QUÉ SERÁ de vosotras, Marta,
Azucena, Laura… Oleaje
de caderas, cabellos, pechos.
Oleaje tallado en humo,
vestido de melancolía,
de sonrisas hacia las dunas
plateadas. Y el cielo aquél,
azul y frío, que enmarcaba
al Minotauro pensativo…
Marta, Azucena, qué habrá sido
de vosotras, cálida música
entre espejos y cortinajes.
Ahora sois ritmo, sois volutas
de humo, vedijas de las nubes,
ojos de niebla, donde un día
palpitaba la juventud.