46

El padre Kennedy escuchó la noticia sentado en el sillón de su escritorio en la rectoría de Santa Mónica. Meneó levemente la cabeza recordando la expresión de angustia de Steve Peterson cuando éste había recogido el paquete en la iglesia la noche anterior. Ahora se lo explicaba todo.

¿Hallarían a tiempo al niño y a la muchacha? ¿Dónde tendría lugar la explosión? ¿Cuánta gente moriría?

De pronto sonó el teléfono. Descolgó el auricular con gesto de fatiga.

—¿El padre Kennedy? Gracias por recoger el paquete que dejé anoche en su altar. Le habla Zorro.

El sacerdote sintió que se le hacía un nudo en la garganta. A los periodistas les habían dicho solamente que la cinta había sido hallada en la iglesia.

—¿Qué…?

—Ahórrese las preguntas. Llame a Steve Peterson y déle otro mensaje de mi parte. Dígale que la bomba estallará en un importante nudo de comunicaciones de la ciudad de Nueva York. Puede ir a desenterrar los restos de su hijo y de Sharon entre los escombros.

La línea se cortó.