Sábado, 28 de agosto
La mujer de negro volvió anoche. Esta vez me trajo un frasco de té a la menta y unas lonchas de cordero asado frío envueltas en una especie de tortitas. Me había prometido a mí mismo que esta vez no soltaría ninguna súplica indigna, de modo que cogí la comida sin decir ni una palabra; solo la miré desde el pie de las escaleras, dos peldaños de las cuales ya estaban cubiertos de agua. Eso parecía incomodarla.
—El agua dejará de entrar pronto —dijo—. Hoy no ha llovido en todo el día.
Me encogí de hombros y no dije nada.
—¿Se encuentra bien? No tiene buen aspecto.
En realidad, estoy fatal, père. Llevo la misma ropa húmeda desde el día que llegué aquí y Dios sabe qué bacteria está flotando en el agua. Creo que tengo fiebre; estoy temblando, y aún me duele la mano.
—Estoy bien —contesté—. Me encanta estar aquí.
Me miró por encima del velo.
—Vianne me contó lo que hizo. Que salvó a Alyssa cuando se lanzó al Tannes. Y que no se lo dijo a nadie.
Me encogí nuevamente de hombros.
—Entonces, ¿por qué intentó quemar la escuela de Inès y sabotear su barco?
Ese último comentario me bastó para convencerme de que no era Sonia. De todos modos, su voz era distinta: más seca y nasal.
—Habla con Sonia Bencharki —dije—. Ella sabe que no tuve nada que ver con eso.
—¿Sonia? ¿No Alyssa?
—Tú pregúntaselo a ella. Dile que estoy aquí. Ella te contará lo que pasó.
Se quedó mirándome un buen rato.
—Puede que lo haga.
Evidentemente, no tengo la certeza de que Sonia le diga la verdad a esta mujer, pero no me quedan muchas más opciones. Al menos he sembrado en ella la duda.
No estoy seguro de cómo me ha ocurrido todo esto. Siempre he cumplido con mi deber. Es esta gente, los magrebíes. Todos están locos. He hecho todo lo posible por ayudarlos, père, y, después de todo, ¿adónde me ha conducido eso? Estoy en manos de una niña de cinco años, un gato extraviado y una mujer vestida de negro. Si no estuviera tan cansado, père, casi lo encontraría divertido. Pero estoy agotado: el poco sueño que he podido conciliar en los dos escalones que no están mojados lo han quebrado unos sueños tan vívidos que apenas parecían sueños. En varias ocasiones me han despertado lo que parecían unos golpes en la reja; sin embargo, cuando me he acercado para investigar, no había nadie. Mi mente debe de estar gastándome bromas. Tengo la garganta seca. Me duele la cabeza. Me he terminado el frasco de té a la menta, pero no he podido comerme lo que me ha traído esa mujer. Lo único que quiero ahora es dormir, posiblemente para siempre. Dormir entre sábanas limpias y apoyar en una almohada mi cabeza a punto de estallar…
Está amaneciendo. La llamada a la oración. Allahu Akhbar. «Dios es grande». Esas palabras es lo primero que escucha un bebé recién nacido; las primeras palabras que se pronuncian en su nuevo hogar. Allahu Akhbar. «Dios es grande». Y ahora, esa media hora de silencio antes de que empiece a funcionar la cinta de correr y suenen las campanas de Saint-Jérôme, donde el père Henri dirá misa ante mi congregación…
Pero ¿es mi congregación? La imagen del père Henri Lemaître apoderándose de Saint-Jérôme, sustituyendo los bancos de madera por sillas y puede que instalando una pantalla para PowerPoint, me repugna. Sin embargo, eso no explica del todo la violenta sensación de pérdida que experimento, el aislamiento, el deseo de tener mi pequeño y ordenado lugar en el mundo. Incluso antes de que ocurriera todo esto, mon père, nunca fui uno de ellos. Aunque nací aquí, nunca sentí que perteneciera a este lugar. Fue algo más que la llamada de Dios lo que me separó del resto de la gente. Ahora, estando aquí, rodeado de agua, me parece más evidente. Karim tenía razón en una cosa: nadie me extrañará demasiado. Nunca llegué a sus corazones; solo remordí sus conciencias.
¿A qué se debe eso, père? Vianne Rocher diría que es debido a que no conseguí conectar. Mantuve las distancias. ¿Es eso malo? Un sacerdote no puede permitirse ser demasiado amistoso con sus feligreses. Hay que mantener la autoridad. Y aun así, sin la sotana, ¿quién soy? ¿Un cangrejo ermitaño sin su concha, indefenso ante cualquier depredador?