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María no tuvo que explicar nada a Clara. Para cuando volvieron a verse, Clara había recibido cientos de mensajes, más aún que los que habían recibido directamente Jorge y María. Hablar en tercera persona parecía resultar mucho más cómodo que hacerlo en segunda persona, tal y como pronto comprobaría María.

Incluso a Clara le resultaba violento hablar con ella del tema. ¿Cómo iba a decirle todo lo que había leído sobre Jorge y sobre ella? Clara solo podía ofrecerle su rabia.

Esa tía es una muerta de hambre le dijo a María hablando de Raquel.

María no tenía ganas de hablar de Raquel, ni de hablar de nada. Solo tenía ganas de ver a Jorge. Pero ¿cómo hacerlo si sus padres vigilaban cada paso que daba? Entonces tuvo una idea.

Vas a tener que ayudarme pidió.

Lo que quieras, María dijo Clara.

María echó de menos que no la llamara «Pinilla». Todo habría parecido tan normal si Clara la siguiera llamando como siempre… Pero era imposible seguir actuando como siempre cuando una mentira la había cambiado todo. Y no sería la última mentira.