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Últimamente, Willis ha protagonizado un thriller erótico bajo las órdenes de Richard Rush, el director de De profesión: especialista. Rush, después de trabajar con Willis, lo ha descrito así: Un actor asombrosamente realizado, con recursos muy profundos. Puede que sea una estrella y un galán, pero tiene el corazón y el alma de un auténtico actor de carácter. Puede coger una frase hecha y hacernos creer que la acaba de inventar.

El film narra las andanzas del doctor Bill Capa (Bruce Willis), un psicólogo traumatizado por el suicidio de uno de sus pacientes. Al acudir al doctor Bob Moore en busca de ayuda, se entera de que ha recibido una serie de amenazas de muerte. Poco después es asesinado. Capa se hace cargo de sus pacientes con la intención de descubrir al culpable, pero pronto caerá en una profunda crisis, acentuada por la apasionada relación que ha entablado con una mujer llamada Rose (Jane March).

La película comentada, poco lograda, debe la mayor parte de su celebridad —que no de su éxito en taquilla o de crítica, pues el film ha sido un patinazo tanto artístico como comercial— al alto contenido erótico, casi pornográfico, de algunas de sus secuencias, amplias y convenientemente aireadas por la prensa. Con ello se ha tratado de crear una expectación en torno al film parecida a la que se logró con Instinto básico, de Paul Verhoeven, pero el resultado no ha sido el apetecido, y recuerda la mala acogida que tuvo otro producto diseñado de la misma forma para el lucimiento de Madonna: El cuerpo del delito. El color de la noche cuenta, como protagonista femenina, con Jane March, que de momento parece quedar encasillada en un tipo de papeles muy determinados. No hay que olvidar que su anterior film fue El amante, de Jean-Jacques Annaud, un aburrido relato con mucho sexo al que algunos quisieron colocar la etiqueta de película culta.

En un papel secundarlo, Bruce Willis ha participado en una de las películas estrella de 1994, Pulp fiction, Palma de Oro en el Festival de Cannes. Su director, Quentin Tarantino, es sin duda uno de los directores de moda en el mundo cinematográfico. Antiguo dependiente de videoclub, donde se empapó de películas hasta la extenuación, Tarantino pensó que igual que las veía podía escribirlas e incluso dirigirlas. Parece innegable que demuestra talento en la concepción y narración de historias para la pantalla: allí está Reservoir dogs, que brilló con luz propia hace unos años en Cannes, y los guiones de Amor a quemarropa y Asesinos natos. Lo que más se ha criticado de los films de Tarantino es su inusitada violencia, que él suaviza en parte con un particular humor negro. Esta curiosa mezcolanza es difícil de describir, como lo demuestran las propias palabras del director: Nunca llamo comedia a mi trabajo (…) No obstante, cuando escribo oigo risas y cuando dirijo oigo risas.

Pulp fiction entrelaza con asombrosa habilidad tres relatos situados en los bajos fondos de Los Angeles, por los que pululan numerosos personajes. Estos pasan con gran facilidad de ser protagonistas, en ciertas partes del film, a, en otras, mantener únicamente su eficaz presencia secundaria. Las historias homenajean las novelas editadas en papel barato en los Estados Unidos de los años 30, que recogían historias policiacas de desgraciados delincuentes y detectives desencantados. Efectivamente, los personajes que presenta son arquetípicos, aunque a la vez sabe dotarlos de cierta originalidad. El director asegura: Me gusta la idea de trabajar sobre un gran lienzo. Me gusta la idea de jugar con las reglas que se aplican a las novelas y aplicarlas al cine, porque creo que la transformación puede ser muy cinematográfica. Una de las cosas que hacen ciertos novelistas, como Larry McMurtry o J. D. Salinger, y que me hace gracia, es hacer que los personajes floten, entren y salgan de todos sus libros.

Tarantino sigue la pista a Honey y Pumpkin, una pareja de ladrones que ha decidido cambiar su tradicional negocio de asaltar licorerías por uno menos peligroso: el robo en cafeterías y restaurantes. Luego están Vincent y Jules, un par de gorilas que reciben el encargo de su jefe Marsellus de hacer de carabina de su mujer mientras él está de viaje. Por último, está Butch, un joven y prometedor boxeador que, a pesar de ser sobornado por Marsellus para dejarse tumbar en el quinto asalto, decide hacer caso omiso, apostar por sí mismo, ganar el combate y huir lejos con su novia amada.

Todos los actores del film de Tarantino han sido muy alabados por su trabajo interpretativo. Ha llamado especialmente la atención la recuperación de John Travolta —con él trabajó ya Willis en Mira quién habla y su primera secuela— y su absoluto cambio de imagen. Bruce Willis ha encarnado muy bien al boxeador que opta por no amañar su combate y que, pese a tener muy bien preparada la fuga con su novia Fabienne, decide regresar en busca de un reloj de oro, un recuerdo muy especial que no puede abandonar. María de Medeiros, que interpreta el personaje de Fabienne, no escatima sus alabanzas a Willis: Es cariñoso, atento y un gran profesional. Tarantino también ha dicho cosas estupendas sobre Bruce: Es un formidable actor al que encontré genial en La jungla de cristal y El último boy scout. Al principio quería interpretar a otro personaje, pero al releer el guión desde el punto de vista de Butch estuvo de acuerdo en que yo tenía toda la razón.

Rob Reiner, el conocido director de La princesa prometida y Algunos hombres buenos ha dirigido recientemente a Bruce Willis en North. Un film en que un niño busca ayuda legal con el propósito de abandonar a sus progenitores, que no le hacen ningún caso. Comenzará a continuación la búsqueda de unos padres perfectos con la ayuda del personaje interpretado por Willis. La actriz Julia Louis-Dreyfus define así la película: Muy imaginativa y divertida porque es una especie de fantasía infantil, pero al mismo tiempo es muy adulta como comedia. Me recuerda a La princesa prometida.

En el papel del niño protagonista está, para mi gusto, el mejor actor infantil del momento: Elijah Wood. En El buen hijo, junto a Macaulay Culkin, salía vencedor en su peculiar duelo interpretativo. Y acaba de protagonizar The war, de Jon Avnet, haciéndose cargo del papel principal.

Willis ha tenido la oportunidad de volver a trabajar bajo las órdenes de Robert Benton en Nobody’s Fool. La película destaca por contener el último trabajo de Jessica Tandy —fallecida recientemente— y por contar con la presencia de Paul Newman. Relata las vicisitudes de un hombre maduro, antiguo obrero de la construcción, que siempre se ha mantenido despegado de su familia. A este ser egoísta se le ofrece, inesperadamente, la oportunidad de redimirse y recuperar el amor que no supo dar a sus seres queridos.

La última película en la agenda de Willis —acaba de terminar la fase de rodaje y está en postproducción— es la tercera entrega de La jungla de cristal, titulada en inglés Die hard: with a vengeance. Durante varios años circularon rumores de que se iba a rodar esta secuela e incluso se llegó a hablar de que tendría como escenario un barco, pero el proyecto tuvo que abandonarse cuando Andrew Davis dirigió a Steven Seagal en Alerta máxima, un film de argumento muy parecido. Al final, aunque se haya hecho esperar, llegan las nuevas aventuras del detective John McCIane. Para la dirección del film se ha recuperado al director de la primera parte, John McTiernan, que es de esperar conservará el espíritu de la serie a la vez que incorpora nuevas sorpresas. De momento el reparto no tiene desperdicio: además de Willis, cuenta con un actor cada día más en alza, Samuel L. Jackson —intervino en Parque Jurásico, Pulp fiction y Fresh—, y con un villano de excepción, Jeremy Irons.

En esta ocasión, McCIane debe enfrentarse en Nueva York, su ciudad natal, con un peligroso terrorista que ha sembrado la ciudad de artefactos explosivos. Para ello cuenta con la ayuda de un experimentado policía de color.