AKASHIK

Lysha se paró frente a mí e hizo una reverencia.

—Gobernaremos por siempre, padre.

Sonreí simulando cariño y ella me devolvió la sonrisa. Lysha era fácil de complacer, la más mínima demostración de afecto tenía efecto sobre ella, era difícil creer que fuera mi hija.

La observé mientras se retiraba. Era el vivo retrato de su madre Ciara, su misma belleza y su misma fiabilidad. Su magia era fuerte y su corazón oscuro, y aun así no podía estar más decepcionado de ella. Debería sospechar de mí, ser lo suficientemente astuta como para investigar por su cuenta, debería saber que el Corazón del Dragón fue creado por dragones y que solo ellos podían crear otro igual.

Negué con la cabeza, molesto conmigo mismo. Sabía que ese sería el resultado cuando decidí tener un hijo con una humana como Ciara, no sé por qué me sorprendía.

Recordé la expresión atormentada en el rostro de Lysha cuando le dije acerca de Seith y sonreí. Había disfrutado describir cómo habían atravesado su corazón con una espada, la había reducido a lágrimas para mi propia diversión. ¿Cómo podía no darse cuenta? ¿No tenía siquiera algo de sentido común? ¿Intuición?

No, la niña era de mente débil, pero al menos no debía preocuparme porque me traicionara.

Observé a mi alrededor, vacío, silencio. Era una lástima que solo hubiera un Corazón del Dragón, no me agradaba ser el responsable por la extinción de la línea de los warlocks. Pero era un precio que nunca había dudado en pagar por obtener la vida eterna. Yo sería el legado de mi raza.

Fui hacia mis aposentos. Los pergaminos que había encontrado revelaban que solo un descendiente directo de la Dama Draconis podía utilizar el amuleto sin sufrir las consecuencias de su magia al quitárselo. Eso complicaba las cosas. Blodwen y Mardoc no sabían acerca de esto. Debía aguardar a que alguno lo utilizara y luego arrancarlo de su cuello para observar a qué tipo de consecuencias se refería.

Los dragones no habían creado el amuleto para favorecer a un líder digno como me había dicho mi padre, lo habían creado para proteger a Lisabeth Derose y a sus descendientes. Si encontraba a aquellos que provenían de su linaje podría crear un hechizo que uniera su sangre a la mía. Recurriría a los secretos más oscuros de la magia negra para lograr que la sangre de Lisabeth Derose corriera por mis venas.

Tomé un pergamino, siete vidas debían llegar a su fin, debía librarme de todos aquellos que pudieran interferir. Mojé la pluma en el tintero: Blodwen y Mardoc. Los utilizaría para hacer la prueba con el amuleto y luego los eliminaría del juego. Adhara Selen Ithil, Aiden Moor, Zul Florian, Sorcha Hale, Lysha.

Me gustaba contemplar los nombres de mis víctimas y visualizar cómo terminaría sus vidas.