEÑORITA TESMAN
¡Por Dios, Jorge… que soy tu vieja tía!
TESMAN
Oh, sí, claro que tengo esperanzas.
SEÑORITA TESMAN
¡Bien!
TESMAN
Tengo grandes esperanzas de ser nombrado profesor uno de estos días.
SEÑORITA TESMAN
Ah, profesor…
TESMAN
… e incluso me atrevería a decir que tengo la seguridad de obtenerlo. ¡Pero, tía, bien lo sabes!
SEÑORITA TESMAN (Sonríe.)
Claro que lo sabía. Tienes razón. (Cambiando de tono.) Pero era del viaje de lo que hablábamos… Debe de haber costado un montón de dinero, Jorge.
TESMAN
Por supuesto… la sustanciosa beca ha contribuido mucho.
SEÑORITA TESMAN
Pero no puedo concebir cómo ha dado para los dos.
TESMAN
No, no ha sido nada fácil. ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
Y más si se tiene en cuenta que viajar con una mujer de distinción significa mayores gastos, diría yo.
TESMAN
Sí, por supuesto… algo más caro. ¡Pero Hedda tenía que hacer el viaje, tía! Tenía que hacerlo. No podía ser de otra forma.
SEÑORITA TESMAN
No, no, por supuesto que no. Los viajes de boda son hoy de rigor… Pero dime… ¿has tenido oportunidad de ver la casa?
TESMAN
Oh, sí. Estoy en pie desde que amaneció.
SEÑORITA TESMAN
¿Y qué te parece, en conjunto?
TESMAN
¡Espléndida! ¡Realmente espléndida! Lo único es que no sé qué vamos a hacer con los dos cuartos vacíos que hay entre la salita y el dormitorio de Hedda.
SEÑORITA TESMAN (Riendo con intención.)
Oh, querido Jorge, ya se usarán… con el tiempo.
TESMAN
¡Sí, razón llevas, tía! A medida que aumente mi biblioteca… ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
Eso es, querido. Era a tus libros a lo que me refería.
TESMAN
Me alegro sobre todo por Hedda. Desde antes de prometernos, no dejaba de decir que no podría vivir más que en el chalet de la señora Falk, la viuda del primer ministro.
SEÑORITA TESMAN
Imagínate… y mira por dónde se puso en venta. Justo apenas os habíais ido de viaje.
TESMAN
Sí, tía Juli, la verdad es que tuvimos suerte. ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
¡Pero qué cara, querido Jorge! Te va a salir carísimo… todo esto.
TESMAN (Mirándola con cierta alarma.)
¿Tú crees, tía?
SEÑORITA TESMAN
Oh, Dios, claro que sí.
TESMAN
¿Cuánto crees? Más o menos. ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
No puedo decirlo hasta que vengan todas las facturas.
TESMAN
Bueno, afortunadamente, el juez Brack ha estipulado unas condiciones muy favorables para mí. Él mismo se lo escribió a Hedda.
SEÑORITA TESMAN
Sí, no te preocupes por ello. Además, he prestado fianza por todo el mobiliario, incluidas las alfombras.
TESMAN
¿Fianza? ¿Tú? Querida tía, ¿pero qué fianza puedes dar tú?
SEÑORITA TESMAN
He empeñado la renta.
TESMAN (Dando un salto.)
¡Cómo! ¡Tu renta… y la de la tía Rina!
SEÑORITA TESMAN
Sí, no encontré otra solución, ¿sabes?
TESMAN (Parándose ante ella.)
¡Pero estás loca, tía! La renta… pero si es lo único que tú y tía Rina tenéis para vivir.
SEÑORITA TESMAN
Bueno, bueno… no lo tomes tan a pecho. Piensa que es sólo una formalidad. Es lo que dijo el juez Brack. Porque fue él quien tuvo la amabilidad de disponerlo todo por mí. Sólo una formalidad, dijo.
TESMAN
Sí, puede que lo sea. Pero de todas formas…
SEÑORITA TESMAN
Y ahora vas a tener tu propio sueldo. Y, Señor, ¿qué si hemos de rebañar un poco?… ¿ayudar un poco al comienzo?… Lo haríamos con sumo gusto.
TESMAN
¡Oh, tía… siempre sacrificándote por mí!
SEÑORITA TESMAN (Se levanta y le pone las manos en los hombros.)
¿Qué mayor alegría puedo tener en este mundo que allanarte el camino, muchacho? Tú, sin padre ni madre que cuidaran de ti. ¡Y ahora hemos alcanzado el objetivo! Ha sido difícil a veces. ¡Pero, gracias a Dios, lo has superado, Jorge!
TESMAN
Sí, de verdad es asombroso cómo todo ha resultado bien.
SEÑORITA TESMAN
Sí… y tus enemigos… los que te hubieran cerrado el paso… les ha ido mal. ¡Han fracasado, Jorge! Y el más peligroso de todos… es el que más bajo ha caído… Y ahora está en el hoyo… que él mismo se cavó… el muy desgraciado.
TESMAN
¿Sabes algo de Eilert? Desde que me marché, quiero decir.
SEÑORITA TESMAN
Sólo que ha publicado un nuevo libro.
TESMAN
¿Cómo? ¿Eilert Lovborg? ¿Hace poco? ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
Sí, eso dicen. No es de esperar que valga mucho, ¿verdad? Bueno, cuando se publique el tuyo… eso sí que será diferente. ¿De qué va a tratar?
TESMAN
Las industrias domésticas de Brabante en la Edad Media.
SEÑORITA TESMAN
¡Bueno, hay que ver de qué cosas eres capaz de escribir!
TESMAN
Pero puede que pase algún tiempo antes de que esté listo. Antes tengo que ordenar este montón de notas, ¿sabes?
SEÑORITA TESMAN
Sí, ordenar y anotar… siempre se te ha dado bien. No en vano eres hijo del pobre Joaquín.
TESMAN
Tengo una gran ilusión en ponerme a la tarea. Sobre todo ahora, que tengo una casa propia y cómoda en que poder trabajar.
SEÑORITA TESMAN
Y, sobre todo, ahora que tienes la mujer que deseabas, querido Jorge.
TESMAN (Abrazándola.)
¡Oh, sí, sí, tía Juli! ¡Hedda… es lo mejor de todo! (Mira hacia la entrada del foro.) Creo que ahí viene. ¿Eh?
(HEDDA entra por la izquierda de la sala del fondo. Es una mujer de veintinueve años. Rostro y figura distinguidos. Tez de palidez mate. Ojos grises de acero y expresión de fría serenidad. El pelo es de un bonito tono castaño, pero no especialmente copioso. Viste un elegante traje de mañana, algo amplio.)
SEÑORITA TESMAN (Se acerca a recibirla.)
¡Buenos días, querida Hedda! ¡Muy buenos días!
HEDDA (Alargándole la mano.)
¡Buenos días, querida señorita Tesman! ¿Tan de mañana? Muy amable.
SEÑORITA TESMAN (Parece algo intimidada.)
Bueno… ¿Ha dormido la señora bien en su nuevo hogar?
HEDDA
Oh, sí, gracias. No mal del todo.
TESMAN (Ríe.)
¿No mal del todo? ¡Qué graciosa eres, Hedda! Dormías como un tronco cuando me levanté.
HEDDA
Afortunadamente. Después de todo, uno ha de hacerse a lo nuevo, señorita Tesman. Poco a poco. (Mira a la izquierda.) Oh… la doncella ha dejado abierta la puerta de la terraza. Entra el sol a raudales.
SEÑORITA TESMAN (Yendo a la cristalera.)
Bueno, cerraremos.
HEDDA
¡No, no, déjelo! Tesman, querido, corre las cortinas. Así la luz es más suave.
TESMAN (En la cristalera.)
Bueno… bueno… Mira, Hedda… ahora tendrás sombra y aire fresco.
HEDDA
Sí, aire fresco es lo que hace falta aquí. Con todas estas dichosas flores… Pero, querida… ¿no se sienta, señorita Tesman?
SEÑORITA TESMAN
No, muchas gracias. Ya sé que todo está en orden, gracias a Dios. Ahora tengo que volver a casa. Mi hermana me espera, está tan mal la pobre.
TESMAN
Dale muchos recuerdos de mi parte, tía. Y dile que iré a verla hoy mismo.
SEÑORITA TESMAN
Así haré. Pero espera, Jorge. (Rebusca en el bolsillo del traje.) Por poco me olvido. Aquí hay algo para ti.
TESMAN
¿Qué es tía? ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN (Saca un paquete plano envuelto en papel de periódico y se lo entrega.)
Toma, querido.
TESMAN (Abriéndolo.)
¡Oh, Dios, me las has guardado, tía Juli! ¡Hedda! ¡Qué emocionante! ¿Eh?
HEDDA (Junto a la repisa de la derecha.)
Sí, querido, ¿qué es?
TESMAN
¡Mis viejas zapatillas! ¡Las pantuflas, oye!
HEDDA
Ya veo. No hablabas de otra cosa durante el viaje.
TESMAN
Sí, cuánto las eché de menos. (Se le acerca.) ¡Mira, Hedda!
HEDDA (Yendo a la estufa.)
No, gracias, no me atraen gran cosa, la verdad.
TESMAN (Siguiéndola.)
Figúrate, me las bordó la tía Rina. Con lo enferma que estaba. Oh, no puedes darte idea de cuántas cosas me recuerdan.
HEDDA (Junto a la mesa.)
Pues, la verdad: a mí nada.
SEÑORITA TESMAN
Hedda tiene razón, Jorge.
TESMAN
Sí, pero como forma ahora parte de la familia…
HEDDA (Cambiando.)
Me temo que no vamos a poder seguir con esta doncella, Tesman.
SEÑORITA TESMAN
¿No poder seguir con Berta?
TESMAN
Querida… ¿por qué lo dices? ¿Eh?
HEDDA (Señalando.)
¡Mira! Ha dejado en la silla su sombrero viejo.
TESMAN (Aterrado, deja caer las zapatillas.)
¡Pero Hedda, si es…!
HEDDA
Imagínate… que viniera alguien y viera algo así.
TESMAN
Pero Hedda… ¡si es el sombrero de tía Juli!
HEDDA
¡No!
SEÑORITA TESMAN (Toma el sombrero.)
Sí, es mío. Y además, de viejo, nada, señora Tesman.
HEDDA
La verdad es que no lo he mirado con atención.
SEÑORITA TESMAN (Atándose el sombrero.)
Tanto, que es la primera vez que me lo pongo. Bien lo sabe Dios.
TESMAN
Y bien bonito que es. ¡Precioso!
SEÑORITA TESMAN
Oh, no tanto, querido Jorge. (Mira en torno.) ¿La sombrilla?… Aquí está. (La toma.) Porque también es mía. (Para sí.) No de Berta.
TESMAN
¡Sombrero y sombrilla nuevos! ¡Figúrate, Hedda!
HEDDA
Bonitos y elegantes.
TESMAN
Sí, ¿no es verdad? ¿Eh? Pero tía, repara en Hedda antes de irte. ¡Ella sí que es bonita y elegante!
SEÑORITA TESMAN
Sí, querido, eso no es ninguna novedad. Hedda ha sido preciosa desde que nació. (Saluda y se dirige a la derecha.)
TESMAN (Siguiéndola.)
Sí, ¿pero te has dado cuenta de lo llenita y lozana que se ha puesto? ¿Cómo ha engordado durante el viaje?
HEDDA (Cruzando el salón.)
Oh, ya está bien…
SEÑORITA TESMAN (Parándose, se vuelve.)
¿Engordado?
TESMAN
Sí, tía Juli, no lo puedes apreciar ahora vestida. Pero yo, que tengo ocasiones de…
HEDDA (Marchando hacia la cristalera, con impaciencia.)
¡Oh, tú no tienes ocasión de nada!
TESMAN
Ha debido de ser el aire de las montañas del Tirol.
HEDDA (Con sequedad, interrumpiendo.)
Estoy exactamente igual ahora que cuando me marché.
TESMAN
Sí, eso es lo que crees. Pero no lo que pareces. ¿No es verdad, tía?
SEÑORITA TESMAN (La mira juntando las manos.)
Preciosa… preciosa… preciosa Hedda. (Se acerca a ella, le baja la cabeza con ambas manos y la besa en el pelo.) Dios te bendiga y te guarde, Hedda Tesman. Por el bien de Jorge.
HEDDA (Librándose con suavidad.)
¡Oh!… por favor.
SEÑORITA TESMAN (Emocionada.)
Vendré a veros todos los días sin falta.
TESMAN
¡Oh, sí, ven, tía! ¿Eh?
SEÑORITA TESMAN
¡Adiós, adiós!
(Sale por la puerta del vestíbulo. TESMAN la acompaña. La puerta queda entornada. Se oye a TESMAN repetir sus saludos para tía Rina y las gracias por las zapatillas.) (Mientras, en escena, HEDDA pasea por el salón, alzando los brazos y apretando los puños como indignada. Descorre las cortinas de la cristalera y queda allí mirando al exterior.) (Poco después vuelve TESMAN y cierra la puerta.)
TESMAN (Recogiendo las zapatillas.)
¿Qué estás mirando, Hedda?
HEDDA (De nuevo serena y contenida.)
Miraba las hojas. Tan amarillas. Y tan muertas.
TESMAN (Envuelve las zapatillas y las coloca sobre la mesa.)
Claro, estamos ya en septiembre.
HEDDA (Inquieta de nuevo.)
Sí, pensar… que estamos ya… en septiembre.
TESMAN
¿No te pareció que tía Juli obraba de forma rara? Casi ceremoniosa. ¿Qué crees que le podrá pasar? ¿Eh?
HEDDA
Casi no la conozco. ¿Acostumbra a estar así?
TESMAN
No, no tanto como hoy.
HEDDA (Alejándose de la cristalera.)
¿Crees que habrá tomado a mal lo del sombrero?
TESMAN
Bah, no mucho… Quizá un poco al momento…
HEDDA
¡Pero también son maneras el dejarse tirado el sombrero en el salón! Eso no se hace.
TESMAN
Estáte segura de que tía Juli no suele hacerlo.
HEDDA
De todas formas, trataré de congraciarme con ella.
TESMAN
¡Oh, sí, querida, por favor!
HEDDA
Cuando vayas a verlas hoy, invítala a venir esta tarde.
TESMAN
Sí, claro que lo haré. Y hay una cosa que la complacería sobremanera.
HEDDA
¿Qué es?
TESMAN
Que te decidieras a tutearla. Hazlo por mí, Hedda. ¿Eh?
HEDDA
No, no, Tesman… no me pidas eso por nada del mundo. Ya te lo he dicho. Bastante hago con llamarla tía. Pero nada más.
TESMAN
Sí, sí, ya. Pero creía que como ahora formas parte de la familia…
HEDDA
Ejem… no sé que te diga… (Se dirige a la apertura central.)
TESMAN (Algo después.)
¿Pasa algo, Hedda? ¿Eh?
HEDDA
Estoy mirando mi viejo piano. No va bien con el resto del mobiliario.
TESMAN
En cuanto cobre mi primer sueldo, veremos de cambiarlo.
HEDDA
No, no… nada de cambiarlo. No quiero perderlo. Mejor será que lo pongamos en la salita de atrás. Y poner alguna otra cosa en su lugar. Algo que vaya bien con el resto, quiero decir.
TESMAN (Con cierto desaliento.)
Sí… también podemos hacer eso.
HEDDA (Quita el ramo del piano.)
Estas flores no estaban aquí anoche cuando llegamos.
TESMAN
Seguro que te las ha traído tía Juli.
HEDDA (Mira el ramo.)
Una tarjeta. (La toma y la lee.) «Volveré más tarde hoy.» Adivina de quién es.
TESMAN
No sé. ¿De quién? ¿Eh?
HEDDA
Dice: «Señora Elvsted»[6].
TESMAN
¡No! ¿De veras? ¡La señora Elvsted! La señorita Rysing, como se llamaba de soltera.
HEDDA
Sí, eso es. La del pelo inaguantable, que llevaba suelto, llamando la atención. Tu antiguo amor, según he oído.
TESMAN (Ríe.)
Bueno, no duró mucho. Y fue antes de conocerte, Hedda. Pero figúrate, ella en la ciudad.
HEDDA
Qué raro que nos venga a ver. Sólo la conozco del colegio.
TESMAN
Sí, yo tampoco la he visto desde… Dios sabe cuánto tiempo hace. ¿Cómo podrá aguantar en un lugar tan perdido como ése? ¿Eh?
HEDDA (Después de pensar, súbitamente.)
Oye, Tesman… ¿no es por allá por donde anda… él… Eilert Lovborg?
TESMAN
Sí, justamente.
(BERTA asoma en la puerta del vestíbulo.)
BERTA
Señora, aquí está la señora que vino con las flores antes. (Señala.) Las que tiene en la mano, señora.
HEDDA
Ah, ¿está aquí? Sí, hágala pasar.
(BERTA abre la puerta para la SEÑORA ELVSTED y se retira. La SEÑORA ELVSTED tiene una figura frágil y rostro de facciones bellas y delicadas. Ojos azules claros, grandes, redondos y algo saltones, con una expresión de tímida interrogación. El pelo, suelto y rubio, casi blanco, y extraordinariamente abundante y ondulado. Es un par de años más joven que HEDDA. Viste un traje de visita oscuro, elegante, pero no a la última moda.)
HEDDA (Acercándosele cordialmente.)
Buenos días, señora Elvsted. Qué alegría volver a verla.
SEÑORA ELVSTED (Nerviosa, intenta dominarse.)
Sí, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.
TESMAN (Estrechándole la mano.)
Lo mismo pasa conmigo. ¿Eh?
HEDDA
Gracias por sus preciosas flores.
SEÑORA ELVSTED
Oh, por favor… quise venir ayer tarde. Pero me dijeron que estaban de viaje…
TESMAN
¿Acaba de llegar a la ciudad? ¿Eh?
SEÑORA ELVSTED
Llegué ayer a mediodía. ¡Y me entró tal desesperación cuando me dijeron que no estaban ustedes en casa!
HEDDA
¡Desesperación! ¿Porqué?
TESMAN
Pero querida señora Rysing… señora Elvsted, quiero decir.
HEDDA
¿Es que ha ocurrido algo?
SEÑORA ELVSTED
Oh, sí. Y no conozco aquí a nadie más a quien poder acudir,
HEDDA (Coloca el ramo en la mesa.)
Venga, sentémonos en el sofá.
SEÑORA ELVSTED
¡No tengo calma ni nervios para sentarme!
HEDDA
Seguro que sí. Por favor. (Conduce a la SEÑORA ELVSTED al sofá y se sienta a su lado.)
TESMAN
¿Sí? ¿Diga, señora…?
HEDDA
¿Ha ocurrido algo grave en su casa?
SEÑORA ELVSTED
Bueno… sí y no… Oh, quisiera con toda el alma que no me interpretara mal…
HEDDA
Mejor es que lo diga usted todo, señora Elvsted.
TESMAN
Para eso ha venido. ¿Eh?
SEÑORA ELVSTED
Sí, sí… eso es. Debo decirles… por si no lo saben… que Eilert Lovborg está en la ciudad.
HEDDA
¡Que Lovborg…!
TESMAN
¡No, Eilert Lovborg de vuelta! Figúrate, Hedda.
HEDDA
Sí, ya lo estoy oyendo.
SEÑORA ELVSTED
Lleva aquí una semana. Imagínense… toda una semana. En esta ciudad tan peligrosa. ¡Solo! Con todas las malas compañías que hay aquí.
HEDDA
Pero, señora Elvsted, ¿por qué ha de preocuparle eso?
SEÑORA ELVSTED (Mira asustada en torno y dice rápidamente.)
Ha sido preceptor de los niños.
HEDDA
¿De sus hijos?
SEÑORA ELVSTED
De los de mi marido. Yo no tengo.
HEDDA
De sus hijastros, entonces.
SEÑORA ELVSTED
Sí.
TESMAN (Con cierta inseguridad.)
¿Y era tan… no sé cómo decirlo… tan… regular en su forma de vivir como para confiarle esa tarea? ¿Eh?
SEÑORA ELVSTED
Durante el último par de años no ha habido queja alguna de él.
TESMAN
¿De verdad? ¡Figúrate, Hedda!
HEDDA
Ya lo oigo.
SEÑORA ELVSTED
¡Ni lo más mínimo, se lo aseguro! En ningún sentido. Pero de todas formas… Ahora que sé que está aquí… en la ciudad. Y con tanto dinero en el bolsillo. Estoy muerta de miedo por lo que pueda pasarle.
TESMAN
¿Pero por qué no siguió en casa de ustedes? ¿Eh?
SEÑORA ELVSTED
En cuanto el libro se publicó, no aguantó más en casa.
TESMAN
Sí, es verdad… tía Juli me dijo que había publicado un nuevo libro.
SEÑORA ELVSTED
Sí, un libro grande, sobre historia de la civilización… una visión de conjunto. Hace quince días. Y como se ha leído y vendido tanto… y ha llamado tanto la atención.
TESMAN
¿Ah, sí? Será algo que ha guardado todo este tiempo.
SEÑORA ELVSTED
¿De antes, quiere usted decir?
TESMAN
Supongo.
SEÑORA ELVSTED
No, lo ha escrito enteramente en casa. Ahora… durante el año pasado.
TESMAN
¡Qué alegría oírlo, Hedda! ¡Figúrate!
SEÑORA ELVSTED
¡Ay, con tal de que continuara así!
HEDDA
¿Lo ha visto usted aquí?
SEÑORA ELVSTED
No, todavía no. Me ha costado tanto descubrir su dirección. Pero esta mañana la he conseguido por fin.
HEDDA (Mirándola escrutadoramente.)
La verdad es que resulta un poco raro que su marido… ejem…
SEÑORA ELVSTED (Nerviosamente.)
¿Que mi marido? ¿Qué…?
HEDDA
La envíe a usted a la ciudad con semejante misión. Que no venga él mismo a cuidar de su amigo.
SEÑORA ELVSTED
Oh, no, no… mi marido no tiene tiempo para eso. Y además… he de hacer algunas compras.
HEDDA (Con ligera sonrisa.)
Ah, eso es otra cosa.
SEÑORA ELVSTED (Levantándose rápidamente, con agitación.)
¡Y le ruego de todo corazón, señor Tesman, que se muestre amable con Eilert Lovborg si viniera a verle! Y seguro que vendrá. Dios mío… eran ustedes tan buenos amigos entonces. E incluso compartían ustedes los mismos estudios. La misma materia, según tengo entendido.
TESMAN
Bueno, por lo menos entonces.
SEÑORA ELVSTED
Sí, y por eso le pido encarecidamente que… también usted… se preocupe por él. Oh, señor Tesman, diga que sí… ¿me lo promete?
TESMAN
Con mil amores, señora Rysing…
HEDDA
Elvsted.
TESMAN
Haré por Eilert cuanto esté de mi parte. Pierda cuidado.
SEÑORA ELVSTED
¡Qué amable por su parte! (Le estrecha las manos.) Gracias, gracias, gracias. (Sobresaltada.) ¡Mi marido le aprecia tanto!
HEDDA (Levantándose.)
Debieras escribirle, Tesman. Porque quizá no se le ocurra venir.
TESMAN
Sí, quizá eso sea lo mejor, Hedda. ¿Eh?
HEDDA
Y lo antes posible. Ahora mismo, diría yo.
SEÑORA ELVSTED (Suplicando.)
Oh, sí, por favor.
TESMAN
Ahora mismo le escribo. ¿Tiene usted su dirección, señora… señora Elvsted?
SEÑORA ELVSTED
Sí. (Saca una nota del bolsillo y se la entrega.) Aquí está.
TESMAN
Bien, bien. Voy a… (Mira en torno.) Ah, sí… ¿las zapatillas? Aquí. (Coge el paquete y se dispone a salir.)
HEDDA
Y sobre todo, escríbele una carta cariñosa. Y larga.
TESMAN
Sí, descuida.
SEÑORA ELVSTED
¡Y, por favor, ni una palabra de que he venido a interesarme por él!
TESMAN
No, por supuesto. ¿Eh? (Sale por la antesala hacia la derecha.)
HEDDA (Se acerca a la SEÑORA ELVSTED y dice a media voz.)
Bueno, así matamos dos pájaros de un tiro.
SEÑORA ELVSTED
¿Qué quiere decir?
HEDDA
¿No se dio usted cuenta de que yo quería que se fuese?
SEÑORA ELVSTED
Claro, para escribir la carta.
HEDDA
Y para poder hablar a solas con usted.
SEÑORA ELVSTED (Confusa.)
¿Sobre esto?
HEDDA
Sí, sobre esto.
SEÑORA ELVSTED (Asustada.)
¡Pero no hay nada más que contar, señora Tesman! ¡De verdad, nada más!
HEDDA
Oh, sí que hay. Mucho más. Yo diría que sí. Venga acá… que nos sentemos las dos en confianza. (Empuja a la SEÑORA ELVSTED al sillón junto a la estufa y ella se sienta en uno de los taburetes.)
SEÑORA ELVSTED (Inquieta, mira su reloj.)
Pero, querida amiga… tengo que marcharme.
HEDDA
¿Qué prisa tiene?… Cuénteme cómo van las cosas por casa.
SEÑORA ELVSTED
Eso es precisamente de lo que no quisiera hablar.
HEDDA
¿Ni conmigo, querida?… Dios mío, fuimos juntas al colegio.
SEÑORA ELVSTED
Sí, pero usted estaba en el curso siguiente. ¡Qué miedo me daba usted entonces!
HEDDA
¿Le daba yo miedo?
SEÑORA ELVSTED
Sí, un miedo espantoso. Siempre que nos encontrábamos en la escalera, me tiraba usted del pelo.
HEDDA
No, ¿de verdad?
SEÑORA ELVSTED
Sí, y una vez me dijo que me lo iba a prender fuego.
HEDDA
Oh, sería sólo una broma, créame.
SEÑORA ELVSTED
Sí, pero yo era tan tonta entonces… Y como después, de todas formas… apenas nos hemos tratado. Nuestros mundos han sido tan diferentes.
HEDDA
Bueno, debemos tratar de aproximarnos de nuevo. ¡Escuche! En el colegio éramos íntimas. Hasta nos tuteábamos…
SEÑORA ELVSTED
No, no está usted en lo cierto.
HEDDA
Sí, estoy segura. Lo recuerdo perfectamente. Así es que debemos volver a ser íntimas, como entonces. (Aproxima el taburete.) ¡Así! (La besa en la mejilla.) Tutéame y llámame Hedda.
SEÑORA ELVSTED (Le coge las manos, dándole palmaditas.)
¡Qué amabilidad, qué simpatía! Es algo a lo que no estoy acostumbrada.
HEDDA
Bien, bien. Y yo te tutearé, como entonces, y te llamaré Thora.
SEÑORA ELVSTED
Me llamo Thea.
HEDDA
Sí, claro. Naturalmente. Thea, quiero decir. (La mira cariñosamente.) ¿Así es que estás poco acostumbrada a la amabilidad y a la simpatía, Thea? ¿En tu hogar?
SEÑORA ELVSTED
¡Oh, con tal que tuviera un hogar! Pero no tengo ninguno. Nunca lo he tenido.
HEDDA (Mirándola con atención.)
Ya me imaginaba que ocurría algo así.
SEÑORA ELVSTED (Mirando el vacío, con desamparo.)
Sí, sí…
HEDDA
No me acuerdo bien ahora, ¿pero no fue como ama de llaves como entraste en casa del magistrado?
SEÑORA ELVSTED
En realidad, como institutriz. Pero su mujer… la de entonces… estaba enferma… la mayor parte del tiempo en la cama. Así es que tuve que encargarme de la casa también.
HEDDA
Y… al final… te convertiste en la señora de la casa.
SEÑORA ELVSTED (Tristemente.)
Sí, así fue.
HEDDA
Déjame ver… ¿Cuánto tiempo hace de esto? Más o menos.
SEÑORA ELVSTED
¿De que me casé?
HEDDA
Sí.
SEÑORA ELVSTED
Hace cinco años.
HEDDA
Sí, eso debe de ser.
SEÑORA ELVSTED
¡Oh, estos cinco años…! Sobre todo los últimos dos o tres. Si supiera usted…
HEDDA (Dándole un golpecito en la mano.)
¿Usted? ¡Por favor, Thea!
SEÑORA ELVSTED
Sí, sí, lo intentaré… Si pudieras darte idea y comprender…
HEDDA (Como casualmente.)
¿No ha estado Eilert Lovborg por allí unos tres años?
SEÑORA ELVSTED (Mirándola con duda.)
¿Eilert Lovborg? Sí… eso es.
HEDDA
¿Le conocías de antes, aquí en la ciudad?
SEÑORA ELVSTED
Apenas. Sí, es decir… de nombre, claro es.
HEDDA
¿Pero allí… visitaba vuestra casa?
SEÑORA ELVSTED
Sí, venía a diario. Para dar clase a los niños. Porque yo sola no podía con todo.
HEDDA
Sí, ya se comprende… ¿Y tu marido?… Seguro que estará siempre de viaje.
SEÑORA ELVSTED
Sí. Date cuenta… como magistrado tiene que visitar su distrito con frecuencia.
HEDDA (Inclinándose sobre el brazo de la butaca de la SEÑORA ELVSTED.)
Thea, pobre, querida Thea… debes contarme todo… lo que ocurre.
SEÑORA ELVSTED
Sí, ¿qué quieres saber?
HEDDA
¿Cómo es tu marido, Thea? Quiero decir… en su trato. ¿Es amable contigo?
SEÑORA ELVSTED (Evasiva.)
Él está seguro de hacerlo todo con el mejor fin.
HEDDA
Yo diría que quizá resulte demasiado viejo para ti. Algo así como más de veinte años, ¿no?
SEÑORA ELVSTED (Exasperada.)
Sí, además eso. Son tantas cosas. No hay nada en él que me atraiga. No compartimos una sola opinión. Ni una sola cosa en el mundo… él y yo.
HEDDA
¿Pero sin duda te quiere? ¿Aunque sea a su manera?
SEÑORA ELVSTED
Oh, no lo sé. Le resulto útil. Y no le cuesta mucho el mantenerme. Soy barata.
HEDDA
Estás diciendo una tontería.
SEÑORA ELVSTED (Gesto con la cabeza.)
No es posible otra cosa. No con él. La única persona a la que quiere es a sí mismo. Y algo a los niños, quizá.
HEDDA
Y a Eilert Lovborg, Thea.
SEÑORA ELVSTED (Mirándola.)
¿A Eilert Lovborg? ¿Por qué dices eso?
HEDDA
Pero querida… pienso que si te envía a la ciudad para cuidar de él… (Sonríe casi imperceptiblemente.) Y además, tú misma se lo has dicho a Tesman.
SEÑORA ELVSTED (En un impulso nervioso.)
¿Se lo dije? Sí, claro que sí. (Exclama en voz baja.) No, qué más da que lo diga de una vez. Terminará descubriéndose de una forma o de otra.
HEDDA
¿Pero, querida Thea…?
SEÑORA ELVSTED
Sí, te lo diré. Mi marido no sabe nada de mi viaje.
HEDDA
¿Cómo? ¿Que no sabe nada?
SEÑORA ELVSTED
No, claro que no. Aparte de que no estaba en casa. Estaba de viaje, también. ¡Oh, no pude aguantar más, Hedda! ¡Me resultaba imposible! Quedarme allí completamente sola.
HEDDA
¿Y entonces…?
SEÑORA ELVSTED
Entonces cogí algunas de mis cosas, ¿sabes? Lo más imprescindible. Con todo secreto. Y salí de la casa.
HEDDA
¿Sin más?
SEÑORA ELVSTED
Y tomé el tren a la ciudad.
HEDDA
Pero querida Thea… ¡qué valiente!
SEÑORA ELVSTED (Se levanta y pasea por el salón.)
Sí, ¿qué otra cosa podía hacer?
HEDDA
¿Pero qué va a decir tu marido cuando vuelvas a casa?
SEÑORA ELVSTED (Junto a la mesa, mirándola.)
¿Volver? ¿Con él?
HEDDA
Sí, claro…
SEÑORA ELVSTED
Nunca volveré con él.
HEDDA (Se levanta y se le acerca.)
Luego… ¿te has decidido a abandonarlo todo?
SEÑORA ELVSTED
Sí, no veo otro camino.
HEDDA
Pero tan a las claras…
SEÑORA ELVSTED
Oh, no hay forma de ocultar una cosa así.
HEDDA
¿Pero qué va a decir la gente, Thea?
SEÑORA ELVSTED
Que diga lo que quiera. (Se sienta en el sofá, agotada y triste.) He hecho lo que debía hacer.
HEDDA (Tras un corto silencio.)
¿Y qué piensas hacer ahora? ¿De qué vas a vivir?
SEÑORA ELVSTED
Todavía no lo sé. Lo que sé es que he de vivir donde esté Eilert Lovborg… Si es que debo seguir viviendo.
HEDDA (Mueve una de las sillas junto a la mesa, se sienta junto a ella y le acaricia las manos.)
Dime, Thea… ¿cómo se produjo esta… esta amistad… entre tú y Eilert Lovborg?
SEÑORA ELVSTED
Oh, poco a poco. Alcancé una especie de poder sobre él.
HEDDA
¿Cómo?
SEÑORA ELVSTED
Abandonó sus viejas costumbres. No porque yo se lo pidiera. No me atreví nunca a hacerlo. Pero él se dio cuenta de que a mí no me gustaban. Así es que las dejó.
HEDDA (Reprimiendo una involuntaria sonrisa burlona.)
O sea, que le has regenerado… como dicen, pequeña Thea.
SEÑORA ELVSTED
Sí, por lo menos es lo que él dice. Y él… por su parte… ha hecho de mí una verdadera persona. Me ha enseñado a pensar… y a comprender un montón de cosas.
HEDDA
¿Es que también te daba clases a ti?
SEÑORA ELVSTED
No, no es exactamente que me diera clases. Sino que hablaba conmigo. Hablaba tanto y sobre tantas cosas… ¡Y entonces surgió la feliz oportunidad de colaborar en su trabajo! ¡Que me permitiera ayudarle!
HEDDA
¿Ayudarle?
SEÑORA ELVSTED
¡Sí! Siempre que escribía algo, teníamos que hacerlo juntos.
HEDDA
Como dos buenos camaradas.
SEÑORA ELVSTED (Con animación.)
¡Camaradas! ¡Sí, figúrate, Hedda… así es como él decía!… Oh, debería sentirme tan feliz. Pero me resulta imposible. Porque no sé en qué acabará todo.
HEDDA
No pareces estar muy segura de él.
SEÑORA ELVSTED (Con tristeza.)
La sombra de una mujer se interpone entre Eilert Lovborg y yo.
HEDDA (Mirándola atentamente.)
¿Quién puede ser?
SEÑORA ELVSTED
No lo sé. Alguna que conoció… en el pasado. Alguien que él nunca ha olvidado.
HEDDA
¿Qué te ha dicho… sobre ella?
SEÑORA ELVSTED
Tan sólo una vez… muy vagamente… la mencionó.
HEDDA
¡Ah! ¿Y qué dijo?
SEÑORA ELVSTED
Dijo que cuando se separaron, ella intentó dispararle con una pistola.
HEDDA (Fría, contenida.)
¡Oh, no! Eso no se hace aquí.
SEÑORA ELVSTED
No. Y por tanto creo yo que debió de ser la cantante pelirroja que él en tiempos…
HEDDA
Sí, muy bien puede ser.
SEÑORA ELVSTED
Porque recuerdo que decían que iba con un arma cargada.
HEDDA
Oh, entonces claro que debe de ser ella.
SEÑORA ELVSTED (Retorciéndose las manos.)
¡Sí, pero figúrate, Hedda… me he enterado de que la cantante… ha vuelto a la ciudad! Estoy tan desesperada…
HEDDA (Mirando de reojo a la antesala.)
¡Chist! Aquí viene Tesman. (Se levanta y dice en voz baja.) Thea… todo esto ha de quedar entre nosotras.
SEÑORA ELVSTED (Levantándose.)
¡Sí… sí, por Dios…!
(JORGE TESMAN, con una carta en la mano, entra de la derecha por la antesala.)
TESMAN
Aquí está… la carta lista.
HEDDA
Muy bien. Pero me parece que la señora Elvsted se marcha. Un momento. La acompañaré a la puerta del jardín.
TESMAN
Hedda…, quizá Berta puede encargarse de echarla.
HEDDA (Coge la carta.)
Se lo diré.
(BERTA entra del vestíbulo.)
BERTA
El juez Brack está aquí y querría saludar a los señores.
HEDDA
Sí, diga al señor juez que haga el favor de pasar. Y después…, mire…, eche esta carta al buzón.
BERTA (Tomando la carta.)
Así haré, señora.
(Abre la puerta para el JUEZ BRACK y sale. El juez es un caballero de unos cuarenta y cinco años. Rechoncho, pero bien proporcionado y de movimientos ágiles. Rostro redondo de perfil distinguido. Pelo corto, casi negro aún y cuidadosamente peinado. Ojos vivos, juguetones. Espesas cejas. Bigote igual, de puntas recortadas. Viste elegantemente de calle, aunque quizá demasiado juvenil para su edad. Usa monóculo, que de vez en cuando deja caer.)
JUEZ BRACK (Sombrero en mano, saludando.)
¿Se permite venir tan temprano?
HEDDA
Sí, se permite.
TESMAN (Estrechándole la mano.)
Usted es siempre bien recibido. (Presentando.) El juez Brack… la señorita Rysing…
HEDDA
¡Oh, no…!
BRACK (Inclinándose.)
Encantado…
HEDDA (Le mira y ríe.)
¡Qué divertido resulta verle a la luz del día, querido juez!
BRACK
¿Me encuentra usted quizá… diferente?
HEDDA
Sí, un poquitín más joven, diría yo.
BRACK
Mil gracias.
TESMAN
¿Y qué dice usted de Hedda? ¿Eh? ¿No está hermosísima? ¿No es verdad que…?
HEDDA
Oh, déjame. Mejor harías en agradecerle al juez todas las molestias que se ha tomado…
BRACK
Nada de eso… ha sido sólo un placer.
HEDDA
Sí, es usted lo que se llama un alma fiel. Pero mi amiga tiene prisa en marcharse. Hasta ahora, señor juez. Vuelvo enseguida.
(Mutuos saludos. La SEÑORA ELVSTED y HEDDA salen por la puerta del vestíbulo.)
BRACK
Bueno… ¿está su esposa satisfecha?
TESMAN
Sí, nunca se lo agradeceremos lo bastante. Es decir… serán necesarios algunos pequeños cambios aquí y allá, parece ser. Y también faltan algunas cosas. Tendremos que comprar algunos detalles.
BRACK
¿Sí? ¿De verdad?
TESMAN
Pero no tiene usted que molestarse. Hedda dijo que se ocuparía de lo que falta… ¿No nos sentamos? ¿Eh?
BRACK
Gracias, un momento. (Se sienta a la mesa.) Hay algo de lo que quería hablarle, querido Tesman.
TESMAN
Ah, ya se comprende. (Se sienta.) Supongo que ahora tocará pagar los platos rotos. ¿Eh?
BRACK
Oh, el aspecto económico no corre tanta prisa. Pero le diré que hubiera preferido que la instalación hubiera sido más modesta.
TESMAN
¡Pero no podía ser! ¡Piense en Hedda, querido amigo! Ya la conoce… ¡Me era imposible instalarla como una burguesita!
BRACK
Ya, ya… ése es el problema.
TESMAN
Y ahora… afortunadamente… mi nombramiento no puede tardar mucho.
BRACK
Verá… cosas así pueden tomar su tiempo.
TESMAN
¿Es que quizá sabe usted algo? ¿Eh?
BRACK
Nada en concreto… (Cambia de tema.) Ah… tengo una noticia que darle.
TESMAN
¿Cuál?
BRACK
Su antiguo amigo, Eilert Lovborg, ha vuelto a la ciudad.
TESMAN
Ya lo sabía.
BRACK
¿Sí? ¿Cómo se ha enterado?
TESMAN
Me lo dijo la señora que acaba de salir con Hedda.
BRACK
Ah, ya. ¿Cómo se llama? No llegué a…
TESMAN
La señora Elvsted.
BRACK
Ajá… la señora del magistrado… justo era allí donde Lovborg paraba.
TESMAN
¡Figúrese… me entero con gran alegría de que ha vuelto al buen camino!
BRACK
Sí, eso dicen.
TESMAN
Y que hasta ha publicado un nuevo libro. ¿Eh?
BRACK
Sí, así es.
TESMAN
¡Y que ha despertado bastante interés!
BRACK
Un interés inmenso.
TESMAN
Figúrese… ¿no es una noticia estupenda? Él, con sus dotes excepcionales… Me temía que se hubiera hundido para siempre.
BRACK
Ésa era la opinión general.
TESMAN
Pero no puedo imaginarme qué va a hacer ahora. ¿De qué demonios va a vivir? ¿Eh?
(Al decir esto, HEDDA entra por la antesala.)
HEDDA (A BRACK, con risa ligeramente burlona.)
Tesman está siempre obsesionado con lo que hay que hacer para vivir.
TESMAN
Por Dios… hablamos del pobre Eilert Lovborg.
HEDDA (Mirándole rápidamente.)
¿Ah, sí? (Se sienta en el sofá junto a la estufa y pregunta con indiferencia.) ¿Es que le ocurre algo?
TESMAN
Bueno… por supuesto que la herencia ha debido de derrocharla hace largo tiempo. Y seguro que no puede escribir un libro cada año. ¿Eh? Luego… tengo motivos para preguntarme qué va a ser de él.
BRACK
Quizá pueda decirle algo sobre ello.
TESMAN
¿Sí?
BRACK
Recuerde que tiene parientes de no escasa influencia.
TESMAN
Por desgracia… los parientes no quieren saber nada de él.
BRACK
Sin embargo, hubo un tiempo en que le tenían por la esperanza de la familia.
TESMAN
Sí, bueno, entonces. Pero él mismo la ha defraudado.
HEDDA
¿Quién sabe? (Sonríe ligeramente.) En casa del magistrado Elvsted han hecho de él otro hombre.
BRACK
Y después, este nuevo libro…
TESMAN
Sí, sí… ojalá le ayuden de alguna manera. Acabo de escribirle. Sabes, Hedda, le he invitado a que venga esta noche.
BRACK
Pero, querido amigo, tiene usted que venir a mi cena de solteros. Así lo prometió anoche en el muelle.
HEDDA
¿Lo habías olvidado, Tesman?
TESMAN
Pues la verdad es que sí.
BRACK
Además, puede usted estar seguro de que no vendrá.
TESMAN
¿Por qué dice usted eso? ¿Eh?
BRACK (Con cierta vacilación, se levanta y coloca las manos en el respaldo de la silla.)
Querido Tesman… Y también usted, señora… No puedo dejarles en la ignorancia sobre algo que… que…
TESMAN
¿Algo que se refiere a Eilert…?
BRACK
Tanto a él como a usted.
TESMAN
Pero, querido juez, diga lo que sea.
BRACK
Debe usted estar preparado a que su nombramiento no se produzca quizá tan pronto como usted desea y espera.
TESMAN (Levantándose precipitadamente.)
¿Es que ocurre algo? ¿Eh?
BRACK
Cabe la posibilidad de que la provisión del puesto se haga por concurso.
TESMAN
¡Por concurso! ¡Figúrate, Hedda!
HEDDA (Recostándose en el sillón.)
Oh, ya… ya…
TESMAN
¿Pero con quién? ¿No será…?
BRACK
Sí, exactamente. Eilert Lovborg.
TESMAN (Junta las manos.)
¡No, no… eso es inconcebible! ¡Totalmente imposible! ¿Eh?
BRACK
Ejem… pero puede que ocurra.
TESMAN
¡Pero, bueno, señor juez… eso sería una tremenda falta de consideración hacia mí! (Mueve los brazos.) ¡Sí, porque… figúrese… yo soy un hombre casado! Precisamente Hedda y yo nos casamos debido a las expectativas. Y nos metimos en deudas. Y pedimos dinero a tía Juli. Porque, santo cielo… casi me prometieron el puesto. ¿Eh?
BRACK
Sí, sí, ya… por supuesto que el puesto será suyo. Pero antes habrá un concurso.
HEDDA (Inmóvil en el canapé.)
Date idea, Tesman… será casi como un torneo.
TESMAN
¡Pero, querida Hedda, cómo puedes tomarlo con tanta indiferencia!
HEDDA (Como antes.)
Nada de eso. Estoy interesadísima en el resultado.
BRACK
De todas formas, señora Tesman, es bueno que esté usted al corriente de cómo marchan las cosas. Quiero decir… antes de que haga esas pequeñas compras con las que, según he oído, amenazaba usted.
HEDDA
Nada de esto me afecta.
BRACK
¿Ah, no? Entonces es otra cosa. ¡Adiós! (A TESMAN.) Cuando salga a dar mi paseo esta tarde, pasaré a recogerle.
TESMAN
Oh, sí, sí… no sé lo que me digo.
HEDDA (Tendida, alarga la mano.)
Adiós, señor juez. Y bienvenido de nuevo.
BRACK
Muchas gracias. Adiós, adiós.
TESMAN (Acompañándole a la puerta.)
¡Adiós, querido amigo! Le ruego me dispense…
(El JUEZ BRACK sale por el vestíbulo.)
TESMAN (Paseando.)
Oh, Hedda… no debe uno meterse en aventuras. ¿Eh?
HEDDA (Le mira y sonríe.)
¿Te has metido tú?
TESMAN
Sí, sabes… no puede negarse… fue una aventura el casarse y montar una casa sólo sobre una pura expectativa.
HEDDA
Quizá lleves razón en eso.
TESMAN
Bueno… después de todo, ¡qué casa más acogedora tenemos, Hedda! Figúrate… el hogar que los dos soñábamos. O que nos quitaba el sueño, diría yo. ¿Eh?
HEDDA (Levantándose con lentitud y cansancio.)
Acordamos que llevaríamos una vida de sociedad. Que recibiríamos visitas.
TESMAN
¡Sí, por Dios, como yo había deseado tanto! ¡Figúrate… verte como anfitriona de un círculo selecto! ¿Eh? Sí… por el momento hemos de quedarnos solos, Hedda. Sólo podremos recibir a tía Juli cuando venga a vernos de vez en cuando… ¡Oh, tú que deseabas algo tan diferente!…
HEDDA
Para empezar, tendré que olvidarme del criado de librea, por supuesto.
TESMAN
Sí… por desgracia. Mantener un criado… claro que resulta imposible hablar de tal cosa, sabes.
HEDDA
Y en cuanto al caballo para montar yo…
TESMAN (Asustado.)
¡Caballo para montar!
HEDDA
… no me atrevo ni a pensar en él.
TESMAN
¡No, Dios mío… ni que decir tiene!
HEDDA (Paseando.)
Bueno… menos mal que me queda algo con lo que matar el tiempo mientras tanto.
TESMAN (Radiante.)
¡Oh, gracias al cielo! ¿Y qué es, Hedda?
HEDDA (Junto a la entrada de la antesala, le mira con burla contenida.)
Mis pistolas… Jorge.
TESMAN (Asustado.)
¡Las pistolas!
HEDDA (Con mirada fría.)
Las pistolas del general Gabler.
(Sale por la antesala ante la izquierda.)
TESMAN (Corre hacia la entrada, gritándole.)
¡No, por todos los santos, querida Hedda!… ¡no se te ocurra tocar esos peligrosos artefactos! ¡Hazlo por mí, Hedda! ¿Eh?