ARGENTINA, QUIZÁS

Las paredes se derrumbaron a su alrededor y trató de escapar corriendo, esquivando cascotazos y hierros retorcidos que pugnaban por lastimarlo. Así y todo, salvo por un pequeño esguince de tobillo, logró salir ileso. Miró a su alrededor, la nube de polvo era tan densa que opacaba el cielo, lo cubría todo. Se levantó la remera e improvisó con ella un barbijo. De todas formas costaba respirar. Agudizó el oído, tampoco sirvió de mucho. El estruendo aún silbaba rotundo y grave. Solo eso. Ni los gritos. Caminó como pudo tratando de alejarse y se tropezó con alguien. Ese alguien no podía ser ayudado.

A pesar del caos, y aunque parezca extraño, en lo único que podía pensar era en irse a vivir a un lugar más tranquilo. Argentina, quizás.