Dueño de un autocontrol sorprendente, salió de ella justo a tiempo. Esparció su semilla sobre el rostro maquillado, ahogando un grito de guerra primitivo. De conquista. De victoria.
Ella, con los dedos se limpió la cara y se llevó el resto a la boca. Luego, con un gesto de asco completamente profesional, se limpió con las sábanas y escupió.
Él cayó deshecho sobre la cama. Boca arriba, miraba como la luz hacía redondeles de colores alrededor de los focos.
Corten.