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Veo sus dos cabezas, de perfil, iluminadas por la lámpara de la mesita de noche: la cabeza de Jean-Marc, con la nuca en la almohada; la cabeza de Chantal, inclinada sobre él a unos diez centímetros.

Ella decía: «Ya no dejaré de mirarte. Te miraré sin parar».

Y, después de una pausa: «Tengo miedo cuando mis ojos parpadean. Miedo de que, durante ese segundo en que mi mirada desaparece, se deslice en tu lugar una serpiente, una rata, otro hombre».

Él intentaba incorporarse un poco para tocarla con los labios.

Ella movía la cabeza: «No, quiero únicamente mirarte».

Y luego: «Dejaré la lámpara encendida toda la noche. Todas las noches».

Terminado en Francia, en otoño de 1996