I
Estatua. Diosa. Estatua de una diosa.
Detrás estaba el mar Mediterráneo.
Y había —quién se acuerda ya— viñedos,
olivos, mármoles.
Mas los azules se desvanecieron.
El mar azul —¿o era humo azul?— es plata,
es rosa seca. Mármoles, olivos,
sólo son bruma.
He aquí la estatua destronada, diosa
exiliada en un mundo que no es suyo.
Ha entrado silenciosamente. Mira,
por la ventana,
ese paisaje que la desconoce,
en el que el tiempo deja sus arrugas.
Se ha sentado en el lecho. Está escuchando:
alguien se acerca.