NOTA HISTÓRICA

Alfredo, como es sabido, es el único monarca en la historia inglesa al que se le ha concedido el honor de ser llamado «el Grande» y esta novela, junto con las que seguirán, intentará mostrar por qué se ganó ese título. No quiero anticipar esas otras novelas pero, a grandes rasgos, Alfredo fue responsable de salvar Wessex y, a la larga, a la sociedad inglesa de los asaltos daneses, y su hijo Eduardo, su hija, Etelfleda, y su nieto Etelstano terminaron lo que él empezó a crear, que fue, por vez primera, una entidad política a la que llamaron Englaland. Tengo la intención de implicar a Uhtred en la serie completa.

Pero la historia comienza con Alfredo, que era, de hecho, un hombre muy piadoso y con frecuencia enfermo. Una teoría reciente sugiere que padecía la enfermedad de Crohn, que causa agudos dolores abdominales y hemorroides crónicas, detalles que podemos extraer de un libro escrito por alguien que lo conocía muy bien, el obispo Asser, que entró en la vida de Alfredo después de los acontecimientos descritos en esta novela. En la actualidad existe un debate sobre si el obispo Asser escribió en realidad esa vida, o fue falsificada cien años después de la muerte de Alfredo, y yo no me considero en absoluto capaz de emitir un juicio sobre las posiciones de los académicos enfrentados, pero aunque sea una falsificación parece contener un punto de verdad, y sugiere que quienquiera que lo escribiese, sabía mucho de Alfredo. El autor, sin duda alguna, quería presentar a Alfredo bajo una luz radiante como guerrero, erudito y cristiano, pero no se calla los pecados de juventud de su héroe. Alfredo, nos cuenta, «era incapaz de abstenerse del deseo carnal» hasta que Dios, generosamente, lo puso lo bastante enfermo como para resistirse a la tentación. Es discutible que Alfredo tuviera un hijo ilegítimo, Osferth, pero parece probable.

El mayor desafío al que se enfrentó Alfredo fue la invasión de Inglaterra por los daneses. Algunos lectores puede que se sientan decepcionados porque dichos daneses sean llamados hombres del norte o paganos en la novela, pero rara vez son descritos como vikingos. En esto sigo a los primeros escritores ingleses que sufrieron los embates de los daneses, y que rara vez usaban la palabra vikingo la cual, en cualquier caso, describe más una actividad que un pueblo o una tribu. Salir como vikingos significaba salir a asaltar, y los daneses que lucharon contra Inglaterra en el siglo IX, aunque sin duda asaltaban, eran ante todo invasores y colonos. Han sido objeto de una imaginería extravagante, atribuyéndoles el casco con cuernos, el berseker, así como la horrorosa ejecución llamada el águila extendida, en la que se abrían las costillas de la víctima para exponer sus pulmones y corazón. Eso parece haber sido una invención tardía, así como la existencia del berseker, el guerrero desnudo que atacaba en un frenesí enloquecido. Sin duda, había guerreros sedientos de sangre, pero no hay pruebas de que nudistas chiflados aparecieran con regularidad en el campo de batalla. Lo mismo acontece con el casco de cuernos, del que no hay ni una sola prueba en la actualidad. Los guerreros vikingos eran demasiado sensatos para colocarse un par de protuberancias en los cascos tan idealmente situadas para que el enemigo arranque la protección. Es una lástima abandonar los cónicos cascos con cuernos, pero por desgracia, no existieron.

El asalto a la iglesia llevado a cabo por los daneses está bien documentado. Los invasores no eran cristianos y no veían ninguna razón para salvar las iglesias, los monasterios y los conventos de los ataques, especialmente si tenemos en cuenta que dichos lugares contenían a menudo considerables tesoros. Es discutible que tuviera lugar un ataque coordinado a las casas monásticas del norte. La fuente es extremadamente tardía, una crónica del siglo XIII escrita por Roger de Wendover, pero lo que sí es seguro es que muchas diócesis y monasterios desaparecieron durante el asalto danés, y ese asalto no fue un gran ataque, sino un intento deliberado de erradicar la sociedad inglesa y sustituirla por las costumbres danesas.

Ivar Saco de Huesos, Ubba, Halfdan, Guthrum, los distintos reyes, el sobrino de Alfredo, Etelwoldo, el ealdorman Odda, y todos los nobles cuyos nombres empiezan por Æ (una letra desaparecida, llamada aesc) existieron. Alfredo tendría que escribirse realmente Ælfred, pero he preferido la forma por la que se le conoce hoy. No está claro cómo falleció el rey Edmundo de Anglia Oriental, aunque sin duda murió a manos danesas, y en una antigua versión el futuro santo cayó bajo las Hechas como san Sebastián. Ragnar y Uhtred son personajes ficticios, aunque una familia con el nombre de Uhtred vivió en Bebbanburg (hoy Bamburgh Castle) un poco más tarde —aunque durante el periodo anglosajón—, y como dicha familia fueron mis ancestros, decidí otorgarles el mágico lugar un poco antes de lo que sugieren los documentos. La mayoría de los principales acontecimientos tuvo lugar; el asalto a York, el sitio de Nottingham, los ataques a los cuatro reinos, están todos recogidos en la crónica anglosajona o en la biografía del rey Alfredo de Asser, que juntas son las fuentes más importantes de la época.

He empleado ambas, además de consultar un sinfín de obras secundarias. La vida de Alfredo está muy bien documentada para la época; parte de esa documentación está escrita por el mismo Alfredo, pero aun así, como el profesor James Campbell escribió en un ensayo sobre el rey, «las flechas de la perspicacia deben ser guiadas por las plumas de la especulación». Naturalmente, he sido generoso con dicha premisa, tal y como un novelista histórico debe hacer; aun así, en la medida de lo posible la novela está basada en hechos reales. La ocupación de Werham (Wareham) por Guthrum, el intercambio de rehenes y la ruptura de la tregua, el asesinato de los rehenes y la ocupación de Exanceaster (Exeter) tuvieron lugar, así como la pérdida de la mayor parte de su flota durante una gran tormenta en el cabo Durlston, cerca de Swanage. El único cambio importante que he introducido ha sido el de adelantar la muerte de Ubba un año, de modo que, en el próximo libro, Uhtred pueda estar en otra parte y, convencido por las argumentaciones del libro de John Peddie, Alfred, Warrior King, he situado la acción en Cantucton (Cannington, Somerset), en lugar del emplazamiento más tradicional de Countisbury Head, al norte de Devon.

Alfredo fue el rey que acarició y mantuvo la idea de Inglaterra, que su hijo, hija y nieto convirtieron en explícita. En una época de grandes peligros, cuando los reinos ingleses se hallaron al borde de la extinción, él constituyó un baluarte que permitió a la cultura anglosajona sobrevivir. Sus logros fueron mayores que ésos, pero esta historia está lejos de terminar, así que Uhtred luchará de nuevo.