DESCUBRIMIENTO

La nave se posó lentamente en la gran estepa helada. Tórridas ráfagas amenazaban con congelar el aliento. Aún así, dos pequeñas criaturas sin un solo pelo en el cuerpo bajaron de la nave y posaron sus raras extremidades en el hielo antártico. Miraron hacia uno y otro lado, solo una inmensidad blanca los rodeaba. Estuvieron mirando un buen rato.

De pronto, uno de ellos dijo «Vamos, acá tampoco hay vida inteligente…», se subieron a la nave y rápidamente abandonaron nuestra atmósfera.