LA BRUJA DE PORTOBELLO.
LONDRES (copyright Jeremy Lutton). «Por estas y otras razones, yo no creo en Dios. ¡Sólo hay que ver cómo se comportan aquellos que creen en él!». Así reaccionó Robert Wilson, uno de los comerciantes de Portobello Road.
La calle, conocida en todo el mundo por sus anticuarios y por su feria de objetos usados de los sábado, se convirtió anoche en una batalla campal, que exigió la intervención de por lo menos cincuenta policías del Royal Borough of Kensington and Chelsea para calmar los ánimos. Al final del tumulto, había cinco heridos, aunque ninguno en estado grave. El motivo de la disputa, que duró casi dos horas, fue una manifestación convocada por el reverendo Ian Buró, contra lo que llamó «culto satánico en el corazón de Inglaterra».
Según Back, desde hacía seis meses un grupo de personas sospechosas no dejaban dormir al vecindario en paz las noches de los lunes, día en el que invocaban al demonio. Las ceremonias eran conducidas por la libanesa Sherine H. Khalil, que se autodenominaba Athena, la diosa de la sabiduría.
Generalmente reunía a doscientas personas en el antiguo almacén de cereales de la Compañía de Indias, pero la multitud iba aumentando según pasaba el tiempo, y las semanas pasadas, un grupo igualmente numeroso se quedaba fuera esperando una oportunidad para entrar y participar en el culto. Viendo que ninguna de sus reclamaciones verbales, peticiones, recogida de firmas, cartas al periódico, había dado resultado, el reverendo decidió movilizar a la comunidad, pidiéndoles a sus fieles que a las siete de ayer se personasen fuera del almacén, para impedir la entrada a los «adoradores de Satanás».
«En cuanto recibimos la primera denuncia, enviamos a alguien a inspeccionar el almacén, pero no se encontró ningún tipo de droga ni indicio de actividad ilícita —declaró un oficial de policía, que prefirió no identificarse, ya que acaban de abrir una investigación para aclarar lo sucedido—. Como la música siempre terminaba a las diez de la noche, no había violación de ley alguna, y no podemos hacer nada. Inglaterra permite la libertad de culto».
El reverendo Back tiene otra versión de los hechos:
«En realidad, esa bruja de Portobello, esa maestra de la charlatanería, tiene contactos en las altas esferas del gobierno, de ahí la pasividad de una policía pagada con el dinero del contribuyente para mantener el orden y la decencia. Vivimos en un momento en el que todo está permitido; la democracia está siendo engullida y destruida por culpa de la libertad ilimitada».
El pastor afirma que ya al principio desconfió del grupo; había alquilado un inmueble que se caía a trozos, y se pasaban días enteros intentado recuperarlo, «en una clara demostración de que pertenecía a una secta, y de que habían sido sometidos a un lavado de cerebro porque nadie trabaja gratis en este mundo». Al ser preguntado si sus fieles no se dedicaban también a trabajos caritativos o de apoyo a la comunidad, Back alegó que «lo que hacemos es en nombre de Jesús».
Anoche, al llegar al almacén donde sus seguidores la esperaban fuera, algunos de los feligreses del reverendo Back, que llevaban pancartas y utilizaban un megáfono para llamar a la vecindada unirse a ellos, impidieron la entrada a Sherine Khalil, a su hijo y a algunos de sus amigos. La discusión en seguida degeneró en agresiones físicas, y al poco tiempo era imposible controlar a ambos bandos.
«Dicen que luchan en nombre de Jesús, pero en realidad lo que quieren es hacer que sigamos sin escuchar las palabras de Cristo, que decía “todos somos dioses”», afirmó la conocida actriz Andrea McCain, una de las seguidoras de Sherine Khalil, Athena. La señorita McCain recibió un corte en la ceja derecha, fue atendida inmediatamente y abandonó el lugar antes de que el periódico pudiera descubrir nada más sobre su relación con el culto.
Para la señora Khalil, que intentaba calmar a su hijo de ocho años después de que se hubo restablecido el orden, lo único que sucede en el antiguo almacén es un baile colectivo, seguido de la invocación a un ente conocido como Santa Sofía, a la cual se le hacen preguntas. La celebración termina con una especie de sermón y una oración colectiva en homenaje a la Gran Madre. El oficial encargado de tramitar las primeras denuncias confirmó sus palabras.
Por lo que hemos averiguado, la comunidad no tiene nombre ni está registrada como sociedad benéfica. Pero, para el abogado Sheldon Williams, eso no es necesario: «Estamos en un país libre, la gente puede reunirse en recintos cerrados para eventos sin fines lucrativos, siempre que ello no incentive el quebrantamiento de ninguna ley de nuestro Código Civil, como sería la incitación al racismo o el consumo de estupefacientes».
La señora Khalil rechazó con vehemencia cualquier posibilidad de interrumpir su culto por culpa de los disturbios.
«Formamos un grupo para infundirnos valor unos a otros, ya que es muy difícil afrontar solos las presiones de la sociedad —comentó—. Exijo que su periódico denuncie esta presión religiosa que venimos sufriendo a lo largo de todos estos siglos. Siempre que no hacemos las cosa según las religiones instituidas y aprobadas por el Estado, nos reprimen, como han intentado hacer hoy. Lo que pasa es que antes caminábamos hacia el calvario, las cárceles, las hogueras, el exilio. Pero ahora podemos reaccionar, y la fuerza será respondida con la fuerza, de la misma manera que la compasión también será pagada con compasión».
Cuando se le preguntó por las acusaciones del reverendo Back, ella loo acusó de «manipular a sus fieles, usando la intolerancia como pretexto y la mentira como arma para acciones violentas».
Según el sociólogo Arthaud Lenox, fenómenos como éste tenderán a repetirse en los próximos años, posiblemente con enfrentamientos más serios entre religiones establecidas. «En el momento en el que la utopía marxista demostró su total incompetencia para canalizar los ideales de la sociedad, ahora el mundo se dirige hacia un despertar religioso, fruto del pavor natural de la civilización a las fechas redondas. Sin embargo, creo que, cuando llegue el año 2000 y el mundo siga existiendo, el buen juicio prevalecerá, y las religiones volverán a ser tan sólo un refugio para la gente más débil, que siempre está buscando guías».
La opinión es contestada por don Evaristo Piazza, obispo auxiliar del Vaticano en el Reino Unido: «Lo que vemos surgir no es el despertar espiritual que todos deseamos, sino una propagación de lo que los americanos llaman Nueva Era, especie de caldo de cultura en el que todo está permitido, los dogmas no se respetan y las ideas más absurdas del pasado vuelven a asolar la mente humana. Personas sin escrúpulos como esta señora están intentando difundir sus ideas falsas en mentes débiles y sugestionables, con el único objetivo del lucro económico y el poder personal».
El historiador alemán Franz Herbert, que actualmente está haciendo una tesis en el Instituto Goethe de Londres, tiene una idea diferente: «Las religiones establecidas han dejado de responder a las cuestiones fundamentales del hombre, como su identidad y su razón para vivir. En vez de eso, se han concentrado sólo en una serie de dogmas y normas moldeadas para una organización social y política. De esta manear, la gente que busca una espiritualidad auténtica parte hacia nuevos rumbos; eso significa, sin ninguna duda, una vuelta al pasado y a los cultos primitivos, antes que esos cultos se contagien de las estructuras de poder».
En el puesto policial en el que registró el suceso, el sargento William Morton informó de que en el caso de que el grupo de Sherine Khalil decida realizar su reunión el próximo lunes y se sienta amenazado, debe solicitar por escrito protección oficial, para evitar que los incidentes se repitan. (En el reportaje ha colaborado Andrew Fish. Fotos de Mark Guillhem).