22 de septiembre de 1980

Querido Hugo:

Es de suponer que aún conservarás ciertas dudas acerca de por qué rompí tan bruscamente nuestra amistad; ahora me parece que ha transcurrido el tiempo suficiente para que pueda exponer mis motivos sin embarazo.

Sencillamente, comprendí —¡y vaya si tardé en darme cuenta!— que eres homosexual (o bisexual). Por favor, no rompas esta hoja en un arranque de ira. Los dos sabemos que es verdad, así que, por favor, sigue leyendo. No tengo absolutamente nada contra la homosexualidad, te lo aseguro, pero considero que no debe ser impuesta a otras personas, como creo era el caso entre nosotros. Mi decisión no fue repentina; antes de llegar a ella pasé muchas semanas de lastimosa indecisión, tratando de encontrar suficiente coraje para dejarte, una tarea tanto más difícil cuanto que sentía un verdadero afecto por ti. Como puede verse por este mensaje tardío, aún no he reunido el coraje suficiente. Lo siento. También he explicado a una o dos personas las razones de nuestra separación, movido sólo por un despecho que ahora lamento profundamente.

Si esta carta te parece impersonal, acepta mis disculpas; en realidad, es sumamente emotiva. Sigo sintiendo un gran respeto por ti y conservo muchos recuerdos felices de nuestra amistad. Solamente desearía que no hubiera terminado de un modo tan desagradable.

Sam