Para Owen Lock, por haber tenido fe en mí y por recordarme

que yo debía tener fe en mí mismo.

Para Verónica Chapman, por su amplitud de miras y su agudeza.

Para Kuo-yu Lang… la energía es contagiosa.

Y para quien, en secreto, me encontró en un lugar y un momento

oscuros y encendió una luz.

Y, naturalmente, como siempre a Diana y los niños.