El guardabosque
Deseo tanto ir hacia ella, estar con ella, para que podamos alcanzar de nuevo aquella paz que reinaba en nuestras vidas antes de aquel día terrible… ¡Cuánto deseo abrazarla, besarla, expresarle todos mis sentimientos, todos mis secretos, mis penas, mis esperanzas! Ver ahora a Pony es ver lo que era y preguntarme lo que habría podido ser si los trasgos no hubieran asaltado Dundalis. Ver ahora a Pony es considerar qué otro camino podría haber seguido yo. ¿Podría haber cultivado la tierra y cazado, como hizo Olwan, mi padre? ¿Estaríamos casados Pony y yo, y quizá tendríamos hijos?
¿Cuál sería la visión del mundo que yo tendría de no haber pasado aquellos años en Andur’Blough Inninness?
Pero ese es el problema, tío Mather. No lo puedo saber: sólo puedo hacer conjeturas al respecto; y me temo que cualquier suposición que formule estará influida por las observaciones de mi vida actual. Quizá mi vida habría sido mejor si Dios me hubiera ofrecido un camino diferente, uno más parecido al de Olwan. ¡Ojalá todos aquellos habitantes de Dundalis —mi madre y mi padre, los padres de Pony, y todos los demás— hubieran podido evitar su fatal destino! ¡Ojalá aquellos trasgos no hubieran asaltado Dundalis!
Pero ¿qué me habría sucedido a mí? Supongo que habría vivido en paz, y probablemente con Pony, un destino del que ningún hombre hubiera podido quejarse.
Pero me niego a rechazar mis años con los Touel’alfar o a quitarles importancia; aquellos amigos elfos ayudaron a forjar al hombre en que me he convertido. Aquellos amigos elfos crearon a Pájaro de la Noche, este guardabosque, con la esperanza de que mejoraría el mundo y con la seguridad de que me mejoraría a mí mismo. Al mirar con la perspectiva de los resplandecientes ojos de aquellas criaturas, he aprendido una nueva y más lúcida concepción del mundo que me rodea, una concepción que no tendría si los trasgos no hubieran asaltado Dundalis y los elfos no me hubieran rescatado y me hubieran llevado a su valle secreto. Debido a aquella tragedia, yo, Elbryan, he llegado a conocer y a amar la vida por encima de todo. Debido a aquella tragedia, he llegado a ser quien soy, el hombre que puede contemplar el mundo tanto con la mirada de un elfo como con la mirada de un humano.
Me siento culpable, tío Mather, pues, ¿por qué fui yo el elegido, y no otra persona de Dundalis, como Olwan, Shane McMichael, Pony o Carley dan Aubrey? Me siento culpable, y el hecho de ver a Pony viva, tan hermosa, tan maravillosa, sólo aumenta mi dolor, me recuerda a todos los que murieron, y me lleva a preguntarme qué podría haber ocurrido y si tal vez yo hubiera preferido ese destino perdido.
Para Pony es aun peor. Al verme a mí, al ver Dundalis, muchos recuerdos enterrados largo tiempo han regresado a su mente consciente. En estos pocos días, desde que el hermano Avelyn y yo la rescatamos de Quintall, apenas la he visto. Trata de evitarme, lo sé, y no la culpo por ello; necesita tiempo: ha revivido demasiadas cosas de su irrecuperable pasado en un intervalo demasiado breve.
En Dundalis murieron todos menos nosotros dos. Y hemos continuado viviendo desde aquel momento de la tragedia, hemos crecido fuertes y leales, hemos disfrutado de vidas agradables; y, ahora que nos hemos reunido de nuevo, las posibilidades parecen ser maravillosas. Nuestra vida puede ser aún más placentera…
Aquí reside la culpa, tío Mather, nuestra culpa. No puedo librar a Pony del dolor de sus recuerdos, del mismo modo que ella no puede librarme a mí de los míos. Sólo espero que ella llegue a aceptar nuestro destino y que desee construir el futuro de la mejor manera que podamos.
Lo supe desde el momento en que la vi en aquella cueva. La quiero, tío Mather, como la quería aquel maldito día en la sierra al pie de la cual estaban nuestros hogares. La quiero y, naturalmente, el mundo entero será más dulce si puedo estrecharla entre mis brazos y sentir su suave aliento en mi cuello.
Elbryan Wyndon