Un operativo tipo comando
Personaje Iseka ya tenía bastante grado en el esoterismo. Por la época de la construcción de los zombies contaba, incluso, con varios discípulos fanáticos y seguidores, mediante los cuales a veces realizaba ciertos operativos, no necesariamente mágicos. Sabemos que los zombies tienen vida limitada. Luego que Penélope y Palmira se «gastaron», Personaje las dejó volver a sus tumbas. No volvió a construir otros ni Liliana estaba dispuesta a permitírselo. En las I doble E, por otra parte, había llegado al máximo ascenso al cual podía llegar. Era muy difícil que le otorgasen más «diamante» cargado con responsabilidades en crecimiento geométrico, pues él tenía sus límites y los súper lo sabían. Tanto en la Organización como en el ocultismo le ocurrió lo mismo: primer grado de oficial y basta. Que se diera por conforme. Los otros desconfiaban de sus raptos pasionales y con razón. Curioso que todo el mundo, sin saberlo y por su lado, hubiese llegado a las mismas conclusiones que Decamerón de Gaula: a Personaje no debía dársele demasiado poder. Por su propio bien.
Así, por las causas apuntadas, Personaje Iseka nunca pudo utilizar el poderío y la información de las I doble E para fines personales. Bien que le hubiera gustado. No hubiese sido el primero, claro está.
Cierta joven a quien él quería mucho (noviaba con el hijo de un alto miembro de Instrumentos Especiales del Estado) había sido secuestrada por desconocidos, ignorándose su paradero. Bien sabía Personaje que por el tipo de operativo detrás estaba la mano de las propias I doble E. Tampoco ignoraba que, con toda probabilidad, la chica ya estaba muerta. Sólo un milagro de los más gordos podía salvarla. Personaje entró en uno de sus estados crepusculares. Arrebatado, pasional y sin pensarlo dos veces, con ayuda de cuatro discípulos tomó al asalto la casa del padre del novio de su amiga. Cuando el viejo se vio encañonado por pistolas de congelación quedó mudo ante tanta maravilla. Al principio creyó que se trataba de agentes de Soria.
Personaje, vestido con su cara más loca, le habló de la siguiente guisa previo explicarle de qué se trataba:
—Así pues debo informarle, mi sintético señor, que acabo de secuestrar a su hermoso e invalorable hijo. Lo tengo a buen recaudo. La vida de Margarita por la de su hijito.
—¿¡Pero de qué me habla!? ¡Yo no la hice secuestrar!
—Ya lo sé querido. Ya lo sé. Es más: tampoco ignoro que no sabe quién lo hizo ni por qué. Yo tampoco, pero puedo figurármelo.
—¿Y si lo sabe por qué se la agarra con nosotros?
—Porque su digno y hermoso y puto hijo inició a Margarita en la joda. Gracias a él empezó a darse con todo: drogas y otras. Mina boluda, pelotuda de gran corazón e inconsciente además. No tenía mejor cosa que hacer que alojar en su casa a un agente de Soria.
—Mí hijo no es agente de Soria.
—No, él es un soria simplemente. Y otro imbécil, además. Porque gracias a él, ella conoció a un chichi pagado por Soria para hacer espionaje en la Tecnocracia. Le dio protección cuando la Secreta lo buscaba. —Furioso—: ¡Aventuras! ¡Salgamos de aventuras! Oh, yeah. Oh, sure. El resultado fue que un comando agarró al chichi (espero que lo hayan hecho cagar) y también enganchó a Margarita a quien espero que no hayan hecho cagar. Al novio lo dejaron por ser hijo suyo.
—¿Y qué quiere que yo haga?
—Que la busque y consiga su libertad. Yo me encargo de sacarla del país y mandarla a Protonia Occidental.
Poco a poco el tipo había empezado a recuperar el control de sus nervios. Contestó con frialdad:
—Yo no sé qué comando se hizo cargo del procedimiento.
—Estoy perfectamente al tanto. Pero usted trabaja en la Secreta y se va a encargar de averiguarlo… y conseguir que la suelten. Usted tiene un alto puesto. Si quiere, puede.
—Usted está loco. ¿Quién se cree que soy yo, el Monitor? No puedo poner en libertad por mi cuenta a un detenido.
—A que si fuese su hijito Robertito el agarrado por el comando, usted bien que se rompería el culo y los cuernos para encontrarlo. Pediría favores, etc. ¿O no?
—Pero…
—Nada de peros. Como no era Robertito, ese hijo de mil putas, el enganchado y solamente Margarita, mina que a usted le importa un carajo, ni se calentó. Bueno: ahora Robertito sí está en las manos de alguien. En las mías. Y yo le prometo que le voy a hacer a ese desgraciado las torturas más tristes a menos que aparezca Margarita. Tiene exactamente diez días.
—Escúcheme una cosa…
—Y si para dentro de diez días no apareció Margarita, le voy a mandar por correo, dentro de un frasco de aceitunas, de boca ancha y lleno de alcohol, las orejas de Robertito. Y diez días más tarde el pie izquierdo. Siempre a vuelta de correo. Y si ella aún no aparece no se aflija demasiado por su hijo porque yo igual se lo iré devolviendo por partes. Creo que en un año y medio o dos podrá terminar de juntar los pedazos. Por cierto que le quedará el recurso de intentar unirlos, como hizo el doctor Viktor Frankenstein. Hasta la vista.
Y se fueron, dejando al otro horrorizado.
Su amiga apareció sana y salva una semana después, cosa que fue una suerte para todo el mundo. Claro está, el padre del muchacho no pensaba permitir que el asunto se resolviera tan fácilmente. Usó todo su poder a fin de averiguar quién lo había puesto en tal apuro. Personaje, desesperado al ver la que se le venía encima, realizó un bloqueo. Demasiado bien sabía que todo sería inútil si los otros estaban decididos a perforarlo, pero era lo único que le quedaba por hacer.
Entonces, cuando estaban a punto de lograr su detección, por segunda vez en su vida De Gaula intervino para salvarlo. Este Maestro tenía sus buenas razones para adoptar una actitud tan insólita, según veremos más adelante. Sin que nadie supiera —ni Personaje ni las I doble E— Decamerón de Gaula efectuó un bloqueo como la gente, por completo inatravesable.
El padre de Robertito no entendía nada. Su equipo de magos, habituado a descubrir todos los días ataques mágicos y acechanzas, ahora fracasaba en la investigación de un infeliz. Ni que el otro fuera un súper. Pues su experiencia de policía le bastó para comprender que el otro, por el tipo de operativo desesperado que había hecho, estaba solo. Lo que menos se imaginaba era que el jefe del equipo esotérico estuviese detrás del asunto.
Por otra parte diremos que Margarita nunca supo a quién debía su liberación. Los terrores pasados le sirvieron de escarmiento e inició una nueva vida en Protonia Occidental.
Personaje Iseka a veces sufría arranques de incontenible vehemencia que lo hacían caer de cabeza en los pantanos. Y lo peor era que, en muchas oportunidades, la persona por la que se jugaba no lo merecía en absoluto.