LA FAMILIA WILLIS

Bruce Willis se definía en una ocasión como feo, sucio y malo, en cierto sentido. Pero al mismo tiempo decía: Creo que a los demás les gusto tal como soy. De una altura de 1,79 metros, pelo y ojos castaños, su aspecto más característico es el de su rostro afeitado, o con barba de unos pocos días. Eso no quiere decir que en muchos de sus films no haya lucido un look con barba o perilla. Su frente es amplia y decididamente despejada. Sus gestos son bastante expresivos, pero quizá la imagen que más rápidamente viene de él a la cabeza es la de un hombre con una sonrisa ligeramente irónica.

A Willis, como a tantos otros personajes del mundo del espectáculo, se le había asociado con muchas compañeras sentimentales. Pero el panorama cambia cuando conoce, en 1987, a Demi Moore, entonces una joven actriz de veinticinco años. Cuatro meses después de su primer encuentro se casan en un juzgado de Las Vegas: es el mes de noviembre. El cantante de rock Little Richard organiza los animados festejos de celebración de la boda.

Bruce es tajante cuando dice: Conocer a Demi ha sido una bendición de Dios, algo inesperado. Yo era un cínico y no buscaba siquiera el tipo de amor que he encontrado en ella. Su mujer tampoco se queda atrás en declaraciones, y así habla de lo profundo que es el amorque siento por él; todo en mi vida ha sido tan transitorio hasta ahora —no hay que olvidar que Demi estuvo casada tres años con Freddy Moore y luego mantuvo un noviazgo con Emilio Estévez— que nunca he tenido la oportunidad de amar realmente y sentir un apego tan grande. Es una necesidad de amor (…) Ahora, con Bruce, lo tengo todo. Para mantener fuerte el matrimonio, Demi afirma que ella y Bruce cuidan de un modo especial la comunicación; si no utilizas todos tus recursos para comunicarte, es difícil no sufrir constantemente.

Fruto del matrimonio son tres hijas: Ruma, que nace el 6 de agosto de 1988, y Scott La Rue, el 20 de julio de 1991. La más pequeña nació hace unos pocos meses. Los hijos han ayudado, sin duda, a la estabilidad de la pareja. Los comentarlos de Bruce sobre lo mucho que los hijos pueden contribuir a mantener unido a marido y mujer son muy elocuentes: Es que comparada con un niño, cualquier cosa parece tan estúpida… Estamos ante un ser humano pequeño y perfecto, aún sin estropear, al que todavía no le han mentido ni le han mostrado lo negativo que es el mundo. Se trata de una esperanza. Quizá podamos conseguir que esta criatura no se tuerza, no se desvíe. Esto te hace consciente de lo corta que es la vida y te enfrenta de forma distinta a conceptos como la vejez y la muerte.

Demi Moore cuenta: Cuando pensaba en la posibilidad de tener mi propio hijo, sentía bastante miedo. Pero descubrí que el amor que recibo de mi hija es algo tan pleno y gratificante, que resulta fácil. Cuando llegó el momento de dar a luz a su primera hija, cuenta Demi: Bruce no se limitó a estar a mi lado diciendo «Adelante, cariño, haz un esfuerzo». Estaba allí ayudando con sus manos. Los cuidados dedicados a los niños hicieron que, cuando eran bebés, durmieran con el matrimonio en su misma cama.

A pesar de que Bruce y Demi llevan ya siete años casados, en ese tiempo no han dejado de ser el blanco de la prensa amarilla, siempre a la búsqueda de noticias que alimenten el morbo de sus lectores. Y es que, para qué engañarnos, el ambiente para las parejas en Hollywood, y más si son jóvenes, no es lo que se dice fácil. Algunas veces se producen problemas reales, cuyo aireamiento empeora las cosas; otras son rumores sin fundamento, en los que se mueven turbios intereses, pero que no dejan de influir en los actores o actrices afectados.

En este sentido, a Willis se le ve dolido por algunos de los comentarios que se han hecho de él en los medios de comunicación: La mayor parte de aquellos que han escrito cosas desagradables sobre mí son gente que nunca ha tenido el menor contacto conmigo y ni siquiera han hecho el menor esfuerzo por intentarlo. No saben quién soy y escriben basándose en una imagen que se han hecho de mí, o a partir de lo que han oído decir de mí en comentarios de terceras personas.

A pesar de que alguno pueda creer que, bien o mal, lo importante es que la prensa hable de uno para así vender las películas que protagoniza, Willis no piensa de ese modo. Le molesta sobre todo que le pregunten cosas que no le interesan a nadie, como mi vida en pareja o lo que comen mis hijos; yo nunca se lo preguntaría a un desconocido. El viejo problema de los famosos preocupa a Willis: su derecho a la vida privada. Algo que no es fácil defender, especialmente cuando los propios agentes publicitarios son los primeros en dejar caer rumores que conviertan a sus estrellas en noticia. Bruce reconoce que ha tenido varias movidas con la prensa porque muchos periodistas se empeñan en tergiversar lo que digo y hacen una montaña de un grano de arena; reconozco que no me encuentro a gusto concediendo entrevistas y sé que peco de conciso.

Una de las cosas que se ha dicho de Willis es que ha tenido problemas con la bebida. Él reconoce que es así, pero no desaprovecha para criticar de nuevo a los medios de comunicación: A la prensa le basta hacerte una foto con una copa en la mano para decir que eres un bebedor. Sí, he bebido lo mío, pero desde que nació mi primera hija soy más prudente.

Con el crecimiento de su popularidad, Bruce ha resuelto con creces la precariedad económica de sus comienzos. A partir de La jungla de cristal comenzó a percibir sueldos millonarios, de modo que su pobre apartamento neoyorquino, que quiso conservar por razones sentimentales, se convirtió en una anécdota del pasado. De todos modos asegura: A partir del momento en que tus necesidades materiales están resueltas dejas de preocuparte por el tema. Aunque suene a tópico puedo creer que es cierto aquello de que el dinero, por sí solo, no da la felicidad. Llegas a considerarlo como un medio y no, como lo consideran algunos, un fin. Lo que más interesa a Willis, confirma, es su familia.