Más tarde se alzó el bote roto de la luna. No fuimos muy lejos antes de que lo hiciera, porque no había suficiente luz de las estrellas como para arriesgar mucho movimiento. Una vez se alzó la luna, la Dama me guió en un lento círculo hacia donde habían caído los Tomados. Nos detuvimos en una zona despejada, arenosa pero no peligrosa. Extendió la manta. Estábamos fuera de la nada.
—Siéntate.
Me senté. Ella se sentó. Pregunté:
—¿Qué…?
—Estáte quieto. —Cerró los ojos y se sumergió dentro de sí misma.
Me pregunté si Silencioso se habría separado de Linda para seguirnos. Me pregunté si mis camaradas estarían haciendo burdos chistes acerca de nosotros mientras trabajaban con los árboles andantes. Me pregunté en qué tipo de maldito juego había caído.
De todos modos has aprendido algo de él, Matasanos.
Al cabo de un rato me di cuenta de que ella estaba de vuelta de donde fuera que había ido.
—Estoy sorprendida —susurró—. ¿Quién hubiera pensado que tuvieran los redaños suficientes?
—¿Eh?
—Nuestros amigos del cielo. Lo esperaba del Renco y de Susurro, dados sus antiguos crímenes. Pero eran Desdén y Ampolla. Aunque hubiera debido sospechar de ella, resulta difícil. Su gran talento es la necromancia.
Otra ronda de pensamientos en voz alta. Me pregunté si lo hacía a menudo. Estoy seguro de que no estaba acostumbrada a tener testigos cuando lo hacía.
—¿Qué quieres decir?
Me ignoró.
—Me pregunto si se lo dijeron a los otros.
Retrocedí un poco, uní unas cuantas cosas. Las adivinaciones de la Dama acerca de tres posibles futuros y ningún lugar para ella en ninguno de ellos. Quizá eso significaba que tampoco había lugar en ellos para los Tomados. Y quizás imaginaban que podían tomar sus futuros en sus propios manos librándose de su ama.
Unos pasos ligeros me sobresaltaron. Pero no me excité. Simplemente imaginé que Silencioso había decidido seguirnos. Así que me sentí muy sorprendido cuando Linda se sentó con nosotros, sin nadie que la acompañara.
¿Cómo no me había dado cuenta del retorno de la nada? Había estado distraído, por supuesto.
La Dama dijo, como si Linda no hubiera aparecido:
—Todavía no han salido del coral. Es una marcha muy lenta, y ambos están heridos. Y aunque el coral no puede matarlos, puede causarles una gran cantidad de dolor. En estos momentos están tendidos boca arriba, aguardando la primera luz.
—¿Y?
—Puede que no lleguen a salir nunca.
—Linda sabe leer los labios.
—Ella ya lo sabe.
Bueno, he dicho un millar de veces que la chica no es estúpida.
Creo que el conocimiento de Linda estaba implícito en la posición que adoptó. Me situó directamente en el hueco entre ellas.
Oh, sí.
Me encontré haciendo de intérprete.
El problema es que no puedo registrar lo que se dijo de uno y otro lado. Porque alguien trasteó con mis recuerdos más tarde. Sólo tuve una oportunidad de tomar notas, y esas notas carecen ahora de todo sentido.
Tuvo lugar alguna especie de negociación. Puedo conjurar todavía una sensación de profundo asombro ante la buena disposición de Linda respecto a hacer un trato. También de sorpresa ante la Dama por el mismo motivo.
Llegaron a un acuerdo. Precario, por supuesto, porque a partir de entonces la Dama se mantuvo muy cerca y me tuvo siempre entre ella y cualquier otro mientras estuvo dentro de la nada. Da una gran sensación, saber que eres un escudo humano… Y Linda se mantuvo siempre cerca de la Dama para impedir que apelara a su poder.
Pero la dejó libre en una ocasión.
Pero me estoy adelantando ligeramente a los acontecimientos. Primero nos deslizamos de vuelta, sin dejar que nadie supiera que se había producido una cumbre. La Dama y yo regresamos después de Linda, intentando parecer como si hubiéramos tenido un encuentro enérgico y total. No pude evitar el esbozar una sonrisa ante algunas miradas envidiosas.
La Dama y yo volvimos a salir fuera de la nada a la mañana siguiente, después de que Linda distrajera a Silencioso, Un Ojo y Goblin enviándolos a tratar con los menhires. El Padre Árbol no podía decidirse. Fuimos en la otra dirección. Y rastreamos a los Tomados.
En realidad había poco que rastrear. Todavía no se habían liberado del coral. La Dama apeló a ese poder que tenía sobre ellos, y dejaron de ser Tomados.
Su paciencia estaba agotada. Quizá deseaba que sirvieran como lección… En cualquier caso unos buitres —auténticos buitres— estaban ya trazando círculos por encima de ellos antes de que regresáramos al Agujero.
Tan fácil, pensé. Para ella. Y para mí, cuando intenté matar al Renco, con cada maldita cosa que se me puso entre las manos, imposible.
Volvimos a la labor de traducción. Estuvimos tan atareados que no me enteré de las nuevas noticias del exterior. De todos modos, mi mente estaba un poco vacía, ya que ella le había erradicado mis recuerdos de la reunión con Linda.
De todos modos, de alguna forma, la Rosa Blanca se puso a bien de nuevo con el Padre Árbol. Su frágil alianza sobrevivió.
Sí observé una cosa. Los menhires dejaron de incordiarme acerca de forasteros en la Llanura.
Durante todo el tiempo se habían referido a Rastreador y al Perro Matasapos. Y a la Dama. Dos de tres ya no eran forasteros. Nadie sabía lo que había sido del Perro Matasapos. Ni siquiera los menhires pudieron rastrearlo.
Intenté conseguir que Rastreador me explicara el nombre. No podía recordarlo. Ni siquiera el propio Perro Matasapos. Extraño.
Ahora era la criatura de los árboles.