CAPÍTULO 23

Funeral de guerra

En coincidiencia con el atentado N.o 238 contra la vida del Monitor, en los campos de la guerra de Chanchín del Sur, como ya se dijo, murió un mariscal de campo tecnócrata.

Funeral militar para entierro de mariscal de campo. «Soldado: el Monitor me ha ordenado que venga aquí a despedirte. Mi mariscal: tus soldados». El difunto mariscal, rodeado de pájaros con las alas formando un pliego. O cruzándose como espadas. «La muerte ha querido cubrirte con su bandera. Pero nuestra Tecnocracia no te olvida». Comienza con un tambor que resuena lentamente, al que poco a poco se van sumando timbales y platillos; espaciados golpes según una recurrencia obsesiva. «Las tapas de tu doble ataúd se han cerrado: como un águila que se cubriera el pecho con sus alas, una después de otra. Estamos dispuestos a luchar hasta el fin. A combatir por este emblema y este pórtico, Patria de los tecnócratas; por nuestra tierra eternamente viva en la tierra, en el agua, en el aire y en el fuego». Atrás salvas de cañones van acompañando en forma espaciada, siempre según una ley matemática, solemnemente. Poco a poco se van sumando efectos de marcha y percusión. «Por ser el oficial de mayor graduación, del Ejército tecnócrata, el Monitor me ha enviado aquí a saludarte». Con otros instrumentos la orquesta hace una referencia al Funeral de Sigfrido. «Aten, ción… aten, ción… aten, ción…». Luego del solemne equilibrio de fuerzas se retorna al crescendo instrumental anterior para arribar al clímax. Al producirse éste sobreviene el silencio de metales y maderas en forma abrupta. «Tecnocracia Monitor Triunfo».

El Soriator se reía; incluso hizo un chiste casi tecnócrata: «Tendrían que matarles uno por día, así se irán en gastos». Los chanchinitas, por su parte, no se sintieron impresionados en lo más mínimo por aquella superabundancia de mística militar. Los rusos sí, esto es curioso.

Luego del Funeral la Tecnocracia permaneció casi en silencio, vibrando sordamente, con un chirrido monocorde y bárbaro.

Enrique Esteve, premier catalán, efectuó una rara declaración: «Narciso mira en el espejo su atroz y austera violencia. Que se arreglen entre ellos. Yo, por mi parte, me alegro de encontrarme en Cataluña».