V

“Hasta mañana.” Fue el último mensaje.

Y ya no habrá mañana.

Ahora las moribundas,

ciegas y sordas tienen la mirada del recuerdo

puesta en sus ballenatos, indefensos

frente al testuz terrible de las olas heladas,

los témpanos, las hélices, los arpones,

desvalidos, sin rumbo

por esos mares de Dios.