Tierras Agrestes
Tengo miedo, tío Mather, no por mí sino por toda la buena gente de todo el mundo. Pony y yo cabalgamos desde Barbacan hacia el sur con el corazón partido, pero con esperanza. Avelyn, Tuntun y Bradwarden sacrificaron sus vidas, pero al destruir al Dáctilo, habíamos eliminado, creía yo, las tinieblas del mundo.
Estaba equivocado.
Creía que a medida que avanzábamos hacia el sur a lomos de Sinfonía nos íbamos acercando a tierras más acogedoras; y así se lo dije a Pony, que albergaba dudas mayores que las mías. ¡Son incontables los trasgos que hemos visto! Miles, tío Mather, decenas de miles, y acompañados por veintenas de gigantes fomorianos y cientos de crueles powris. Alcanzar la zona próxima a Dundalis nos llevó a Pony y a mí dos semanas y una docena de peleas, y allí sólo encontramos a otros enemigos bien atrincherados que utilizaban las ruinas de los tres pueblos como campamentos base para preparar sus maldades. Belster O’Comely y el grupo de incursión que habíamos organizado antes de partir para Barbacan se han ido, ojalá lo hayan hecho hacia el sur, tal como quedamos. Pero las tinieblas que se extienden por todo el país son tan inmensas que me temo que no quede ningún lugar seguro.
Tengo miedo, tío Mather, pero prometo solemnemente ante ti que, por adversas que sean las circunstancias, jamás perderé la esperanza. Es algo que ni el demonio Dáctilo ni los trasgos ni toda la maldad del mundo pueden arrebatarme. La esperanza imprime fuerza al brazo que empuña la espada, para que Tempestad pueda tajar con eficacia. La esperanza me permite seguir fabricando flechas a medida que se clavan una tras otra en los corazones de los trasgos, una retahíla de monstruos que parece no disminuir en absoluto pese a mis esfuerzos.
La esperanza, tío Mather, es el secreto. Creo que es algo que les falta a mis enemigos. Son demasiado egoístas para afrontar un sacrificio con la esperanza de que de él deriven tiempos mejores para sus descendientes. Y sin tal previsión y optimismo se desmoralizan con facilidad y son derrotados en las batallas.
La esperanza, lo he aprendido, es condición necesaria para el altruismo.
Seguiré esperando y seguiré peleando, y en todas las batallas recordaré que mi actitud no es una locura. Día a día Pony gana experiencia con las piedras, y los poderes mágicos que invoca son increíbles. Asimismo, nuestros enemigos, pese a su número, ya no luchan en modo alguno coordinados. El poder que los unía, el demonio Dáctilo, ha sido eliminado, y he comprobado que los trasgos se pelean entre ellos.
El día está oscuro, tío Mather, pero quizá ya se divisa un claro entre las nubes.
Elbryan Wyndon