No te dejes
abatir por las despedidas.
Son indispensables como preparación
para el
reencuentro.
Y es seguro
que los amigos se reencontrarán,
después de algunos momentos
o de todo un ciclo
vital.
AL MEDIODÍA SIGUIENTE, antes de que la gente llegara, se detuvo junto al ala de mi avión.
—¿Recuerdas lo que dijiste cuando descubriste mi problema? ¿Qué nadie me escucharía, por muchos milagros que hiciera?
—No.
—¿No recuerdas en absoluto esa circunstancia?
—Sí, recuerdo la circunstancia. De pronto me pareció que estabas muy solo. No recuerdo lo que dije.
—Dijiste que depender de que a los demás les interese lo que digo equivale a depender de los demás para ser feliz. Eso es lo que vine a aprender aquí: el comunicarme o no, es indiferente. Elegí este ciclo vital íntegro para explicarle a alguien la forma en que está organizado el mundo, y lo mismo me habría valido elegirlo para no decir absolutamente nada. Lo que Es no necesita que yo me ocupe de propalar cómo funciona.
—Eso es evidente, Don. Podría habértelo dicho yo.
—Muchas gracias. Descubro la única idea que me propuse encontrar al vivir esta vida, concluyo el trabajo de toda una existencia, y me dices: «Es evidente, Don».
Reía, pero también estaba triste, y en ese momento no pude saber por qué.