ADOLESCENCIA

Supo que nada le iba a pasar y saltó. El aire frío la recibió silbándole en los oídos. Luego, el rocío, una nube, otra… Mientras ella caía velozmente, las nubes subían tratando de frenarla, de evitar su caída, fracasando irremediablemente.

Ella no sentía temor alguno. Estaba segura de que nada le iba a pasar, sino no hubiese saltado.

Por fin volaba, como siempre había querido hacerlo. Y lo estaba disfrutando sin límites con todos los sentidos. Abría los ojos para ver, los cerraba para sentir. Escuchaba y olía todo. Tocaba el aire veloz y helado con las manos abiertas. Volaba, por fin.

Supo que nada le iba a pasar. Ni siquiera dudó de eso al acercarse vertiginosamente a la filosa formación de rocas puntiagudas del fondo. Fue un vuelo largo y ella lo disfrutó completamente. Estaba segura de que nada iba a pasarle, pero se equivocó…