—¿Reuben?
El hombretón abrió los ojos y alzó la vista.
Stone bajó la mirada hacia él.
—Los médicos dicen que saldrás pronto.
—Perfecto. No tengo cobertura médica, así que me declararé en quiebra ya mismo. Oh, claro. Solo se declaran en quiebra quienes tienen patrimonio.
—Ya veo que te encuentras mejor —dijo Annabelle, instalada en la silla desde que habían ingresado a Reuben. Se levantó y se colocó al lado de la cama.
—Ya te pagarán la factura —dijo Stone.
—¿Quién?
—El tío Sam.
—¿Por qué? ¿También han sacado de apuros al muelle de carga en el que trabajo?
—Descansa un poco.
—¿Encontrasteis a esos tipos?
Stone negó con la cabeza.
—Esterilizaron la zona bastante bien.
—¿O sea que sigues en esto? —preguntó Annabelle.
—Por ahora sí.
—¿Podemos hacer algo más?
—Creo que ya habéis colaborado de sobra.
—No es que nos enteráramos de gran cosa —dijo ella.
—No, lo cierto es que ayudasteis a mirarlo todo desde otra perspectiva.
—¿Los rusos? —dijo Reuben—. ¿De verdad que esos cabrones están detrás de esto?
—Eso parece.
—¿Por qué? —preguntó Annabelle—. Creía que ahora eran nuestros aliados.
—Los aliados vienen y van. Y quizá no sea el gobierno ruso propiamente dicho.
—He llamado a Harry y a Caleb. Vendrán más tarde a visitar a Reuben. Bueno, Harry ha dicho que vendría si te parece bien que se tome un rato libre.
—Me parece buena idea. Díselo, por favor.
Annabelle le pasó un brazo por los hombros cuando se giraba para marcharse.
—Cuídate, hazme el favor —dijo con voz queda—. Hemos estado a punto de perder a Reuben. —Los ojos le brillaban y Stone le tocó la mejilla.
—Descuida, Annabelle.
Chapman esperaba a Stone en el vestíbulo del hospital. Fueron caminando hasta el coche y se marcharon.
—Lo cierto es que la reunión con el FBI me ha dejado flipada —reconoció ella.
—¿El que sigamos en el caso u otra cosa?
—El hecho de que tu director no parecía estar al tanto de nada.
—Me pregunto por qué.
—¿Qué crees que ha sido de Garchik y esas pruebas?
—No lo sé, pero creo que cuando demos con una cosa, daremos con la otra.
—¿Crees que es un poli malo?
Stone no respondió de inmediato.
—No, no lo creo. Creo que quizás estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado.
—Empieza a ser la norma. Fíjate en Alfredo Padilla y en el agente Gross.
—Cierto.
—Teniendo en cuenta la situación, si alguien oculta información al director del FBI, ¿quién puede tener tanta influencia?
Stone la miró.
—Hoy tengo que ver a una persona.
—¿A quién?
—A alguien.
—¿Es importante?
—Sí.
—¿Dónde está ese alguien?
—Vive justo enfrente de Lafayette Park.