El autor de este libro se ha propuesto narrar algo más que la simple historia de un hecho acaecido entre salvajes. Cuando no era más que un jovencito, se vio obligado a marchar a Africa del Sur, hace ya más de diecisiete años. Allí se puso en contacto con personas que durante treinta o cuarenta años habían estudiado la raza zulú, sus costumbres, historia y héroes. De su boca escuchó muchas historias y leyendas que se van perdiendo y que en el futuro habrán caído en el olvido. En ese entonces los zulúes todavía formaban una nación. Ahora han sido derrotados por los conquistadores blancos, que se proponen arrancar de raíz el espíritu guerrero que anima a esa raza para convertirlos en instrumentos útiles de progreso pacífico en sus manos.
La organización militar de los zulúes, una de las más maravillosas y perfectas del mundo, ya no existe; pereció en Ulundi. Chaka fue quien estableció esa organización, formándola desde muy abajo. Cuando comenzó a destacarse, a principios de siglo, no era más que el jefe de una tribu pequeña; cuando cayó, en el año 1828, todo África del Sur estaba a sus pies. Se dice que su marcha hacia el poder costó la vida a más de un millón de seres[5].
Como en las páginas siguientes se ha tratado de la vida de este colosal genio y demonio, un Napoleón y un Tiberio aunados, así como de su hermano y sucesor, Dingaan, no es necesario hacer ninguna otra aclaración acerca de ellos.
El propósito del autor ha sido presentar en forma de narración amena las vidas de estos hombres extraordinarios, el espíritu de sacrificio que animaba tanto a reyes como a soldados, y poner al alcance de todos los principales incidentes de la historia de África, muy descuidada hasta el presente.
Es evidente que la tarea no es sencilla, porque el autor debe despojarse temporalmente de su mente europea y civilizada para pensar y hablar a la manera de los zulúes del viejo régimen.
Se han suprimido muchos de los horrores perpetrados por los tiranos zulúes, pero han quedado suficientes muestras para que los que piensan que es innecesario escribir sobre los sufrimientos que la tiranía en todas sus formas acarrea a la humanidad renuncien a la lectura de este volumen.
La gran mayoría de los acontecimientos históricos que aquí se mencionan son sustancialmente verídicos. Así pues, se afirma que Chaka mató a su madre, Unandi, por la razón expresada en el relato, y que destruyó por completo la tribu en el Tatiyana. No es posible hacer la misma aseveración con respecto al incidente del misionero, ya que llegó a conocimiento del autor por boca de un viajero que acababa de atravesar el territorio zulú. Sin embargo, es natural pensar que los reyes probaban a sus soldados mediante tareas de extrema severidad. Umbopo —o Mopo, como se le llama en esta historia— existió en la vida real. Después de apuñalar a Chaka, cobró gran fama. Poco tiempo después desapareció, y no se sabe si corrió la misma suerte que su víctima o si, como afirmaban algunos, se estableció cerca de Stanger, adoptando el nombre falso de Zweete. La suerte corrida por los dos enamorados en la caverna constituye la trama de una vieja leyenda zulú, que el autor ha alterado considerablemente para introducirla en su obra. También es falso el artificio mediante el cual Umslopogaas consigue entrar en la fortaleza de los Swasi.
El autor agradece la valiosa cooperación prestada por el señor Leslie, autor de Entre los Zulúes y Amatongas; a su amigo el señor F. B. Fynney, antiguo inspector de la frontera de los zulúes, por las valiosas informaciones que le brindara directamente y, más tarde, en su obra Zululandy los Zulúes, y al señor John Bird, antiguo tesorero del Gobierno de Natal, cuyo libro, Los Anales de Natal es una fuente valiosísima de informes para todo el que desee estudiar la historia de ese Estado africano, así como la de Zululand.
En cuanto a otros episodios de este relato, tales como el de la cacería de hienas de Umslopogaas y Galazi, fueron intercalados por el autor para hacer resaltar las figuras de esos dos héroes, a la manera de las tradiciones primitivas de la Volsunga Saga.
También se hace alusión a las supersticiones, magia y misticismos tan comunes entre los zulúes. No se ha exagerado este punto en lo más mínimo, ya que, por ejemplo, la leyenda que habla del Angel Guardián de Amazulu aparece también en el libro del señor Fynney, que dice con referencia a ese pasaje:
«Los nativos tienen un espíritu al que llaman Inkosazanaye-zulu (La Princesa del Cielo), y de la que dicen que viste de blanco, tomando la forma de una joven doncella. Recuerdo que poco antes de la guerra de los zulúes, la Princesa del Cielo se les apareció, haciendo unas revelaciones que impresionaron profundamente a los nativos, quienes desde ese día afirmaron que estaba por acaecerles una gran desgracia. Uno de los signos que confirmaron sus temores fue la caída de un fuego misterioso desde las alturas, el cual destruyó por completo las tumbas de los antiguos reyes zulúes…
»En otra ocasión, esa misteriosa doncella se le apareció a una nativa, la cual enterró a sus hijitos hasta el cuello en la arena, se marchó luego llorando, y regresó al anochecer para desenterrarlos nuevamente».
Así pues, se puede mencionar con autoridad a ese personaje sobrenatural. Lo mismo puede decirse de otros sucesos extraordinarios que se narran en estas páginas.
En cuanto a la importancia de Umkulunkulu, el Señor del Cielo, sólo puede ser discutida a través de la interesante obra del obispo Callaway, titulada: ElSistema Religioso de los Amazulu. Según el referido autor, Umkulunkulu pasó a adquirir mayor jerarquía con el correr de los años, hasta transformarse de un espíritu ancestral en un dios.
Sólo queda añadir que el autor lamenta que su historia no tenga matices más variados. Le habría gustado poder introducir incidentes más alegres, pero trató de ajustarse en todo lo posible a la verdad. Además, el anciano que cuenta la historia de rencores y su venganza no podría referirse al tema con optimismo ni alegría.