En East Anglia no hay ningún laboratorio oficial de medicina legal y, aun en caso de que lo hubiera, es sumamente improbable que tuviera nada en común con el Laboratorio Hoggatt, cuyos miembros, como todos los demás personajes de esta novela —incluso los más desagradables—, son puramente imaginarios y no guardan ningún parecido con persona alguna, viva o muerta.