Lo que más me recuerdo es el día que hicimos huelga de bocadillo en el banco, o sea, que el cuarto de hora que te daban para almorzar el bocata, hacia las once, lo ampliaban los socialistas a media hora, pero don José volvió a aquello de que la banca no hace política, y algunos ya se bajaban al sótano/archivo, como siempre, de prisa, que no quedaba ni un minuto para mear, cuando Moreno, uno bajito con mucha nariz, que había estado en la División Azul y ahora era socialista, cogió la dirección contraria, hacia la calle, con el bocadillo en la mano, en alto:

—¿Adónde va usted, Moreno?

—A la calle, don José, a comerme el bocata. Todos nos quedamos de piedra.

—Venga, tíos, el que tenga huevos que me siga, esto es la revolución.

Y unos cuantos, después de dudarlo, nos fuimos desfilando hacia la calle, con el bocadillo agarrado, yo pensaba que era un gesto de rebeldía socialista y que en la Federación no lo verían mal.

Moreno salió por la puerta giratoria y se sentó en la acera, el gesto cayó bien y otros varios hicimos lo mismo, de modo que pronto fuimos veinte o treinta tíos sentados al borde de la acera, en una hora de mucho tráfico, al filo de los coches que pasaban, y comíamos con seriedad y alegría, controlando la media hora para no pasarnos, hasta que Moreno diese la voz de regreso. La gente nos miraba y algunos nos aplaudían.

—Don José y el director están como locos al teléfono, llamando a la policía.

—Moreno fue de la División Azul y alguien dirá que esto es el fascismo contra una banca democrática.

Unos hablaban del caso y otros hablaban de fútbol, ya que llevábamos el bocadillo envuelto en el Marca, y luego lo doblamos, grasiento, el Marca me refiero, y lo guardamos en el bolsillo, había que dar ejemplo y no ensuciar la calle, éramos socialistas o rebeldes, pero no unos gamberros.

Era una mañana de sol y se estaba bien allí, respirando el humo de los autobuses y comiendo el bocata, charlando a gritos y saludando a quienes venían a darnos la mano, o sea, que se sumaban a la huelga. A la media hora justa estábamos de vuelta, cada uno en su mesa, don José de pie, muy blanco, me miraba con furia, más que un gato ahora parecía un tigre, pero sólo dijo hemos pasado noticia a la Central, el director y yo, y pronto sufrirán ustedes las consecuencias, a mí Moreno no me caía bien, era listo y divertido, podía tener detalles como aquél, pero recordé lo que me dijo una vez Bustarviejo, «la revolución es una cosa científica», ¿habíamos hecho el gamberro?, todo el mundo trabajaba con la cabeza más baja que de costumbre, pero el número del bocata se repitió varios días, hasta que una nota interior nos comunicó que teníamos media hora diaria, a partir de las once, para el almuerzo de media mañana, «en el lugar acostumbrado y nunca a la vista del público».

Había sido una victoria del proletariado contra el poder de los banqueros, esto tengo que contárselo a Bustarviejo, me dije, como lo de la excursión a la fiesta del pecé, lo que menos me gustaba era la capitanía de Moreno, a quien algunos periódicos definieron como «un agitador profesional». Era un tipo con carisma, capaz del liderato, pero ideológicamente no estaba nada claro. Un aventurero. Un anarquista, ¿un fascista?, yo sabía que la Falange había estado contra la banca, lo malo de la política es que nunca es blanco y negro, sino que hay muchos matices y luego los tipos que lo revuelven todo y los que pescan en río revuelto, y así nunca te aclaras y lo mejor es seguir las consignas del partido lo más claro posible, que por libre siempre te pierdes, te la dan o se te hace la picha un lío.

Bustarviejo, en el bar, me explicaba así lo de la fiesta del pecé:

—Razón que te sobra, Asís. Comunistas y socialistas somos primos hermanos. Si se produjera esa unión, el Frente Popular que se decía cuando la guerra, la izquierda estaría en el poder, España sería socialista con un socialismo u otro, pero somos como esas familias que se matan por los muebles del abuelo, así nunca llegaremos a nada, Felipe se atiene a los votos y no quiere repartir poder, pero habéis hecho bien en ir a la Casa de Campo, así vas conociendo toda la realidad.

—Pero imponen, Bustarviejo, te prometo que los jefes imponen. Toda una vida viéndolos en el cine, en los carteles, en todas partes, a mí es que me imponen, se lo decía a la Susan.

—Claro, hombre, cómo no van a imponer, tienen detrás la revolución soviética, quizá la más grande de la historia, tienen la URSS, tienen el monopolio de la izquierda, Felipe hizo mal quitando a Marx del imaginario socialista, todos los socialismos vienen de Marx, que además se ocupó de denunciar a los falsos profetas. Pero no por eso te vas a hacer comunista de repente. El socialismo español tiene un gran historial, nosotros hemos cometido errores, pero ellos también, les llevamos la ventaja de estar más cerca de la democracia, tenemos mucho que aprender de ellos, y ellos de nosotros.

A Bustarviejo es que daba gusto oírle hablar, Bustarviejo era corrector de pruebas en una imprenta, o sea, el que corregía a los autores de los libros, un sabio, pero en el partido no miraban bien a los hombres de la guerra, a los antiguos, a Bustarviejo le veían casi como un comunista, como un tipo de otra época, Bustarviejo vivía solo, supongo que viudo o separado, y se estaba en casa leyendo o escribiendo, cuando salía de la imprenta, un día te tengo que llevar a mi casa, me había dicho, tengo cosas curiosas del socialismo español, y te dejaré algún libro, me parece que lees poco, eso de haber confundido a Federico García Lorca es una prueba de que lees poco, la poesía es importante, y la historia, pero sobre todo es importante el decoro, hay que mantener siempre el decoro, ahora, con el triunfo, me parece que lo estamos perdiendo.

Las primeras veces que le oí hablar a Bustarviejo del decoro me pareció que estaba hablando de la decencia, la honestidad, esas cosas de las señoras antiguas, que la que no tenía decoro era una puta, y estuve a punto de preguntarle a la Susan, oye, Susan, ¿tú tienes decoro?, pero luego me aclaré que Bustarviejo se refería al decoro político, a la fidelidad, la fe en el partido, la honradez, la educación de izquierdas, todo eso, un señor con decoro, para él, era don Antonio Machado, un poeta que hacía versos andaluces, Bustarviejo sí que era un líder, y no el fantasmón de Moreno, que había estado en la División Azul matando rusos, todavía no sé si estuvo bien o mal lo de los bocadillos, pero la media horita no nos la quita nadie, en el partido lo que pasa es que va habiendo más socialistas a lo Moreno que a lo Bustarviejo, cien años de honradez, dicen, yo eso lo veo en Bustarviejo y su barba y su chaqueta con caspa, que es todo un hombre, pero me parece que ahora en el PSOE nos hemos quitado la caspa, son otros tiempos, a ver.