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María esperaba a Jorge sentada en su banco, leyendo.

¿Qué lees? preguntó Edgar.

A María le sorprendió la pregunta. En realidad, lo que le sorprendió es que Edgar le hiciera una pregunta personal, él que siempre era tan discreto.

María cerró el libro y le mostró la cubierta.

Ah, buen libro.

¿Lo has leído?

Edgar asintió.

María ladeó la cabeza.

¿Sabes, Edgar? Mi madre leyó un libro y luego me llevó a ver la película. Se llamaba La elegancia del erizo.

Edgar sonrió de oreja a oreja.

Va de una chica muy lista y de la portera de su edificio. La portera hace como que es tonta, pero en realidad es una señora superculta que ha leído un montón de libros.

Como Edgar seguía sonriendo, María dijo:

Aunque eso ya lo sabías, ¿verdad?

Edgar asintió:

Sí, leí el libro.

Me recuerdas a la portera.

Y tú a esa chica tan lista dijo Edgar.

María sonrió recordando que muchas veces Jorge la llamaba así, «chica lista».

Aquel fue el principio de una larga conversación. Así fue como María averiguó que Edgar había estudiado Periodismo en su país y que le encantaba leer… y escribir.

¡Lo sabía! exclamó María poniéndose en pie. ¡Espera que se lo cuente a Jorge!

¡Eh, no te engañes! intentó detenerla Edgar. A ver si te vas a creer que todos los porteros somos escritores camuflados.