EL SOL de octubre ciñe

al paisaje maduro.

Otorga a lo que vive

su plenitud de fruto.

El aire se hace de oro,

se enjoya de susurros,

panal de los dulzores,

reino del ritmo puro,

melodía de flauta

que derrumba lo oscuro,

entra por la ventana,

dibuja desde el júbilo

seres con sosegada

vocación de desnudo,

criaturas del gozo

que llegan de otro mundo.