Entonces me parece que fue cuando la huelga general que Nicolás Redondo le montó a Felipe, que nosotros lo pasamos en casa del alcalde del pueblo, que era socialista y nos había invitado, a ver, uno bajito él, vivo y gordo, que estuvo muy amable y habló lo justo, sin comprometerse, no había manera de hacer nada ni de ir a ningún sitio, el pueblo paralizado, Madrid paralizado, España paralizada, yo nunca había visto una cosa así, más que en los libros del Bustar, y me recordó cuando nieva en invierno, que se queda la ciudad silenciosa y parece que se ha muerto alguien, era un día histórico, o sea, para la historia, y eso se nota y es una cosa que impone, coño que impone.
El alcalde, Emilio Lago, tenía una casa moderna y muy bien puesta, con todo detalle, porcelanas y eso, también tenía un chalet en el campo propiamente dicho, pero ahí me parece que nunca estuvimos, los invitados éramos unos cuantos sociatas, eché de menos al Bustar, dos concejales y dos periodistas jovencitos que vivían en el pueblo y habían ido a hacer información, yo no estoy secundando la huelga, dijo el alcalde, que quede claro, pero hay que respetarla, esto es la democracia, que tiene sus momentos malos, aunque me parece que el Nico no ha elegido el más apropiado.
La conversación se enmogollonó. Tomábamos whiskies y frituras.
—El sindicato socialista haciéndole una huelga al partido, cuándo se ha visto eso.
—Dice Nico que se niega a ser una correa transmisora.
—Felipe y Nico tienen un malquerer desde Suresnes.
—El Nico cree que Felipe le debe el cargo.
—Él renunció porque no tiene capacidades.
—Pero es un hombre generoso.
—Y sensato.
—Pues esta huelga no es sensata. Esto es peligroso para el socialismo, para el sindicato y para España.
—La derecha se estará frotando las manos.
—No se hace más que entorpecer al personal, que va a sus cosas, y eso tampoco favorece el voto socialista.
—Para eso se hacen las huelgas, para molestar.
—Ésta no es una huelga política, es una huelga laboral.
—La gente no distingue.
—El país lo están jodiendo lo mismo.
—A Felipe no se le puede hacer eso.
Había hablado la Susan y presté atención, pero no dijo nada más. Ella quería echarse a la calle a insultar a los obreros. Como una marquesa, vamos. Emilio Lago llevaba de alcalde desde el 82, había hecho mucho por el pueblo, llegaron algunos taxistas esquiroles, del PSOE, a por su copichuela, el alcalde les palmeó en la espalda, así me gusta, chicos, Emilio Lago tenía tratos continuos con las inmobiliarias de Madrid, de ésas que te entregan la casa sin puerta, como a mí, de modo que apaleaba los millones, según decían, pero había sabido implicar a muchos, a todos, en el negocio, y nadie hablaba mal de él, también es verdad lo que he dicho antes, que hizo mucho por el pueblo, tenía los ojos claros, era inteligente, hablaba cortado, pero el dinero, como el amor, es cosa que no se puede esconder, y yo al alcalde le veía el dinero salirle por las orejas, muchos años más tarde, cuando se retiró, le perdimos de vista en el chalet famoso, para siempre, y no es que se retirase, claro, sino aquellas municipales donde ya empezaba a verse el bajón del PSOE, con muchos alcaldes como éste no hacemos socialismo ni ganamos elecciones, me decía yo, mientras la Susan se pasaba con el whisky y con la parla, no podía yo dejar de emocionarme con una huelga general, ahí queda eso, pero me hubiera gustado que fuese contra los empresarios, no contra el partido, la UGT contra el PSOE, cuándo se ha visto, me parece que Nico está jugando demasiado fuerte, esto lo tiene que pagar, qué hermoso es el pueblo en libertad haciendo valer sus derechos, como tiene que ser, la huelga es que es un invento.
El alcalde nos echó de comer y de vez en cuando hablaba por teléfono con Madrid y el triunfo de la huelga había sido total y en seguida lo dará la tele y mañana los periódicos, que eso sí que queda, será verdad que Nico la tiene tomada con Felipe, pero razones hay de sobra para montarle una huelga al Gobierno, que están privatizando y cerrando astilleros y todo eso no es socialismo, que yo me sé la cartilla, pero mejor cremallera, que a lo mejor estamos aquí para que el alcalde nos fiche, nos escuche, nos apunte y no la jodamos.
A la hora del almuerzo el alcalde nos pasó al comedor, todo estilo español, pesadísimo, y nos sirvieron un cocido glorioso, el cocido de los domingos, yo ya había oído hablar del cocido de los domingos en casa del señor alcalde, donde seleccionaba comensales, ejercía influencias, se ganaba voluntades, como dicen los políticos, y echaban cuentas.
La Susan atacó fuerte los garbanzos y la morcilla, pero yo me acordaba de los huelguistas y no tenía hambre, esto es una traición de Nico a la democracia, decía el señor alcalde, con el asentimiento de los taxistas, pero a mí me había explicado Bustarviejo que la huelga es la única arma que el proletariado tiene frente a la producción, una arma democrática, sólo que ahora se trataba de una huelga entre hermanos, partido y sindicato, y esto es lo que me tenía a mí en un vilo ¿no se habrá pasado el Nico, será verdad que es una huelga personal contra Felipe?, después del cocido, ya a media tarde, mientras todos regoldábamos morcilla, empezaron las informaciones de Madrid, teléfonos, faxes y televisiones, todo iba fatal, la huelgano había tenido un fallo ni una violencia, el éxito era total y pacífico, pero un éxito de la izquierda sobre la izquierda siempre habría de alegrar a la derecha, que es lo que yo me dije para mí, sin soltar prenda ante los morcillones del cocido y el coñac de la siesta, 14-D, 14-D.
Al día siguiente, lunes, con Bustarviejo, en el mostrador de zinc, me dijo que él había estado en la huelga:
—Yo también tengo carnet de UGT, Asís, porque pienso que el poso auténtico del socialismo está hoy en UGT más que en el PSOE de Felipe. Era hermoso sentir el viento de la calle, la verdad del pueblo, Nicorredondo me dio un abrazo, soy el único intelectual que se ha sumado a este movimiento obrero, había mucha gente que ni siquiera es del sindicato, pero les parecía justo sumarse a la protesta sindical, el felipismo está destruyendo o privatizando las fuentes de trabajo y riqueza, los astilleros y otras, eso conviene a la economía del Gobierno, pero los trabajadores qué, las empresas compradoras siempre despiden a más de la mitad, lástima que no estuvieras allí, Asís, pero perdona, que yo no hago reproches a nadie, soy un hombre comprensivo, perdonador y libre, te aseguro que fue muy hermoso.