Tanteamos un poco y llegamos, por más que nuestros ojos no vean nada.
Cojeamos un poco y llegamos, por más que nuestras piernas duelan tanto…
Jadeamos un poco y llegamos, por más que nuestros pulmones sangren de vez en cuando.
Ese es nuestro triste y sublime destino. Llegar, aunque creamos que no podemos.