Capítulo 2

En el BDSM, las parejas son tan diferentes y tienen necesidades tan dispares como personas hay en el mundo.

Saint Thomas

Virgin Islands

Cena de inauguración. Charlotte Amalie

La noche en Charlotte Amalie, la ciudad capital de Saint Thomas, se prestaba a una foto de postal. Todos los participantes al torneo habían sido recogidos en el aeropuerto y llevados al hotel en el que se celebraría la cena de inauguración.

Habían llegado sobre las seis de la tarde. Nada más entrar en la recepción y dar el nombre de él y su pareja, les entregaron unas bolsas con los mapas de la isla, los resorts en los que se hospedarían, los transportes particulares con los que contarían y las localizaciones que visitarían, además de los horarios de cada evento y los comienzos de cada gincana.

El torneo tenía una organización brillante.

Lion admiraba el contraste de las luces portuarias de la isla, el mar azul y calmo, la noche estrellada y los pequeños barcos y yates atracados no muy cerca de la orilla, mecidos por la levísima marea tropical, custodiados al horizonte por la isla de Hassel. El clima era caluroso; estaban en pleno verano, aunque en las islas caribeñas la humedad, el sol y el calor regían los días.

Se había vestido con un tejano oscuro muy fino y una camisa blanca de lino fresco y cuello mao, que él llevaba graciosamente metida por el tejano, una parte sí y la otra no.

Con la mirada añil fija en la luna llena, apoyado en el mirador del increíble hotel resort que la organización había reservado solo para ellos, pensaba únicamente en ella.

En la brujita de pelo caoba y ojos de hada que había abandonado para mantenerla a salvo del juego y de él.

Cleo no se merecía tener a un compañero como él: uno que era capaz de dejarla colgada en un árbol, a merced de cualquier loco para que pudiera herirla. Apretó los dientes y se frotó la nuca. Cada vez que lo recordaba, la piel se le erizaba y el sudor frío cubría sus manos y su frente.

Los nervios. El estrés. El miedo.

El látigo en manos de Billy Bob y el cuerpo cruelmente azotado de Cleo lo perseguirían toda la vida.

Pero Lion necesitaba centrarse únicamente en su misión. Debía dejar al margen las emociones; y había sido un incauto y un puto ignorante al pensar que podía aleccionar a Cleo y no engancharse a ella como un adicto, y no querer más.

Estúpido. Su necesidad de dominar había nacido por ella; su necesidad de proteger la sembró ella. Su amor anhelado… Esa era Cleo para él. Y después de estar dentro de ella, después de introducirla en los gustos del placer-dolor, de los orgasmos estratosféricos, ¿cómo podía creerse que la mujer no se iba a colar bajo su piel?

La niña le robó el corazón para siempre.

La adolescente le calentó el cuerpo.

La mujer, definitivamente, robaría su alma; y Lion no tendría otra opción que claudicar y hacer lo que los amos de corazón hacen con sus mujeres elegidas: clavar las rodillas y entregar su vida por ellas.

Sonrió tristemente. La había dejado. Tuvo miedo; miedo por lo sucedido con Billy Bob; miedo por no saber mantenerla a su lado; terror por pensar que, después de lo sucedido, ella se atemorizara cada vez que él se aproximase para jugar; y, sobre todo, tenía miedo de exponerla en el juego y no poder protegerla de las manos de las criaturas.

Dragones y Mazmorras Ds no era un torneo sencillo. Habían muchísimas combinaciones que hacer con cartas, objetos y personajes; combinaciones que podrían salvarles de las garras de los Orcos, los Monos voladores, los Hombres lagarto y la Reina de las arañas. No obstante, a veces, las combinaciones no eran suficientes. Lion era consciente de que Cleo era una agente infiltrada; y, si tenía que jugar con ellos, jugaría. Pero él no quería que lo hiciera.

Le destruiría compartirla. No era de ese tipo de amos.

Y por todas esas razones la había traicionado, dejándola sola en su casa y apartándola de la misión.

Cleo no volvería a hablarle jamás. No se acercaría a él de nuevo. Se había acabado.

El corazón le dolía.

Con el rostro ensombrecido se dio la vuelta para entrar de nuevo en el hotel.

Sharon esperaba a todos los participantes para hacer las pertinentes presentaciones y debían reunirse en el salón principal.

Claudia, su partenaire, la misma ama «Switch» —podía hacer de ama y sumisa indistintamente— con la que él jugaba de vez en cuando, lo esperaba apoyada en la pared. La mirada que Claudia le dirigía era muy diferente de cómo lo miraba Cleo.

Cleo lo abría de arriba abajo y asomaba la cabeza a su alma.

Claudia le abría la bragueta de arriba abajo y le tocaba la polla. Ella había accedido a jugar con él porque sabía que ambos eran una pareja fuerte y poderosa. A la mujer le iba todo. Y como era Lion quien se lo había pedido y, sabiendo lo conocidos que ambos eran en los círculos de BDSM, aceptó la proposición, porque tendrían las de ganar.

Con Claudia podría llegar a la final sin importarle las consecuencias. Esa mujer jugaba de verdad y no le daba importancia al hecho de caer en manos ajenas. El sexo era sexo para ella. Nada más.

Con Cleo no habría llegado a la final. Él mismo habría acabado el juego si su chica cayera en un duelo y tuviera que ponerse en manos de las Criaturas. No, ni hablar. Con ella no lo hubiera logrado.

—¿Estás listo, señor?

La mujer iba vestida con un short de látex negro y un top del mismo estilo que dejaba entrever sus pechos. Su pelo era largo por delante, hasta la barbilla, pero por detrás estaba muy corto, a lo chico, por capas. Tenía la piel morena por los rayos UVA. Era atractiva; tenía la boca gruesa y las dos paletas de delante un poco separadas. Pero sus ojos estaban llenos de fórmulas matemáticas: era una gran calculadora. Por dos millones de dólares sería capaz de hacer un gang bang con los más de cincuenta amos protagónicos que se reunían en el salón comedor del hotel. Llevaba un collar de sumisa bastante grueso y sostenía con las manos la cadena que pendía de él. Cuando Lion llegó hasta ella, Claudia sonrió educadamente y le ofreció la cadena.

—Lleva a tu perra a la sala, señor.

Lion se concentró en el caso. En Clint muerto, en Leslie en algún lugar de esas islas, y en los demás hombres y mujeres que estuvieran en el torneo y en el juego sin haber consentido y a los cuales drogaban hasta las cejas para realizar su cometido. ¿Quiénes serían? ¿Dónde estarían?

Era un maldito profesional y el corazón no debía importar para nada en su situación.

Lion tomó aire y, por primera vez, sintió que era completamente inadecuado estar con Claudia.

Porque cuando un amo prueba por fin las mieles de la mujer destinada a estar con él, solo ella le complace.

***

Cuando entraron de nuevo al salón, Lion respiró el ambiente de dominación y sumisión. Todos se miraban con respeto, hablaban entre ellos con educación y también con alegría por compartir un torneo de ese tipo con personas de los mismos gustos. Predominaban los colores negros y rojos. Había al menos setenta parejas de amos y amas con sus sumisos y sumisas.

Se oían los tintineos de los collares de esclavos, las risas y las carcajadas de algunos de ellos. Y caras conocidas.

Lion buscó a Nick Summers y a Karen Robinson entre la turba, pero no los hallaba. Tenían que fingir que no se conocían y actuar por separado excepto, cuando la situación les permitiera encontrarse a hurtadillas.

A quien sí vio, y no sin sorpresa, fue a Brutus y Prince que estaban ahí en calidad de amos, y ambos le sonreían, sorprendidos por que no llevara a la deliciosa chica de la mansión LaLaurie.

—¿Era demasiado para ti? —Prince, vestido todo de negro, con su cola negra alta, se colocó a su lado con la mirada clavada en el escenario pasarela de presentación. Dentro de poco saldría Sharon como la reina de ceremonias y daría la bienvenida a todos, presentando a las parejas una a una y mostrándolas ante la multitud.

Lion lo miró de reojo.

—¿Vienes a joder?

—Como tú. Todos vienen aquí a joder —aclaró Prince con amargura—. Lo que no comprendo es que dejaras a ese bocadito en casa y traigas a Mistress Pain contigo. —Se llevó a la boca la copa de champán francés que iban sirviendo los camareros—. Quieres el botín sí o sí.

—Hola, Prince —lo saludó Claudia ronroneante.

Lion torció el gesto. Prince la saludó con un gesto de barbilla.

Prince no tenía ni idea de que él era agente del FBI. Nadie lo sabía. Lion se había encargado de construir una leyenda urbana a su alrededor, llena de misterio y sombras oscuras, y era un auténtico enigma para el resto.

Obviamente, al formar esa pareja con Claudia, se convertirían automáticamente en los favoritos para alzarse con el premio del torneo.

—Es una pena que no entiendas por qué, Prince —explicó Lion—. Nadie mejor que tú para comprenderlo; aunque por lo visto a ti ya todo te da igual.

—¿Me estás sermoneando, King?

—En absoluto, lo hice una vez y salió mal. —Se tocó la ceja derecha, la que llevaba la cicatriz.

Un músculo palpitó en su mandíbula. ¿Dolor? ¿Rencor? ¿Qué más daba? Su amistad estaba rota.

—Por otra parte —Prince se encogió de hombros—, es una pena que no la trajeras. Me habría encantado esperarla en una de mis mazmorras.

Lion frunció el ceño y miró a su alrededor, buscando una cadena, un anillo de O…, algo que revelara a la sumisa de Prince. Pero no había nada de eso.

Prince sonrió.

«Joder», pensó Lion.

Sip —Prince se apartó de él, le guiñó un ojo y alzó su copa—. Soy una de las criaturas. Y me entristece mucho no ver a Lady Nala contigo. Pero te prometo, King, que yo devuelvo las puñaladas. No las olvido.

Lion se lo quedó mirando hasta que el amo de las tinieblas desapareció entre la multitud.

Se alegró muchísimo por no traer a Cleo.

Prince quería vengarse por algo del pasado. Lo deseaba desde hacía años. Entre ellos había una relación cordial pero fría. Antes fueron amigos, pero, lo que pasó tres años atrás los dejó tocados a ambos.

Prince creyó que Lion había seducido a su mujer, al amor de su vida, cuando les encontró en una situación comprometida, en uno de los locales que frecuentaban como pareja.

No fue así. La realidad fue mucho más fea y sórdida.

Pero Prince huyó con el corazón hecho añicos y no quiso escuchar ninguna de sus explicaciones.

Fue una pena, porque Prince y su mujer eran únicos como binomio y muy especiales para él como amigos.

Sharon, la Reina de las Arañas, apareció con un increíble vestido transparente de color rojo. Llevaba un sostén y unas braguitas de la misma tonalidad.

El foco la iluminó por completo, y todos los amos y sumisos le aplaudieron y la ovacionaron con fuerza. Sharon era una reina en todos los sentidos. Treinta años, como Leslie, muy guapa, aunque también montaraz y áspera como una gata que no desea que la toquen. Ella decidía cuándo y cómo.

Su pelo rubio caía en ondas y tirabuzones llenos de brillo y vida; una vida que sus ojos caramelo no tenían.

Se llevó el micro a los labios y gritó:

—¡Bienvenidos al segundo torneo de Dragones y Mazmorras DS! ¡Bienvenidos al reino de Töril!

Todos vitorearon, silbaron y aclamaron el torneo y a su anfitriona.

—¡Ha sido un éxito de participación y una ardua tarea escogeros uno a uno! Pero hemos reunido a lo mejor, a los más experimentados y a los más —hizo una estudiada pausa y después sonrió— sexys —ronroneó. La multitud se echó a reír y la piropearon. Sharon sabía cómo hacer partícipe al público e incluirlo en su particular fiesta—. Las mesas aquí dispuestas están personalizadas con vuestros nombres. Cómo veis, tenemos una enorme mesa presidencial —señaló el balcón superior, que estaba repleto de todos los amos y amas criaturas, los cuales observarían con interés a sus rivales protagónicos—, que no piensa perder detalle de vuestro desfile. Pero, primero, iré llamando una a una a las parejas para que suban al escenario y se muestren. Pronunciaré el edgeplay de cada uno, vuestros rangos como amos protagónicos y en qué estáis especializados. Pero antes de comenzar, dejadme deciros algo que no estaba incluido en las normas del torneo. Como sabéis, todo el torneo será seguido por los Villanos. Hay cámaras dispuestas en los escenarios; y Venger, Tiamat y Sombra Oscura —nombró los nombres de los villanos del juego oficial—, estudiarán los comportamientos de las parejas para, en un momento cualquiera del torneo, proponerles una prueba que no podrán negar. Si lo hacen, serán eliminados del concurso. —Sharon sonrió sabiendo que había cogido a todos los asistentes por sorpresa y que, para algunos, saber aquello despertaba todavía más sus anhelos de superarse—. Los Villanos y las Criaturas os esperan a todos. Dicho esto… ¡que empiece el espectáculo!

El S&M de Rihanna estalló a través de los altavoces.

Las parejas de amos y sumisas empezaron a desfilar según La Reina de las Arañas las iba llamando.

Había parejas de todo tipo. Se caracterizaban por mujeres y hombres que, como bien había dicho Sharon, eran sexys. El BDSM, como la vida, estaba repleto de personas de todo tipo, pero teniendo en cuenta el estilo de torneo que se iba a realizar y la importancia de la estética en las performances, se había elegido a gente en buen estado de forma física.

El escenario y la pasarela se convirtieron en un desfile de parejas. Algunas más en el papel que otras. No a todos les gustaba exhibirse de ese modo. Había amos más serios que otros, y sumisas más descaradas que otras. Había parejas lésbicas y gays.

—Aquí tenemos a Brutus y su pareja, Miss Olivia. Brutus es un Amo Bobby y por fin ha podido secuestrar a la mujer de Popeye e instruirla en las artes oscuras… Y Olivia está encantada, tanto que adora que su amo la momifique, la prive sensorialmente, y la golpee mediante caning (fusta) y paddling (azotes con pala)… Olivia adora la cera, y no solo para depilarse. Y le encanta que se le sienten en la cara (facesiting). Así que ¡Ojete con ellos!

Lion sonrió ante las ocurrencias de Sharon. Era una mujer inteligente y sabía improvisar. Una auténtica show-woman.

El desfile continuó. Rubias y morenos, de raza negra y asiática, dóminas en látex y sumisas medio desnudas, hombres con máscaras completas de piel y mujeres con collares y cadenas… Todos sonrientes y mostrando un respeto máximo hacia los demás.

—Aquí tenemos a Ama Thelma con su sumisa, Louise Sophiestication. —Thelma era una mujer alta y rubia, de pelo liso con cola de caballo. Vestía toda de negro y cuero y miraba a todos por encima del hombro. Sophiestication era una bella y elegante sumisa de pelo castaño recogido en un moño, con un antifaz negro que cubría media cara—. Sophiestication es un buen bocado, ¿no creéis? Ama Thelma es de rango Diana. Thelma y Louise, además de saltar en coche por acantilados, hacen auténticas acrobacias. Ama Thelma está versada en todo tipo despanking, y está dispuesta a compartir a su amiga, Sophiestication, con otro hombre o mujer. Adoran los tríos.

Las mesas empezaban a estar llenas de las parejas que ya se habían presentado. La gente aplaudía interesada y se reía ante los chistes de la Reina.

—Bueno, bueno… ¿Y a quién tenemos por aquí? —Sharon miró a Lion por encima del hombro y sonrió—. Desde las profundidades de la selva africana, entonando el Hakuna Matata, tenemos a King Lion y su preciosa sumisa switch, Mistress Pain. Seguramente ya los habréis visto trabajar alguna vez juntos. Ambos son espectaculares, ¿verdad? King Lion es un Amo Hank. Hace de todo con todas. Es el rey y no hay animal en el reino que no se someta a él. King Lion maneja todo tipo de instrumentos, y adora el fisting y los roleplay. ¿Será capaz de llevar el «timón» de Mistress Pain y darle un buen «Pumba»?

Lion sonrió al foco y tiró de la cadena de Claudia. La actitud a la hora de representar un papel era básica. La luz hizo que entrecerrase los ojos, pero algo por el rabillo del ojo, algo le llamó la atención. Mientras bajaba del escenario para dar paso a la siguiente pareja, entrecerró los ojos con curiosidad, mirando fijamente aquello que despertó su interés.

Una melena roja se sacudía a través de las parejas de amos y sumisas, como una llama que ardía a fuego lento.

Lion y Claudia tomaron asiento en la mesa. Él buscaba a la propietaria de ese pelo. Solo Cleo tenía ese color; y le llamaba la atención que otra mujer tuviera aquella melena. No sería tan guapa como Cleo, de eso estaba seguro.

—Vaya… Esto va a ser divertido —murmuró Sharon realmente interesada en la siguiente ficha. Por un momento se quedó sin palabras pero reaccionó rápida y feliz—. ¡Otra salvaje! Desde las profundidades de la selva africana y —puntualizó mirando a Lion con sorpresa—, haciendo el salto al Rey León…

Lion apoyó los codos sobre la mesa y tomó su copa de champán con una sonrisa de interés. ¿Quién le hacía el salto?

—¡Tenemos a Lady Nala y a su sumiso, Tigretón!

El foco alumbró el escenario. Las parejas que quedaban por presentar hicieron el pasillo a la mujer y al hombre que iban a salir en escena.

El corazón de Lion se saltó varios latidos cuando, a cámara lenta, observó a una mujer embutida en unas botas negras de tubo hasta el muslo, un vestido extracorto negro palabra de honor que le quedaba como un guante y una exuberante melena roja medio recogida. Llevaba los ojos pintados muy negros, casi como si los cubriera un antifaz, y con su color verde deslumbraba, como si fueran dos malditas estrellas entre tanta oscuridad. En las manos acarreaba con una correa con cadena y paseaba a su sumiso, que andaba a cuatro patas adorando su papel de animal.

La copa de Lion cayó de sus manos y su cuerpo entró en tensión.

No podía ser.

No podía ser.

¿Qué coño hacía Cleo ahí?

Y no solo eso.

¿Por qué Nick era su sumiso?

***

Cleo ardía de la furia y de la rabia que sentía en ese momento. Durante toda su vida se había enfadado muchas veces, pero nada que ver con el ultraje y la ira que la quemaban de dentro hacia afuera desde que había visto a Lion con aquella mujer. «Mistress Pain». Señorita Dolor.

A ella sí que le dolían el corazón y la garganta.

Tenía ganas de rugir como una auténtica leona y sacar las garras para vaciarlos a los dos.

Se había concienciado para no reaccionar; para no sucumbir a la sensación de verlo y de saber que él la había abandonado. Ante todo discreción y conciencia. Pero no estaba preparada para enfrentarlo y, además de todo eso, conocerlo como amo con otra mujer.

Odió a Mistress Pain casi inmediatamente.

Y le odió a él.

Deseó hacerle daño de verdad.

Obviamente, no podría hacerle daño porque ella no le importaba. Y era bien sabido que solo podían hacerte daño aquellas personas a las que realmente amabas. Por tanto, no podría lastimarlo tanto como él le había hecho.

Pero le daría una lección.

Para empezar, le demostraría que estaba capacitada para estar ahí y que él había cometido un ultraje y una infracción como agente al cargo al retirar su confianza.

Y después, si al día siguiente lograba uno de los cofres, iba a luchar con sus dotes de persuasión para hacerse con las cartas que necesitaba.

Dios, Lion tenía los ojos tan abiertos que se le iban a salir de las cuencas. Aquella reacción era impagable para ella.

«Prepárate, león. La selva solo la lidera una persona. Y es una reina».

—Lady Nala es una ama muy dura y estricta. Adora que su precioso sumiso Tigretón le bese los pies y limpie su calzado. Es experta con el flogger y le encanta la feminización, el dogPlay, como podéis ver, y… ¡la CBT! (Tortura de genitales masculinos). Vaya, vaya… Lady Nala —Sharon la miró de arriba abajo—. ¿De verdad te gusta eso?

Cleo le dirigió la mirada altiva mejor interpretada de la historia de la oftalmología.

—Lo sabrás cuando patee los huevos de tus crías, Reina de las Arañas —contestó sonriendo coqueta.

Sharon achicó sus ojos caramelo y alzó las comisuras de sus labios. No le daban miedo las amenazas.

—Más vale que no caigas en mis redes, leona —murmuró entre dientes—. Lo que te dije en la mansión LaLaurie no era broma.

Cleo sonrió y dejó de mirarla, como si ya no tuviera interés.

Sharon clavó sus ojos marrones en su espalda graciosamente erguida y su pelo rojo y gritó:

—¡Aves de la selva, cuidad bien de vuestros huevos o Lady Nala os los aplastará! —gritó despidiendo a la pareja.

***

El destino quiso que Lady Nala y Tigretón se sentaran en la misma mesa que King Lion y Mistress Pain, y Thelma y Louise.

Nick retiró la silla a Cleo.

Cleo ni siquiera le dio las gracias. Las dóminas no hacían eso. Sus sumisos estaban para servirles.

«Recuérdatelo. Tú ordenas y no pides por favor».

—Champán —ordenó sin mirar a Nick.

Nick hizo lo propio ante la atenta mirada de Lion.

Claudia observó a Cleo con interés, y a su sumiso con hambre. Thelma seguía atenta al escenario, en el que presentaba la última pareja, y Sophiestication permanecía con la mirada baja en su plato vacío.

—Buenas noches. —Cleo saludó a toda la mesa, cuidándose de no mirar a los ojos en ningún momento a Lion—. Venimos solo a saludaros. El viaje ha sido largo, estamos cansados y seguramente no nos quedemos a cenar. Hay que recuperar fuerzas para mañana —explicó con seguridad.

Lion parecía al acecho, como si tuviera ganas de saltar por encima de la mesa y estrangularles a ella y a Nick.

Nick se sentó a su lado y revisó que a su ama no le faltase de nada. Todos respondieron a su saludo con amabilidad.

—Los organizadores han realizado un excelente trabajo, ¿no os parece?

—Ya lo creo —contestó Thelma tomando la servilleta y colocándosela sobre los muslos—. Es todo impresionante. Imaginarse que estas islas están ambientadas en Töril y que cada escenario estará perfectamente representado como el juego de rol… Es muy emocionante. —Thelma acarició el cuello de Sophiestication y la acercó a ella para darle un beso en la mejilla. La joven sonrió con dulzura y asintió.

—¿Tu sumisa no habla? —preguntó Mistress Pain con desdén. Sophiestication levantó la mirada lo suficiente para estudiar el rostro de Claudia, pero lo hizo de un modo en que nadie se dio cuenta.

Nadie, excepto otro sumiso como ella que le lanzaba miradas de reojo.

—Quiero que Louise cuide su voz y solo se libere en los castigos. Entonces podrá gritar lo que desee. Cuidamos mucho los silencios y la paz mental entre nosotras. Cultivamos mucho las palabras. ¿Verdad, hermosura? —preguntó la rubia con una suavidad infinita. Sophiestication inclinó la cabeza a modo de afirmación.

—Nosotros también estamos deseosos de comenzar —aseguró Claudia sonriente y poniendo una mano sobre la rodilla de Lion.

Las orejas de Cleo se pusieron de punta como las de un dóberman, y su cabeza solo pudo atinar a decir: «Zogggrrrrrrrraaaa».

Lion seguía sin pestañear. Miraba a Cleo y a Nick, que tenía la misma posición sumisa que Sophiestication.

No sabía cómo actuar.

Ella… Su Cleo estaba ahí donde no debía estar. Y además, con otro hombre.

—Sí, nosotros también, ¿verdad, pequeño bribón? —Cleo tomó a Nick de la barbilla y lo giró hacia ella. Miró a Lion de reojo. «Oh, qué bien. Qué bien. Tengo toda tu atención. Mira lo que le hago al agente Summers».

—Sí, ama —contestó el rubio Nick asintiendo como un niño bueno.

—Dame un beso.

Lion apretó los puños sobre la mesa.

Nick sonrió con malicia y besó a Cleo en los labios queriendo alargar y profundizar más el contacto. Cleo le apartó rápido tirándole del pelo a modo de castigo.

«No sobreactúes. No sobreactúes».

—Suficiente.

—¿Y dices que vienes de la selva? —preguntó Lion con desdén e indiferencia. Repasó la piel de sus hombros buscando alguna marca del látigo de Billy Bob. Pero Cleo se había ocupado de maquillarlas. No tenía ninguna a la vista—. No te he visto en la mía.

Mistress Pain se echó a reír.

Cleo apretó los dientes y sus ojos verdes le fusilaron.

—¿Sabes por qué, Simba? Porque el jardín mal cortado de tu casa no es una selva. Y yo vengo de una selva mayor que la tuya. —«Una selva en la que el respeto por los demás animales es básico para continuar. Tú no me has respetado».

—Oh, vaya. —Thelma se tapó la boca con la mano intentando retener una carcajada. A su lado, Sophiestication miró a Cleo con asombro.

—No deberías hablarle así a King Lion, leona —le advirtió Claudia—. No puedes perderle el respeto.

—No se lo he perdido —aseguró Cleo bebiendo champán como si hablar con ella le aburriera—. Lo respeto muchísimo. Es el rey de la selva, ¿no?

—Sí —contestó la Switch con orgullo.

—Pero será solo el rey de la suya —Cleo le guiñó un ojo y sonrió.

—Oye, Tigretón —Lion se inclinó hacia adelante para llamar la atención de su amigo. Él también sabía jugar a eso y además, debía reaccionar—. ¿Puede que te haya visto por Nueva York antes? ¿En algún local? Nick permaneció callado.

—¿Acaso no responde? —Claudia se sentía insultada ante el comportamiento de los demás.

—Mi niño no responde si yo no se lo permito —contestó Cleo llenándose de orgullo—. ¿No lo ha probado tu amo contigo? Hablas demasiado.

—Claro que sí —contestó Lion con dobles intenciones—. Cuando tiene el gag y la someto —sus ojos azules brillaron retadores.

Mistress Pain sonrió como diciendo «¿Qué te parece mi amo, guapa?». Cleo encajó el golpe de la mejor manera, aunque las palabras le dolieron como una fusta.

—Me alegro; puede que mañana nos enseñes cómo lo haces —dándole a entender que no iba a encontrar el cofre y que tendrían que batirse en duelo con otros participantes. Desvió la mirada hacia Nick—. Habla.

Nick levantó la cabeza y miró de frente a su amigo.

Ambos se comunicaron en silencio. Lion le recriminaba la falta de información, y Nick le aseguraba que había sido decisión de Montgomery. Que él no tenía nada que ver en eso.

—Sí. Iba con mi ama a menudo a Nueva York.

—Pero creo recordar que tu ama era morena, más alta y, tenía más pecho que Lady Nala.

Cleo se mordió el interior del labio y deseó clavarle un tenedor entre ceja y ceja. Lion siempre despertaba su lado más sádico.

—Yo soy feliz con el precioso cuerpo de mi nueva ama —contestó Nick devolviendo el golpe poco caballeroso de Lion.

«Ese es mi chico», pensó Cleo.

—Mi anterior ama se rompió el brazo. Pero Lady Nala vino a mi rescate y ahora estoy a su merced. Y adoro estar a su merced —aseguró observando sonriente a Cleo.

«Vaya. Así que Karen se ha lesionado y no ha podido entrar al torneo. Jodida mala suerte», pensó Lion. Entonces, para que Nick entrara con alguien que estuviera al tanto del caso, Montgomery llamó a Cleo. ¿Así había sido la cosa?

—¿Entonces sois una pareja relativamente nueva? —La mirada analista de Claudia los estudió a ambos. Podría atacarlos con más facilidad.

—Así es. —Lion sonrió como el rey de la Selva que era. Poniendo a Cleo en su lugar de novata y a Nick como el más experimentado.

Cleo decidió que ya había tenido suficiente.

Se había enfrentado a Lion.

Se había comportado con educación, saludado a sus comensales, y era momento de retirarse y esperar ansiosa el día de mañana.

—Si nos disculpáis —murmuró Cleo levantándose de la mesa y tirando de la cadena del cuello de Nick—. Ha sido un placer. Dejamos que disfrutéis de la cena. Nosotros vamos a descansar, que mañana hay que madrugar.

—Y la selva no tiene piedad, Lady Nala —aseguró Lion mirándola de reojo mientras ella y Nick se alejaban.

Lion ya no tenía hambre.

Ni quería estar ahí en la mesa con Claudia, Thelma y Louise. Lo único que quería Lion, como hombre y como amo, era encontrar la habitación en la que Cleo y Nick se hospedaban, y exigir una jodida explicación. Y la tendría. Y lo que no iba a permitir era que esos dos durmieran juntos bajo ningún pretexto.

Lion podía haberlo hecho con Cleo.

Pero Cleo no lo haría con nadie más.

Ella era suya.