Willis había tenido, como ya se dijo, alguna pequeña aparición en la gran pantalla, pero su primer título de importancia vino sólo después del éxito arrollador de Luz de luna. De la mano de Blake Edwards obtuvo su primer papel protagonista para el cine. Bruce confiesa que a Edwards le he admirado siempre mucho… he creído siempre que era un genio. En su debut como personaje principal en Cita a ciegas (Blind date) Willis tenía junto a sí nada menos que a Kim Basinger. La película fue un gran éxito de público.
El film narra las vicisitudes de Walter —interpretado por Willis—, un personaje consagrado a su oficina, que trabaja hasta altas horas de la madrugada, pero cuyos méritos no son reconocidos del todo. Debido a su falta de imagen, su jefe no le aprecia demasiado. Todo lo contrario a lo que sucede con otro compañero de trabajo, un verdadero vago, pero que sabe dar el pego. Por ejemplo, afirmando con seguridad, como lo más natural del mundo, que no ha tenido tiempo de preparar un informe.
Debido a un importante contrato que está ultimando su empresa con un no menos importante cliente, el señor Yamamoto, Walter debe encontrar una acompañante para la cena que se dará en honor del potentado japonés y su esposa. Como no sabe con quién acudir, decide hacer caso a su hermano y aceptar que le acompañe Nadia, una chica a quien no conoce. Se trata de la cita a ciegas que da título al film.
El primer encuentro de Walter con Nadia parece un sueño: se trata de una chica guapísima y muy educada. Tan buena es la impresión que Walter olvida el consejo que le dio su hermano: Nadia no debe tomar ni una gota de alcohol. Sólo un poquito la vuelve completamente loca. Los efectos del champán en Nadia los verá Walter muy pronto, en la cena de gala. Empieza a ser grosera con todo el mundo y logra ofender al señor Yamamoto. El desastre llega hasta el punto de que Walter es despedido. Por si esto fuera poco aparece en escena el exnovio de Nadia, totalmente celoso de Walter, que lleva a cabo durante toda esa noche una verdadera persecución.
La noche resulta ciertamente muy movida. Se alternan momentos en que Nadia está afectada por el alcohol con otros en que es Walter el que traspasa ampliamente los límites del nerviosismo. También es cierto que el flechazo entre los dos cada vez parece más claro, pero surgen los problemas. Walter, en un momento de enajenación mental, se pone en apuros con la justicia. Logrará la libertad a cambio de la promesa de Nadia de casarse con su exnovio. Pero, por supuesto, en el último momento, serán Walter y Nadia los que sean felices juntos para siempre.
Clásica comedia de enredo, el film cuenta con algunos buenos golpes. Quizás el mejor momento tiene lugar en la cena en honor del empresario japonés, sobre todo en los gags que tienen como protagonista a Nadia y a la señora Yamamoto. A pesar de todo, Edwards está lejos de la frescura de sus primeros títulos. Con facilidad su humor resulta algo grosero, o remite a la época de gloria del director, la de aquella maravillosa Desayuno con diamantes. Las primeras películas de la serie La pantera rosa y El guateque permanecen en la memoria del espectador como las mejores comedias de Edwards, interpretadas por un actor a su medida: Peter Sellers. A la vez, este director supo brillar con un film tan dramático como el espléndido Días de vino y rosas.
En cualquier caso, Blake Edwards quedó satisfecho de su relación con Willis, de modo que le volvió a llamar para que protagonizara Asesinato en Beverly Hills (Sunset), película en la que asumiría, además, la función de productor ejecutivo. Lo más original de este film con cine dentro del cine —escrito y dirigido por Edwards— es su punto de partida.
Se sitúa la historia en Hollywood, en los años del cine mudo. Bruce Willis encarna a Tom Mix, el popular actor de algunas de las primeras películas del Oeste. Para la última que está rodando, en la que encarna al mítico marshall Wyatt Earp, cuenta Mix con un asistente técnico de excepción: el auténtico Earp. Los dos hacen buenas migas en cuanto se conocen. Cuando Earp ve a Mix interpretando algunos episodios de su vida, no puede evitar recordar sus auténticos enfrentamientos con los fuera de la ley.
La película parece que va a seguir una línea nostálgica, tanto porque se fija en los primeros años del cine, con la admiración de Tom Mix por el personaje que interpreta, como por mostrar a un Wyatt Earp envejecido que se ve convertido en una leyenda. Cuando a Earp le preguntan si un episodio que narra la película ocurrió tal como se cuenta, le gusta contestar: Así fue como sucedió, y añade: Mentira más, mentira menos. El encuentro con Cristina, un antiguo amor casada con el productor de la película, acentúa ese carácter nostálgico.
De pronto, el film da un giro inesperado, con la muerte de una prostituta en una casa de citas. Me parece que es en ese momento cuando Edwards pierde los papeles de su película, con una mezcla inesperada de géneros. De pronto, Earp y Mix han de enfrentarse a un Hollywood corrupto, con un cuerpo de policía comprado y un productor que trata de colgar el crimen cometido a su hijo…, que resulta que al final no es su hijo, sino el de Cristina y el de un hombre anónimo, quizá Wyatt Earp. El espectador, asombrado, se encuentra asistiendo, sorprendentemente, a una historia policiaca, en la que se intercalan además, con escasa fortuna, momentos que tratan de ser cómicos.
Willis cumple encarnando a Mix, pero su personaje no está suficientemente definido: la culpa, del guión. A pesar de todo sabe darle el aura de estrella pionera del cine. James Garner, el popular intérprete de Maverick —tanto en la serie televisiva como en la reciente versión de Richard Donner para la pantalla grande—, es el que más posibilidades tiene de dar hondura a su personaje, y logra imbuirle ese aire de héroe cansado de batallar una vez y otra en pro de la justicia.
Uno de los grandes éxitos de Willis en comedia no permitió ver el rostro del actor en la pantalla y, de hecho, su trabajo sólo pudo apreciarlo el público angloparlante. Efectivamente, Bruce puso voz al bebé protagonista de la comedia Mira quién habla (Look who’s talking), de Amy Heckerling; la versión española fue doblada por Moncho Borrajo. El film, que conoció dos secuelas —Mira quién habla también (Look who’s talking too) y Mira quién habla ahora—, tenía la originalidad de mostrar al bebé de una joven pareja, ya desde el seno materno, pensando de un modo bastante adulto.
Esos pensamientos, expresados mediante una voz en off, lograron arrancar la carcajada de un buen número de espectadores. El film sirvió también para recordar al público que todavía existía un actor que había sido un verdadero ídolo popular unos años atrás, no tantos, John Travolta, el protagonista de Grease y Fiebre del sábado noche. Con él se volvería a encontrar Willis años más tarde en Pulp fiction.