Un gris peculiar y transparente lo envuelve todo, es como un abrigo de seda alrededor de la cumbre. Fascinante y amenazante a la vez. Se respira tensión en el aire. A nuestro alrededor hay un vertical paisaje de nieve, nubosidad, peñascos de hielo…; lentamente el tiempo empeora.
A pesar de todo continuamos subiendo. Ya no puede estar muy lejos. Si se desata una tormenta aquí, a casi 8600 metros de altura, no tendremos muchas posibilidades de sobrevivir. Aunque diéramos la vuelta.
Pero antes queremos pisar la cumbre. Un vertical escalón de hielo envuelto en luz de seda. Atornillo con el piolet una clavija de titanio en la dura superficie. Cruje y crepita. Luego tallo un par de buenos apoyos y agarres para pies y manos. No quiero soluciones acrobáticas a estas alturas. ¿Se verá alguna nueva dificultad por encima? ¿Veré la cima en pocos minutos?
Julie me asegura mientras continúo. Pocos metros más y ya estoy al borde del hielo, ahora… ¡Ahí aparece! ¡La cima del K2! La bóveda más alta de la montaña envuelta en una delicada luz gris… dulce. Sí, es una línea inocente la que encierra los terribles abismos de esta montaña. Una ola de felicidad me invade. «Come up Julie, we are very close». Estamos cerca de nuestra meta.
Julie aparece al borde del hielo, levanta la cabeza por encima de la cúpula, apoyada con los brazos sobre la nieve mira por encima, hacia arriba… «No hables», dice ella. Y entonces sólo veo sus ojos, su cara, la expresión de admiración, la sorpresa; esos confiados ojos oscuros bajo congelados mechones de pelo, tranquilos, como en un diálogo mudo con la bóveda de la montaña.
¿Qué piensa? ¿Qué le dirá a las más altas nieves?
Llevamos ya tres años cortejando a la montaña de las montañas…
Lo inalcanzable va a ser alcanzado. Nada nos lo puede arrebatar.
Pero es tarde. El tiempo cambia lentamente. Está a punto de reventar, parece como si contuviera la respiración regalándonos una pausa. Pero esta luz mágica no debe engañarnos, incluso ahora que parece más clara.
«Julie, let’s go», vámonos. De repente estoy tranquilo.
«Yes, let’s go up!»; hacia arriba. Me mira y sonríe como volviendo de un lejano mundo.
El sueño de tres años se cumplirá en pocos minutos.