Cuervo ya está en la moto. Si Hiro lo persigue a pie, quizá lo alcance antes de que llegue a la Calle.
O quizá no. Y en ese caso. Cuervo estará de camino al Centro a decenas de miles de kilómetros por hora mientras Hiro aún intenta llegar hasta su moto. A esa velocidad, si Hiro pierde a Cuervo de vista, lo habrá perdido para siempre.
Cuervo arranca la moto y maniobra cuidadosamente a través de la maraña, hacia la salida. Hiro echa a correr todo lo deprisa que lo llevan sus piernas invisibles, en dirección a la pared.
La atraviesa un instante después y corre hacia la Calle. Su minúsculo avatar invisible no puede manejarla, así que vuelve a adoptar la apariencia normal, salta sobre la moto y da media vuelta. Al mirar atrás ve a Cuervo conducir hacia la Calle, con la bomba lógica despidiendo un fulgor azulado, como el agua pesada de un reactor nuclear. Aún no ha visto a Hiro.
Es su oportunidad. Desenvaina la katana, apunta la moto hacia la de Cuervo y acelera hasta unos cien kilómetros por hora. No tiene sentido ir demasiado deprisa; la única forma de matar el avatar de Cuervo es cortarle la cabeza. Atropellarlo con la moto no surtirá ningún efecto.
Un demonio de seguridad corre hacia Cuervo agitando los brazos. Cuervo alza la vista, ve a Hiro abalanzarse sobre él, y acelera. La espada corta el aire tras la cabeza de Cuervo.
Demasiado tarde; Cuervo ya debe de haberse largado. Pero al volverse, Hiro lo ve en medio de la Calle. Se ha estrellado con uno de los soportes de la vía del monorraíl, esa perenne irritación para los motociclistas de alta velocidad.
—¡Mierda! —gritan ambos al unísono.
Cuervo gira, se encara en dirección al Centro y acelera mientras Hiro se lanza a la Calle tras él haciendo lo mismo. Poco después, ambos corren hacia el Centro a algo así como ochenta mil kilómetros por hora. Hiro va unos centenares de metros detrás de Cuervo, pero lo distingue con claridad: las luces de la calle se han fundido en un suave haz doble de color amarillo, y Cuervo resplandece en medio como una tormenta de color de ínfima calidad y pixeles sobredimensionados.
—Si puedo cortarle la cabeza, están acabados —dice Hiro.
—Lo sé —responde Juanita—, porque si matas a Cuervo, se desconecta del sistema y no puede volver a conectarse hasta que los demonios sepultureros se hayan deshecho de su avatar.
—Y yo controlo a los demonios sepultureros, así que me basta con matar a ese cabrón una sola vez.
—Cuando sus helicópteros lleguen a tierra firme tendrán mejor acceso a la red; podrán hacer que entre alguien más en el Metaverso y se haga cargo —avisa Juanita.
—No. Porque Tío Enzo y Mr. Lee los esperan en tierra. Tienen que conseguirlo durante la próxima hora, o jamás lo harán.