18

Rephaim

—No me puedo creer que vayas a hacer esto —dijo Kalona, paseando de un lado a otro del balcón del edificio Mayo.

—¡¡Lo hago porque es necesario, es el momento y es lo correcto!!

La voz de Neferet fue subiendo de tono mientras hablaba como si estuviera explotando desde el interior.

—¡Lo correcto! ¿Cómo si fueras una criatura de la Luz?

Rephaim no pudo evitar pronunciar esas palabras ni pudo esconder el tono de incredulidad.

Neferet se revolvió contra él. Levantó una mano. Rephaim vio hilos de poder retorciéndose en el aire a su alrededor, introduciéndose en su piel, reptando bajo ella. Esa visión le revolvió el estómago al recordar el terrible contacto de esos hilos de la Oscuridad. Automáticamente, retrocedió un paso.

—¿Estás cuestionándome, criatura pájaro?

Neferet parecía estar preparándose para lanzar la Oscuridad contra él.

—Rephaim no te cuestiona, y yo tampoco.

Su padre se acercó a Neferet, colocándose entre la tsi sgili y él mientras seguía hablando con la voz calmada de años de autoridad.

—Simplemente estamos sorprendidos.

—Es justo lo que Zoey y sus aliados menos esperan que haga. Así que, aunque me pone enferma, me rebajaré… temporalmente. Al hacerlo, Zoey se sentirá impotente. Con que solo murmure en mi contra, se revelará como la niña petulante que es en realidad.

—Pensaba que preferirías destruirla, más que humillarla —dijo Rephaim.

Neferet lo miró con desdén mientras le hablaba como si fuese un completo tonto.

—Tengo las habilidades necesarias para matarla esta noche, pero lo orquestase como lo orquestase, yo me vería implicada. Hasta esas viejas chochas del Alto Consejo se verían obligadas a venir aquí… a vigilarme y a interferir en mis planes. No, no estoy preparada para eso y, hasta que lo esté, quiero a Zoey amordazada y puesta en su lugar. Es una simple iniciada y se la tratará como tal de ahora en adelante. Y mientras me ocupo de Zoey, también estudiaré a su grupito de amigos… especialmente a esa que se hace llamar la primera alta sacerdotisa roja.

La risa de Neferet era burlona.

—¿Stevie Rae? ¿Una alta sacerdotisa? Pretendo revelar lo que es en realidad —continuó.

—¿Y qué es? —tuvo que preguntar Rephaim, aunque mantuvo tanto su tono de voz como su cara tan inexpresivas como pudo.

—Es una vampira que ha conocido, e incluso recibido con los brazos abiertos, a la Oscuridad.

—Últimamente ha elegido a la Luz —dijo Rephaim, y se dio cuenta de que había hablado demasiado rápido cuando los ojos de Neferet se entornaron.

—Pero el hecho de que la Oscuridad la haya tocado, la cambia para siempre —comentó Kalona.

Neferet sonrió dulcemente al inmortal.

—Estás muy en lo cierto, mi consorte.

—¿Y haber conocido a la Oscuridad no podría fortalecer a la Roja?

Rephaim fue incapaz de callarse la pregunta.

—Por supuesto que sí. La Roja es una vampira poderosa, aunque joven e inexperta, y por eso nos puede ser de gran utilidad —dijo Kalona.

—Creo que hay más en Stevie Rae que lo que les ha mostrado a sus amiguitos. La vi cuando estaba en la Oscuridad. Disfrutaba de ella —dijo Neferet—. Opino que tenemos que observarla y ver lo que hay bajo ese exterior feliz e inocente.

Pronunció esas palabras sarcásticamente.

—Como deseesss —dijo Rephaim, y se indignó al ver que la ira que Neferet le producía lo hacía sisear como a un animal.

Neferet lo miró fijamente.

—Siento un cambio en ti.

Rephaim se obligó a seguir mirándola con firmeza.

—En ausencia de mi padre estuve más cerca de la muerte y de la Oscuridad que nunca antes en mi larga vida. Si sientes un cambio en mí, quizás sea por eso.

—Quizás —dijo Neferet, lentamente—. Y quizás no. ¿Por qué sospecho que no estás totalmente contento con mi regreso y el de tu padre a Tulsa?

Rephaim se mantuvo muy quieto para que la tsi sgili no notase el odio y la ira que le inundaban el cuerpo.

—Yo soy el hijo favorito de mi padre. Como siempre, estoy a su lado. Los días en que estuvo lejos de mí fueron los más oscuros de mi vida.

—¿En serio? Qué terrible debe de haber sido —dijo Neferet sarcásticamente.

Después se giró despectivamente hacia Kalona.

—Las palabras de tu hijo «favorito» me recuerdan algo… ¿dónde está el resto de las criaturas que llamas hijos tuyos? Estoy segura de que un puñado de iniciados y monjas no ha sido capaz de matarlos a todos.

Kalona apretó y aflojó la mandíbula y sus ojos relucieron con tono ámbar. Cuando Rephaim se dio cuenta de que su padre estaba luchando por controlar su furia, tomó la palabra rápidamente.

—Tengo hermanos que han sobrevivido. Los vi huir cuando Padre y tú fuisteis desterrados.

Neferet entrecerró los ojos.

—Ya no estoy desterrada.

Ya no, pensó Rephaim, mirándola sin ni tan siquiera parpadear, pero un puñado de iniciados y monjas lo consiguió una vez.

De nuevo, Kalona desvió la atención de él.

—Los otros no son como Rephaim. Necesitan ayuda para esconderse en la ciudad sin ser detectados. Deben de haber encontrado lugares seguros para anidar, alejados de la civilización.

Cuando habló, su ira solo burbujeaba bajo la superficie de sus palabras y no estalló, aunque Rephaim pensó que Neferet se había vuelto muy ciega. ¿De verdad pensaba que era tan poderosa que podía provocar a un inmortal continuamente, sin tener que pagar las consecuencias de su cólera?

—Bueno, ya estamos de vuelta. Deberían estar aquí. Son aberraciones de la naturaleza, pero tienen su utilidad. Durante las horas de luz pueden quedarse aquí, lejos de mi dormitorio —dijo, señalando la lujosa suite del ático—. Por la noche, pueden acechar por ahí fuera y esperar mis órdenes.

—Querrás decir mis órdenes.

Kalona no había levantado la voz, pero el poder que retumbó en ella le puso la carne de gallina a Rephaim en los brazos.

—Mis hijos solo me obedecen a mí. Están unidos a mí por sangre, magia y tiempo. Solo yo los controlo.

—Entonces supongo que puedes obligarlos a venir…

—Sí.

—Bueno, pues convócalos, o haz que Rephaim los arree, o lo que suelas hacer. No puedes esperar que yo me ocupe de todo.

—Como desees —dijo Kalona, copiando la frase anterior de Rephaim.

—Ahora voy a humillarme ante una escuela llena de seres inferiores porque tú no impediste que Zoey Redbird regresara a este reino —relató, con ojos verdes fríos como el hielo—. Y por eso tú me obedeces ahora solo a mí. Estate aquí para cuando vuelva.

Neferet abandonó la terraza. Su larga túnica debería haberse quedado enganchada en la puerta cuando la cerró de un portazo, pero en el último momento se agitó y se deslizó para acercarse más al cuerpo de la tsi sgili, pegándose a sus tobillos como un charco pegajoso de alquitrán.

Rephaim miró a su padre, al antiguo inmortal al que había estado sirviendo lealmente durante siglos.

—¿Cómo le permites que te hable así? ¿Que te utilice de esa manera? Ha llamado a mis hermanos aberraciones de la naturaleza, ¡pero, en realidad, el verdadero monstruo es ella!

Rephaim sabía que no debería haberle hablado así a su padre, pero no había podido evitarlo. Ver al orgulloso y poderoso Kalona mangoneado como un sirviente era intolerable.

Cuando este se le acercó, Rephaim se preparó para lo que estaba seguro que iba a pasar. Había visto la furia de su padre desatada antes… sabía lo que esperar. Kalona desplegó sus tremendas alas y se inclinó sobre su hijo, pero el golpe que Rephaim aguardaba no llegó. En lugar de ello, cuando miró a su padre a los ojos, lo que vio fue desesperación, no ira.

Con aire de dios caído, Kalona habló.

—Tú también no. Me esperaba su falta de respeto y su deslealtad; traicionó a una diosa para liberarme. Pero tú, sin embargo… nunca creí que tú te volverías contra mí.

—¡Padre! ¡No lo he hecho! —dijo Rephaim, apartando de su mente todos los pensamientos sobre Stevie Rae—. Simplemente, no puedo soportar la manera en que te trata.

—Por eso debo descubrir una manera de romper ese maldito juramento.

Kalona hizo un sonido de frustración sin palabras y caminó hasta la balaustrada de piedra, mirando a la noche.

—Si Nyx se hubiese mantenido al margen en la batalla contra Stark… Entonces él seguiría muerto y yo sé, dentro de mi alma, que Zoey nunca habría encontrado fuerzas para volver a este reino y a su cuerpo, no con sus dos amantes muertos.

Rephaim siguió a su padre hasta la balaustrada.

—¿Muerto? ¿Mataste a Stark en el Otro Mundo?

Kalona bufó.

—Por supuesto que maté a ese chico. Luchamos. No podría haberme derrotado nunca, aunque sí que consiguió convertirse en guardián y blandir el gran claymore de guardián.

—¿Nyx resucitó a Stark? —preguntó Rephaim, incrédulo—. Pero la Diosa no interfiere en las elecciones de los humanos. Fue elección de Stark defender a Zoey ante ti.

—Nyx no lo resucitó. Lo hice yo.

Rephaim parpadeó de la sorpresa.

—¿Tú?

Kalona asintió y siguió observando el cielo nocturno, sin mirar a su hijo mientras hablaba con voz tensa, como si tuviese que obligar a cada palabra a salir de su garganta.

—Yo maté a Stark. Creí que Zoey se retiraría y permanecería en el Otro Mundo con las almas de su guerrero y su compañero. O, tal vez, que su espíritu se rompería para siempre y que se convertiría en una caoinic shi’ errante.

Kalona hizo una pausa.

—Aunque yo no le deseaba esto último —añadió—. No la odio como la odia Neferet.

A Rephaim le parecía que su padre estaba hablando más para sí mismo que para él, así que cuando Kalona se calló, él permaneció en silencio, paciente, para no interrumpirlo, esperando a que continuase.

—Zoey es más fuerte de lo que había pensado en un principio —prosiguió hablándole a la noche—. En lugar de retirarse o de romperse, atacó.

El inmortal alado se rió al recordarlo.

—Me ensartó con mi propia lanza y después me ordenó devolverle la vida a Stark para cancelar la deuda de vida que tenía con ella por haber matado a ese chico suyo. Me negué, por supuesto.

—Pero las deudas de vida son algo poderoso, Padre —soltó Rephaim, incapaz de permanecer en silencio.

—Cierto, pero yo soy un poderoso inmortal. Las consecuencias que gobiernan a los mortales no se me aplican.

Los pensamientos de Rephaim, como un viento frío, susurraron en su mente: Puede que se equivoque. Puede que lo que le está sucediendo a Padre sea parte de esas consecuencias que él se considera demasiado poderoso para pagar. Pero Rephaim sabía que era mejor no corregir a Kalona.

—Te negaste a hacer lo que quería Zoey —añadió, simplemente—. ¿Y qué pasó después?

—Pasó Nyx —contestó Kalona, amargamente—. Podía decirle que no a una cría alta sacerdotisa. Pero no podía negárselo a la Diosa. Nunca podría negarle nada a la Diosa. Le insuflé un pedacito de mi inmortalidad a Stark. Sobrevivió. Y Zoey volvió a su cuerpo y se las arregló para rescatar a su guerrero en el Otro Mundo, también. Y ahora yo estoy bajo el dominio de una tsi sgili que creo que está completamente loca.

Kalona miró a Rephaim.

—Si no rompo estas ataduras, podrían conducirme a la locura junto con ella. Tiene una conexión con la Oscuridad que no he sentido en siglos. Es tan poderosa como seductora y peligrosa.

—Deberías matar a Zoey.

Rephaim pronunció esas palabras despacio, titubeante, odiándose por cada sílaba porque sabía el dolor que la muerte de Zoey le causaría a Stevie Rae.

—Ya lo he considerado, por supuesto.

Rephaim aguantó la respiración cuando su padre hizo una pausa.

—Y he llegado a la conclusión de que matar a Zoey Redbird sería una afronta abierta contra Nyx. Hace eras que no sirvo a la Diosa. He hecho cosas que ella consideraría… —dijo Kalona, interrumpiéndose de nuevo, esta vez luchando con las palabras— imperdonables. Pero nunca he segado la vida de ninguna sacerdotisa a su servicio.

—¿Temes a Nyx? —preguntó Rephaim.

—Solo un tonto no temería a una diosa. Hasta Neferet evita la ira de Nyx al no matar a Zoey, aunque la tsi sgili no se lo admita a sí misma.

—Neferet está tan henchida de Oscuridad que ya no piensa racionalmente —dijo Rephaim.

—Cierto, pero que sea irracional no significa que no sea inteligente. Por ejemplo, yo creo que puede tener razón sobre la Roja… podría utilizarla o incluso desviarla del camino que ha elegido —reflexionó Kalona, encogiéndose de hombros—. O podría seguir del lado de Zoey y ser destruida cuando Neferet se enfrente a ella.

—Padre, no creo que sea tan simple como pensar que Stevie Rae está del lado Zoey. Creo que también está del lado de Nyx. ¿No es lógico asumir que la primera alta sacerdotisa roja es especial para la Diosa y que, por tanto, debería permanecer intacta, como Zoey?

—Veo la validez de tus palabras, hijo mío —asintió Kalona con la cabeza, en solemne acuerdo—. Si ella no se desvía del camino del a Diosa, yo no dañaré a la Roja. En lugar de ser yo, será Neferet la que provocará la ira de Nyx si destruye a Stevie Rae.

Rephaim mantuvo un férreo control sobre su voz y en su expresión.

—Esa es una sabia decisión, Padre.

—Claro que existen otras maneras de obstaculizar a una alta sacerdotisa, sin necesidad de matarla.

—¿Qué planes tienes para obstaculizar a la Roja? —le preguntó Rephaim.

—No planeo hacerle nada a la Roja hasta que Neferet consiga compelerla a abandonar su camino, y entonces yo o bien dirigiré sus poderes, o me apartaré a un lado mientras Neferet la destruye.

Kalona hizo un gesto con la mano, como para descartar la pregunta.

—Estaba pensando en Zoey. Si podemos convencerla para que se enfrente a Neferet públicamente, la tsi sgili estará completamente distraída. Y tú y yo nos podríamos concentrar en romper mi vínculo con ella.

—Pero, como ha dicho Neferet, si después de esta noche Zoey habla en contra de ella, será reprendida y desacreditada. Zoey es lo suficientemente sabia para saberlo. No desafiará a Neferet públicamente.

Kalona sonrió.

—Ah, pero ¿y si su guerrero, su guardián, la única persona en esta tierra en la que ella confía sobre todos los demás, empieza a susurrarle que no debería permitir que Neferet se fuera de rositas por sus malvados actos? ¿Que debería cumplir con su papel de alta sacerdotisa, sin importar las supuestas consecuencias, y enfrentarse a Neferet?

—Stark no haría eso.

La sonrisa de Kalona se agrandó.

—Mi espíritu puede entrar en el cuerpo de Stark.

Rephaim se atragantó.

—¡¿Cómo?!

Sin dejar de sonreír, Kalona levantó sus anchos hombros.

—No lo sé. Nunca había experimentado esto antes.

—¿Entonces esto va más allá de entrar en el reino de los sueños y encontrar a un espíritu dormido?

—Mucho más allá. Stark estaba completamente despierto y yo seguía una conexión que pensaba que me iba a llevar a A-ya, en el reino de los sueños, si Zoey hubiese estado durmiendo. La conexión me llevó hasta Stark… al interior de Stark. Sospecho que él sintió algo, pero no creo que supiese que era yo.

Kalona inclinó la cabeza, pensativo.

—Quizás esta habilidad de mezclar mi espíritu con el suyo es consecuencia del pedacito de inmortalidad que le insuflé.

Inmortalidad que le insuflé. Las palabras de su padre dieron vueltas y vueltas en la mente de Rephaim. Había algo más… algo que los dos estaban pasando por alto.

—¿Nunca habías compartido tu inmortalidad con otro ser?

La sonrisa de Kalona se borró de su rostro.

—Por supuesto que no. Mi inmortalidad no es un poder que compartiría voluntariamente con otros.

Y de repente, aquello que había estado preocupando a Rephaim, escapándosele de la mente, explotó. Era lógico que Kalona pareciese diferente desde que había vuelto del Otro Mundo. Todo tenía sentido ahora.

—¡Padre! ¿Cuáles fueron las palabras exactas del juramento que le hiciste a Neferet?

Kalona le frunció el ceño, pero recitó el juramento.

—Si rompo mi juramento y fallo en mi misión de destruir a Zoey Redbird, iniciada alta sacerdotisa de Nyx, Neferet dominará mi espíritu mientras yo sea inmortal.

La emoción recorrió el cuerpo de Rephaim.

—¿Y cómo sabes que Neferet tiene dominio sobre tu espíritu?

—No destruí a Zoey; debe tener control sobre mí.

—No, Padre. Si tú compartiste tu inmortalidad con Stark, ya no eres un inmortal completo, al igual que Stark ya no es mortal completo. Las condiciones del juramento ya no existen, nunca existieron. No estás realmente encadenado a Neferet.

—¿No estoy realmente encadenado a Neferet?

La expresión de Kalona pasó de la incredulidad a la sorpresa y, finalmente, a la alegría.

—No creo que lo estés —dijo Rephaim.

—Solo hay una manera de estar seguros —dijo Kalona.

Rephaim asintió.

—Debes desobedecer abiertamente.

—Eso, hijo mío, será un placer.

Mientras observaba a su padre echar los brazos hacia atrás y proclamar su alegría al cielo, Rephaim supo que esa noche iba a cambiarlo todo y que, pasase lo que pasase, tenía que encontrar la manera de asegurarse de que Stevie Rae estuviese a salvo.