[1] Salvo en universos muy pequeños. <<
[2] Sobre todo los relacionados con pelotas de playa muy, muy grandes. <<
[3] Una actividad bastante sobrevalorada. <<
[4] Una bruja del límite es aquella que se gana la vida en los límites, en esos momentos en que se aplican las condiciones de frontera: entre la vida y la muerte, la luz y la oscuridad, el bien y el mal y, lo más peligroso de todo, entre hoy y mañana. <<
[5] Pero a pesar de ello usan tenedores, o por lo menos la idea de los tenedores. Puede que no haya cucharas, como dice la filósofa, aunque esto suscita la pregunta de por qué existe la idea de sopa. <<
[6] Y la historia continúa así: el novicio que se había quejado de que no era más que la capilla de un barredor se escapó del templo; el estudiante que no había dicho nada siguió como barredor el resto de su vida; el estudiante que había visto la forma inevitable de la historia, tras darle muchísimas vueltas y pasarse varios meses barriendo meticulosamente, acudió a Lu-Tze y se postró ante él y le pidió que le enseñara la Senda Correcta. Tras lo cual el Barredor lo llevó al dojo del Décimo Djim, con sus terribles máquinas de combate llenas de cuchillas afiladas y sus temibles armas serradas como el clong-clong y el uppsi. La historia cuenta que el Barredor abrió un armario que había al fondo del dojo, sacó una escoba y pronunció estas palabras: «Una mano aquí y otra aquí, ¿lo entiendes? La gente nunca lo hace bien. Usa movimientos firmes y uniformes y deja que la escoba haga la mayor parte del trabajo. Nunca intentes barrer un montón grande de polvo, o terminarás barriendo hasta la última mota dos veces. Usa el recogedor con sabiduría, y recuerda: un cepillito para los rincones». <<
[7] Una razón de esto era la comida del club. En su club, un caballero podía encontrar la clase de comida a la que se había acostumbrado en la escuela, como rabo con patatitas, brazo de gitano de mermelada y ese favorito de hoy y de siempre, bollo con natillas. Son las esposas quienes toman vitaminas. <<
[8] Que es mucho más difícil que ver cosas que no están ahí. Esto último lo hace todo el mundo. <<
[9] Esto es cierto. Un bombón que no te querías comer no cuenta como bombón. Este descubrimiento pertenece a la misma rama de la física culinaria que determina que la comida ingerida mientras se camina no contiene calorías. <<
[10] No se hacía sin más, Se Hacía con mayúsculas. Había cosas que Se Hacían y otras que No Se Hacían. Y las cosas que Se Hacían, los Igors las Hacían. <<
[11] Los Igors eran leales, pero no tontos. Un trabajo era un trabajo. Cuando un patrón ya no tenía necesidad de sus servicios, por ejemplo porque una multitud de aldeanos furiosos le había clavado una estaca en el corazón, era hora de cambiar de aires antes de que decidieran que la siguiente estaca era para ellos. Los Igors descubrían enseguida alguna salida secreta en cualquier castillo y algún sitio donde esconder una bolsa con cosas para pasar la noche fuera. En palabras de uno de los Igors fundadores: «¿Que eztamoz muertoz ya hace mucho? ¿Dizculpe? ¿Dónde pone "eztamoz"?». <<
[12] Y hay que aclarar que los Igor en sí no tenían nada intrínsecamente malvado. Simplemente no emitían juicios sobre los demás. También es verdad que esto se debía a que, trabajando para hombres lobo y vampiros y gente que veía la cirugía como arte moderno y no como ciencia, emitir juicios implicaría quedarse sin tiempo para hacer nada. <<
[13] Toda sociedad necesita un grito así, pero solamente en unas pocas se grita la versión completa y sin tapujos, que es: «¡Recordad la atrocidad cometida contra nosotros la última vez y que excusará la atrocidad que estamos a punto de cometer hoy! ¡Y así sucesivamente! ¡Hurra!». <<
[14] Los yetis de las Montañas del Carnero, donde el campo mágico del Mundodisco es tan intenso que forma parte del mismo paisaje, son de las pocas criaturas que utilizan el control del tiempo personal para su provecho genético. El resultado es una especie de premonición física: averiguan qué es lo que va a pasar a continuación dejando que pase. Enfrentado al peligro, o con cualquier tipo de tarea que entrañe un peligro mortal, el yeti guarda su vida hasta ese punto y luego procede con gran cautela, aunque con el cómodo conocimiento de que, si todo se va a freír pasteles, despertará en el punto exacto en que la guardó, provisto, y esta es la parte importante,del conocimiento de los sucesos que acaban de tener lugar pero que ya no lo tendrán porque La próxima vez no va a ser tan tonto, maldita sea. Esto no es del todo la paradoja que parece ser porque, después de suceder, no ha sucedido. Lo único que queda de ello es un recuerdo en la cabeza del yeti, que resulta ser nada más que una premonición notablemente certera. Los pequeños remolinos temporales que esto causa quedan perdidos en el ruido de todas las ondulaciones, hoyos y nudos que dejan todas las demás criaturas vivientes en el tiempo. <<
[15] Aunque de mal gusto. <<
[16] Dar clase a niños pequeños durante un período prolongado puede hacerle eso al vocabulario de cualquiera. <<
[17] De hasta veinte dólares el kilo, por lo general. <<