Mi gratitud más sincera a tres damas que amablemente accedieron a compartir conmigo sus vidas y su experiencia: la doctora Barbara Kadell-Wootton, la doctora Marjorie Fine y la doctora Janet Salomonson.
También deseo expresar mi agradecimiento al doctor Norman Rubaum por contestar a mis aterrorizadas preguntas y leer pacientemente mi manuscrito; y a la doctora Muriel H. Svec por haberme ayudado a superar un considerable obstáculo.
Con respecto a Kenia, un asante sana muy especial a Alien Gicheru, de Nairobi, y a Tim y Rainie Samuels por su generosa hospitalidad en el River Lodge de Samburu, Kenia.