BUCLE

Ella parada en la puerta, esperando. Él sentado en el borde de la cama, con la mirada perdida más allá del cuarto.

—No puede ser… —es lo único que atinó a decir. Y en realidad no atinó.

Cientos de frases hubieran sido más apropiadas en ese momento. «Decime si puedo hacer algo…», tal vez hubiese funcionado. O mejor «Sabíamos que esto nos podía pasar…».

—No puede ser… —repitió. Su cerebro entró irremediablemente en un bucle del que no podía salir. Las imágenes. Esas imágenes. Una y otra vez.

—No puede ser… —una y otra vez.

Ella esperó que dijera algo que la convenciera de no irse.

Y en el bucle de imágenes que bombardeaban su cerebro una y otra vez, ella parada en la puerta, esperando algo que la hiciera quedarse.

—No puede ser…

Tampoco atinó esta vez. Tal vez un «Te amo» hubiese bastado.