UN HOMBRE AL QUE LLAMABAN JEZA
Alejandro Zarco dijo a su mujer: «Si un día me ocurriera algo, procura por todos los medios entregar estos documentos a un hombre llamado Esteban Martín». Poco después, lo encarcelaron, y la mujer y un hijo de ambos, se refugiaron al interior de la isla. La mujer llevaba los documentos, y los ocultó.
Alejandro Zarco vivió mientras existió la posibilidad de un canje. A mediados de octubre de 1938, fue ejecutado.