32

La llamada que acaba de recibir lo puso furioso. Cuando se enoja, a Rodríguez se le erizan los pelos del bigote y se parece más que nunca a un castor. Piensa y maldice por lo bajo. Levanta el teléfono, marca.

Soy yo… ¿Me querés decir qué carajo estás haciendo?… ¿Cómo con qué?, ¡tres muertos conectados con el boliche!… No me vengas con boludeces, eso sólo pudo ser obra de tu gente… ¿Te dije o no te dije que quería tranquilidad?… ¿Vos viste el quilombo que armaron los medios?… ¿No sabés que cuando pasan estas cosas nunca falta un idiota que abra el pico?… ¡Me importa una mierda!… Oíme bien, quiero que saques a tu gente de Mar del Plata de inmediato… Voy a ordenar la clausura y la voy a mantener hasta que todo se calme… Vos te quedás piola y en el molde… Te aviso, el costo de parar el negocio lo vas a pagar vos… Eso lo veremos después… Nada, no quiero que hagas nada…

Rodríguez corta. Se sienta. Mira la hora. Bebe un trago de agua, levanta el teléfono y marca.

Cristina, conferencia de prensa a las cuatro… Las muertes en Mar del Plata… Llamalo a Pedro, quiero que esté presente… Que venga a las tres.

Impasible, la Momia oye la señal de llamada mientras garabatea cruces y cajas de diferente tamaño en un block.

¿Qué pasó, Pardo?… Me acaba de llamar Erre indignado… ¿A los tres?… Te dije que a ella no… Por favor…

La Momia oye las explicaciones sin cambiar de expresión, pero los trazos de las cajas y las cruces son ahora más marcados. La punta del lápiz se quiebra.

Me cago en diez… Vamos a abortar… No des nombres por teléfono… Nada, ya se van a encargar de él… Volvé enseguida… Tranquilo… Ni siquiera una infracción de tránsito… Yo me ocupo…

Corta, vuelve a marcar.

Soy yo, Pescado… No muy bien… Si, ya me enteré… Me llamó Erre, está furioso… Van a clausurar todo hasta que pase el despelote… Mañana seguramente… Asegurate de que en el local no quede nada que pueda complicarnos la vida… Avisale a Cholo… Que diga que él sólo es el cuidador y nada más… Le voy a mandar al abogado para asegurarnos… Hacé lo que te dije… No dejes pasar un minuto… Yo te llamo…

Yancar cuelga, se viste apresuradamente y camina a paso rápido hasta el Besitos. Abre con su llave y, mientras se encamina a la oficina, llama a Cholo a gritos. Cuando aparece lo encuentra sacando papeles de los cajones y apilándolos sobre el escritorio.

Sentate, Cholo. Escuchame bien. Lo escucho. Mañana van a venir a clausurar. Mire, jefe, yo no quiero ningún problema. No tenés nada de qué preocuparte. Va a venir el doctor Rafel para ocuparse de todo, vos no tenés que decir nada. ¿Está claro? Clarísimo. Bien, dame algo para meter todo esto.

Yancar continúa apilando documentos y metiéndolos dentro de la bolsa abierta que sostiene Cholo.

Ah, una cosa. Decime. Anduvo un tipo por acá preguntando por vos. ¿Quién? Lezama, me dijo que se llamaba. ¿Lezama? Algo así. No sé quién es. ¿Qué le dijiste? Que no conocía a ningún Yancar. ¿Qué más? Nada, me dio un mensaje para usted. ¿Qué? Me dijo: cuando lo conozcas a Yancar decile que el Loco Romero lo anda buscando por el lado de Constitución.

Yancar deja de guardar papeles y toma a Cholo por los hombros obligándolo a mirarlo.

¿Romero dijiste? Sí, el Loco Romero. ¿Cómo era el tipo? De traje, no muy alto, como de sesenta, un poco pelado, y hablaba muy pausado, en voz baja, pinta de cana. ¿No sería Lascano? ¿Y qué le dije? Lezama. ¿Lezama le dije? Sí. No, Lascano, me confundí. Si vuelve, seguí con que no me conocés. No digas una palabra más, ¿entendido? Lo que diga, jefe.

Yancar arroja la última carpeta dentro de la bolsa, la anuda y señala los cajones con un gesto amplio.

Todo lo que queda te lo llevás a la azotea y lo quemás en la parrilla. ¿Ahora? No, ahora venís conmigo. Está bien. Cargá la bolsa, vamos.

Yancar se asoma a la puerta. Nada inquietante, la corriente habitual de turistas del verano. Deja salir a Cholo con la bolsa, cierra con llave y caminan calle arriba.

Vamos a dejar esta bolsa en el auto, de ahí volvés al local y quemás todo, ¿okey? Lo que usted mande.

Entran en el garaje. Yancar acciona el abrepuertas, las luces del auto parpadean. Abre el maletero. Cholo coloca la bolsa, Yancar cierra.

Ahora corré a hacer lo que te dije. A la orden.

Yancar se queda mirando a Cholo bajar por la rampa. Cuando desaparece, se sube al auto.