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Annabelle se paró en el umbral del Rita’s para estudiar el panorama. La mitad de las mesas estaban ocupadas, al igual que los taburetes de la barra.

—¿Quieres algo?

Un hombre había rodeado la barra y la estaba mirando.

—Estoy buscando a Abby Riker.

—No está aquí. Está en casa.

—¿La Finca de una Noche de Verano?

—¿Quién pregunta?

—El sheriff Tyree me dijo que hablara con ella.

—Oh, entonces no hay problema. Podrías llamarla a su casa y hablar con ella.

—¿Tienes el número?

Annabelle hizo la llamada. Cuando Abby respondió, adivinó que había estado llorando. No se mostró locuaz hasta que Annabelle mencionó a Stone, al que ella conocía como Ben.

—Es mi padre —explicó. Y le resumió la misma historia que le había contado a Tyree.

—Me dijo que su hija y su esposa habían muerto —replicó Abby con frialdad.

—Mi madre murió hace un montón de años. Te dijo que yo estaba muerta porque esa es su forma de protegerme.

—¿Es una especie de espía para el gobierno? Ya sabía yo que no era un tipo normal. Es distinto, ¿verdad?

—Sí, mi padre es así. No tiene nada de normal. ¿Sabes dónde podría estar?

—Ayer estaba en el hospital. Junto con mi hijo, Danny. Pero han desaparecido los dos. Me tienen loca de preocupación por muchos motivos.

—El sheriff Tyree me contó cómo están las cosas por aquí. Supongo que tienes motivos para preocuparte. ¿Puedo ir a verte?

—¿Por qué?

—Ahora mismo eres la persona que más cerca ha estado de mi padre.

—Ya te he dicho que no sé dónde está. Ni tampoco mi hijo.

—Pero quizá recuerdes algo si hablamos del tema. Por favor, es mi única posibilidad.

—De acuerdo. —Abby le explicó cómo llegar a la casa y, al cabo de un rato, Annabelle estaba sentada en su sala de estar, después de que Caleb aparcara la furgoneta bastante lejos.

Annabelle tanteó distintas líneas de interrogación y Abby respondió a todas, pero sin revelar nada que resultara útil.

—¿Os habéis hecho amigos?

Abby respondió eligiendo las palabras con cuidado.

—Sabe escuchar y no emite juicios. Me parece una combinación difícil de encontrar. Espero que esté bien. —Una lágrima le surcó la mejilla—. Además tiene un don especial: me hacía sentir bien conmigo misma.

—Esa descripción encaja perfectamente con mi padre. ¿Crees que es posible que él y tu hijo se hayan marchado juntos del hospital?

—No lo sé. Danny estaba bastante hecho polvo. De no ser por Ben… —Miró a Annabelle—. ¿Cuál es su verdadero nombre?

Annabelle vaciló, pero el interés de Abby por Stone parecía genuino.

—Oliver.

—De no ser por Oliver, ni siquiera me quedaría mi hijo, así que haré lo que haga falta para ayudarte.

—Si te acuerdas de algo que pudiera resultar útil, llámame a este número.

Le tendió una tarjeta, le dio un apretón de manos para tranquilizarla y se marchó.

Al regresar a la furgoneta, se sentó ensimismada en el asiento del copiloto.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Caleb, mientras Reuben la observaba expectante.

—¿Estás bien? —preguntó este.

Annabelle se sobresaltó y lo miró.

—¿Qué? Sí, estoy bien.

—Joder, Abby Riker está forrada —declaró Reuben cuando miró hacia la mansión.

—Sí, lástima que la pagó con la muerte de su marido.

—¿Qué hacemos ahora? —insistió Caleb.

Annabelle no contestó porque no sabía qué responder.

«¿Dónde coño estás, Oliver?».