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Días después, María esperó a que no hubiera ningún vecino al acecho para hablar con Edgar.

Te traigo una llave le dijo.

Vale, la guardo en la garita contestó el Edgar portero. ¿A quién se la debo entregar?

No, no. No es ese tipo de llave.

El Edgar escritor sonrió y extendió la mano esperando un pendrive con forma de llave que contuviera más cartas o más dibujos.

Pero lo que María depositó sobre su mano abierta fue un trozo de papel con una dirección de correo electrónico: yaizaramoss@gmail.com

¿Y esto?

Es una llave insistió María.

Y lo era. La llave que abría la puerta a la vida de otra persona, a la vida de Yaiza.

¿Es ella? preguntó Edgar. ¿La del comentario?

María asintió divertida. Le encantaba ver la cara de asombro de Edgar.

Pero ¿cómo la has conseguido?

No hay información que se resista a una chica lista tomó el pelo María a Edgar, antes de acabar confesando: Cuando dejó el comentario en el blog, Yaiza escribió su dirección de correo electrónico. Tú no podías verla, pero yo sí, porque soy la administradora del blog. Me puse en contacto con ella y estuvimos chateando. Creo que tú también deberías hacerlo.

Bueno, yo pensaba inventarme el personaje. Quería que apareciera una chica que no tuviera nada que ver con vuestra historia, pero que estuviera conectada de algún modo.

Edgar, hazme caso insistió María. Habla con Yaiza. No vas a tener que inventar nada. Solo tendrás que contar.

En ese momento llegó Clara. Edgar y María se callaron de golpe.

Adiós, Edgar. No pierdas la llave se despidió María. ¡Hablamos!

De camino al portal dos, Clara preguntó a María:

¿Qué tramas con Edgar?

¿Quién? ¿Yo?

Jorge y tú. Los dos. Os he visto.

Ya lo verás. Es un secreto.

¿No decías que estabas harta de secretos, Pinilla?

María sonrió. Le encantaba que Clara volviera a llamarla Pinilla.