Quisiera dar las gracias a mi agente literario, Anthony Goff, y a mi editor en la editorial británica Penguin, Alex Clarke; y también a Alexandra, Victoria y Thomas Hoffman, y a Lorraine Hedger, que mecanografía mis manuscritos con milagrosa precisión. Gracias también al Departamento de Derechos de Penguin: a Kate Burton, a Sarah Hunt-Cooke, a Rachel Mills y a Chantal Noel. También a Nick Lowndes y a mi correctora, Debbie Hatfield.
La descripción del rey Zog y sus costumbres está basada en The Court and Character of King James I, probablemente escrito por Sir Anthony Weldon.
El discurso de Bose Ikard asegurando que ha llegado a un acuerdo con los redentores es sustancialmente el mismo que pronunció Neville Chamberlain en 1938 al regresar de su encuentro con Adolf Hitler, en el que se jactaba de haber asegurado la «paz para nuestra época». El filósofo alemán Arthur Schopenhauer hace su acostumbrada y extensa contribución a las observaciones de IdrisPukke. Los comentarios de la hermana Wray sobre el sol provienen de William Blake. La canción popular que canta Riba en el coche de caballos tiene un verso basado en el título del poema de W. H. Auden «O Tell Me The Truth About Love». El verso «Love has no ending» procede de «As I Walked Out One Evening», también de Auden. Lo de «Venid a cubierto de mi paraguas» está inspirado por Rihanna Fenty. El juicio de Conn Materazzi está parcialmente basado en la transcripción de «The Trial of Sir Walter Raleigh» en la Complete Collection of State Trials de Cobbett. Los comentarios de Cale sobre ser visto vigilando a sus hombres reproducen la carta que le envió Sullivan Ballou a su esposa poco antes de su muerte, citada por primera vez en La mano izquierda de Dios. En algunas ediciones extranjeras este reconocimiento se omitió sin querer. La conversación entre Dorothy Rothschild y Cale que concluye el capítulo 31 proviene de una frase del subestimado Presidente de Estados Unidos Calvin Coolidge. Hay muchas citas a medias, u otras que quedan sepultadas y reescritas, y que ya no puedo reconocer ni seguirles el rastro. Si el lector sospecha de otras fuentes, desde Homero a Homer Simpson, puede, por supuesto, por el procedimiento de cortar y pegar, recurrir a Google: el mayor acusica de la historia del conocimiento.
Artemisia
El personaje de Artemisia en Batir de alas está inspirado, pero no basado, en Artemisia de Halicarnaso, la almirante que luchó del lado persa y contra los griegos en la batalla de Salamina, en el año 480 antes de Cristo. En contra de la opinión imperante, ella aconsejó con firmeza a Jerjes no atacar a la flota griega en aquellas apuradas circunstancias en las que el enemigo tendría una ventaja demasiado grande. Afortunadamente para el desarrollo subsiguiente de la Edad de Oro de los griegos, el surgimiento de la democracia y, muy posiblemente, la mismísima civilización occidental, Jerjes hizo caso a lo que aconsejaba la mayoría y sufrió una tremenda derrota. Aunque la historia alternativa es cosa más bien de tontos, quién sabe si, de haber sido escuchada Artemisia, hubieran tenido los americanos que arrancar a Saddam Hussein de Londres o París, y no de Bagdad. Y tal vez no hubiera habido ninguna democracia en Estados Unidos.
Los historiadores feministas contemporáneos se muestran profundamente recelosos del tradicional relato de su muerte, que asegura que ella se arrojó por un acantilado porque se había enamorado de un joven que no le correspondía. Para ellos, tal vez con razón, el relato transpira el sexismo del mundo clásico. Una mujer de mente tan fuerte, argumentan, no podía ser psicológicamente tan frágil. Pero quizá no: el mundo clásico ofrece relatos semejantes de grandes soldados a los que confundió el amor: Antonio y Cleopatra, por ejemplo. En nuestro propio tiempo, ese antiguo general antes tan admirado, David Petraeus, que estabilizó la desastrosa ocupación de Irak en 2008, y tenía reputación de pensador sutil y sofisticado, se vio obligado a dimitir de su puesto como director de la CIA por un asunto con su biógrafa. Como el mismo Thomas Cale admitiría, no hay nada de extraordinario en tener nervios de acero y al mismo tiempo un corazón de cristal.
Jan Žižka
El origen de las tácticas y las prácticas del Ejército de Nuevo Modelo de Cale se encuentra en el general husita Jan Žižka, jefe militar de la que fue, como reconoció Lutero, la primera secta cristiana protestante a comienzos del siglo XV en Europa (y que surgió en lo que actualmente es la República Checa). Alejandro Magno heredó un ejército cuya habilidad y superioridad tácticas habían quedado asentadas por su padre, pero Žižka es un caso prácticamente único en la historia militar por haber desarrollado un modo de luchar contra numerosos soldados profesionales protegidos con armadura empleando campesinos armados con armas que se basaban en herramientas agrícolas y carros de granja. Asimismo, promovió el desarrollo de armas de fuego ligeras. Este genio completamente original, solucionador de problemas con brillantez táctica, es apenas conocido fuera de la República Checa. Los interesados en el tema pueden leer Warrior of God: Jan Zizka and the Hussite Revolution de Victor Vernay, o The Hussite Wars, 1420-34 de Stephen Turnbull y Angus McBride.
Bex
La batalla de Bex está basada por momentos, pero no siempre, en la batalla de Towton que tuvo lugar en 1461. También esto es extraño, pero el caso es que pese a tener la proporción de muertes más alta de la historia de Inglaterra (incluyendo el primer día de la batalla del Somme), alrededor de 28.000, Towton ha perdido adeptos en la memoria popular a favor de conflictos menos importantes y menos sangrientos. Para quien quiera leer más: Blood Red Roses: The Archaeology of a Mass Grave from the Battle of Towton AD 1461, por Veronica Fiorato (autora y editora), Anthea Boylston (editora), Christopher Knusel (editor); y Towton: The Battle of Palm Sunday Field, por John Sadler.
Algunos lectores se han mostrado críticos con el modo en que aparecen mezclados los nombres de lugares «reales», sin motivo ni razón, en la geografía de la trilogía de La mano izquierda de Dios. Yo les pediría que pensaran en lo siguiente: Riga, Suecia, Egipto, Belfast, Grecia, Norfolk, Manchester, Hamburgo, Kent, Varsovia, Cambridge, Londres, Peterborough, Siracusa, Roma, Amsterdam, Potsdam, Batavia, Dunkirk, Reading (no lejos de Lebanon), Dover (no lejos de Esmirna), Mansfield, Stamford, Norwich, Hyde Park, Troy Bangor (cerca de Nazaret y no lejos de Belén), Sunbury, Palmira, Westminster, Emaús, Monte Carmelo, Delhi, Berlín, Perú… La lista podría seguir. ¿Qué tienen en común todos estos nombres mencionados de forma disparatada? Pues que todos son ciudades o pueblos que se encuentran a menos de cuatrocientos kilómetros de Nueva York (antigua Nueva Amsterdam).
Para saber más sobre la trilogía de La mano izquierda de Dios, se puede visitar: www.redopera.co.uk