A través del ojo de buey

Franz contempla los días

que se aproximan navegando.

La ciudad que lo espera le saluda

con sus brazos alzados a las nubes,

enfundados en terciopelo gris.

Paralizado, congelado, el tiempo

va adquiriendo la pátina de estar atardeciendo

otoñándose sobre el mar,

sobre la muerte, sobre el amor, sobre la música

que se libera, misteriosamente,

de nadie sabe qué prisiones.

II

Esta música lleva mucha muerte dentro.

El amor lleva dentro mucha música,

mucho mar, mucha muerte.

La muerte es un amor que habla con el silencio.

El amor una melodía hija del mar y de la muerte:

asciende, gira, enlaza el cuerpo, lo encadena

hasta asfixiarlo despiadadamente.